EDITOR: García Monge Correon: Letra Suscrición mensual 90 REPERTORIO AMERICANO 10. 28 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Desde que Garrison fundo su Liberator no hubo paz en la Unión: cómo crecen las ideas en la tierral José Mari.
Representanto en Hispanoamérica; Alfredo Piñeyro Tallez EXTERIOR: SE! semestre, 12. 50 Elado, 18. 00 un.
Biro bancario sobre Nueva York Versiones inéditas de Heredia Por ISMAEL ENRIQUE ARCINIEGAS Envío del traductor. Bogotá, tunto 1934 En tus brazos gloriosos por el hierro vengados; Pues la cruel dulzura quieres gustar, oh Diosa, De mezclar, en tus juegos, la púrpura gloriosa Con sangre horrible y negra de nonstruos degollados.
FLORIDUM MARE La mies que se desborda del valle a la colina Agitase y ondula con un rumor pausado, el perfil de distante rastrillo abandonado Finge un barco el mástil que hacia el agua se inclina.
El mar, bajo mis plantas, en la paz vespertina. De cambiantes colores, cerúleo o soprosado, o cubierto de espumas, es como inmenso prado Que comienza en la playa y en el cielo termina.
En tanto, las gaviotas, detrás de la marea, Con sus gritos alegres, por la extension calada Vuelan hacia el maduro trigal que al viento ondea; Mientras que de la tierra las brigas rus morosa, Van, en la lejanía, y en embriaguez alada, Sobre el mar florecido regando mariposas LA NINFA La celeste cuadriga baja hacia el occidente, viendo que ante él huye del ocaso la arena, En vano, con su cuádruple rendaje, el Dios sofrena Los corceles plafantes en el oro fulgente.
El carro baja rápido. Con suspiro potente La mar, el amplio cielo, teflido en rojo, llena, en el azul sombrio de la noche serena, Más clara la luz brilla de la luna creciente.
Es hora en que la Ninfa, en la margen del rio, El arco lanza, tengo, junto al carcaj vacio.
Todo se calla. Un ciervo brama por las mon. José María de Heredia tafias. mis pies, el silencio. De choza campesina Sale el humo: los nidos callan, y en la pradera Solo se junta el Angelus, en la bruida ligera, Al rumor tempestuoso de la onda marina.
Cual hondo abismo entonces, desde va.
lles sombrios, desde los barrancos, de pastores tardios Que sus rebaños llevan, se oye cantar sonoro.
El horizonte en sombras se borra lenta mente, sobre el cielo pálido, recoge el sol poniente El rojo varillaje de abanico de oro.
Ilumina la luna la danza. Pan, en tanto, La cadencia bajando o subiendo del canto, Rie al ver que se animan con su soplo cañias.
PLUS ULTRA Conquistó la tierra áspera que habitan los leones El hombre, y de venenos y sierpes madrigueras, turbó de hondos mares olas altas y tieray, Do áureos surcos abrieron antiguos galeones.
Pero mucho más lejos que nieves y aquiIones Del Strom y de Spitbergs, de infertiles cimeras, Sus ondas tiende el Polo, sin islas ni riberas, Donde ningún marino clavó sus pabellones. Partamos! Romper quiero la atmósfera pesada Que me cerca. En mi cuerpo llevo un alma cansada Con el renombre fácil de los Conquistadores Iré. Subir anhelo. una cumbre ilusoria, que un mar, para todos con callados rumores, Acarici mi orgullo con murmurio de gloria.
LA MAGICA Dondequiera la veo, y aun junto al ara pla; Me llama hacia sus brazos y me habla en dulce acento.
Oh madre, en cuyo seno di mi priner aliento, oh radre de excecrable raza yo nacería y El vengador Eumolpido, en Samotracia un dia, Hacia el umbral, su manto no sacudió san griento, a mi pesar alejóme, rendido, el paso lento Ya los perros sagrados oigo en la huella mia.
Odiándome en mi fuga, siento siempre el sombrio Sortilegio, y la cólera que avanza en torno nfo. La cólera celeste, con su siniestro encanto; Porque han hecho los Dioses dardos trremistibles De su boca embriagante y sus ojos terribles, Para vencerme, en forma de besos y de llanto.
MEDALLA ANTIGUA LOS FUNERALES la Prócide ilustre, cuyos templos domina La rocallosa Pytho, de rayos coronada, Al bajar los guerreros hacia la Estigia hetada, Se unia Grecia a ellos con su imagen divina. sus sombras, en tanto que la noche Humina El nadioso Archipiélago y la desierta rada, Del promontorio oian en la cumbre escarpada Cantar sobre sus tumbas el mar de Salamina. yo habré de tenderme en solitario duelo; En ataúd angosto he de quedar clavado; Pagadas oraciones serán Anal consuelo; pensando en la gloria de otro tiempo, he sofiado, Como los de mi raza, sucumbir ante el cielo, Por héroes y por virgenes, joven aún, llorado.
ESFINGE Bajo zarzas tupidas, del Citeron al lado, Se abre la roca, abrigo donde erguida fulgura Con sus ojos de oro y su altiva hermosura La Virgen de alas de águlla, y que nadie ha tocado.
Bo el umbral detuvose el. Hombre, deslumbrado.
Cual es la sombra que hace mi mansion más oscura. El Amor. Dios acaso. Soy el Héroe.
Segura Tendrás la muerte, sientras. Pues entro, ese es mi hado.
Doms Belerofonte la Quimera loca. Huye! Los labios mios hacen temblar tu boca. Ven, pues. Entre mis brazos se romperan tus huesos, en tu carne mis uñas. No importa tu sevicia, St conquisté la gloria y arrebate tus besos. Tu triunfo será vano: morirás. Oh delicia!
ARTEMIS De los bosques los acres olores difundidos, Cazadora, han inflado tu nariz annelante, partea, en tu virgen energia pujante, Tendiendo los cabellos hacia atrás esparcidos.
De los leopardos haces con los nordos rugidos Temblar hasta la noche la Ortigla resonante, entra la orgía saltas, orgla repugnante De perros destrozados, en la yerba tendidos, mucho más te place que en el bosque te hiera Dura espina, o que diente se clave, o garra fiera, La púrpura y el oro siempre el Etna madura Del vino con que Teocrito se vio embriagado un dia, Mas da aquellas que supo cantar, hoy buscaria Vanamente el poeta la gracia y la hermosura.
De su perfil divino ya sin la forma pura.
Favorita Aretusa o esclavizada, unia.
Entre las venas suyas de helénica ardentia, Al furor sarraceno la angevina dulzurs.
Todo pasa: hasta el mármol al en el Tiempo hiende; Agrigento ya es sombra; Siracusa se tiende Bajo el azul audarto de su cielo profundo; Sólo el metal que dócil y blando el Amor hizo, En medallas de plata, guarda aún el hechizo Inmortal de las virgenes de Sicilia ante el mundo.
SOL PONIENTE Las brillantes retamas que adornan la colina Doran la cumbre en donde la tarde reverbera; Lejos, con sus espumas que le forman barrera, Comienza el mar sin término do la tierra termina.
Imprenta. LA TRIBUNA.