REPERTORIO AMERICANO 169 Primera parte La Sensitiva Una Sensitiva en un jardin crecia, el viento con rocio de plata la nutria, sus hojas a la luz se desplegaban, a los besos de la noche se cerraban.
Por PERCY SHELLEY Veratón castellana de Leopoldo Barroso.
Envio de Emilio Ballagas. Sta. Clara, Cuba cuando ya la tarde descendia del cielo, era emor todo el aire, reposo todo el suelo, el placer, aunque menos brillante, más profundo, del sueño bajaba un velo sobre el mundo, en el bello jardin surgió la Primavera Como surge el Amor, sentido dondequiera, cada hierba y flor, de la Tierra en el pecho, Se alzó de los ensueños de su aterido lecho estaban bestias, pájaros e insectos sumergidog En un inmenso mar de ensueños sin sonidos; Cuyas olag no marcan sino muy suavemente La arena que les sirve de piso, lo consciente; Más ninguna temblaba y anhelaba arrobada En el jardin, del campo la soledad callada, Cual cierva enaniorada, de Mediodia, Como Ja Sensitiva sin compañía.
La blanca campanilla y la violeta pálida Brotaron de la tierra mojada en lluvia calida, el fresco olor del césped y su aliento Se mezclaban, cual la voz y el instrumento. Solamente en lo alto el ruiseñor cantabe Dulcemente a medida que el dia se apagaba, Salpicando particulas de su queja incisiva Entre los sueños de la Sensitiva. Era la Sensitiva sin compaflia La primera que al seno del reposo acudia Cansada de sus goces; niño de corta edad, Mas mimado y querido por su debilidad, Que arrullaba en sus brazos la Oscuridad.
Después el tulipán, la anémona vistosa, el narciso, entre todas la más hermosa.
Que por verse en el agua inclina 18 cabeza Sobre ella, hasta que muere de su propia belleza; el lírio de los valles, cuya hermosura acrece.
La juventud y tanto de pasión palidece Que la luz de sus trémulas campanillas so pierde Entre sus pabellones de tierno verde: Segunda parte En el culce lugar existía un Poder, Una Eva en este Edén: una grácil mujer Que despiertas o en sueños, las flores aquellas Era lo que Dios es a las estrellas.
Una dama que espejo de su clase seria, Cuya forma un amable espiritu envolvia Que moldeó, dilatándose, su semblante y andar Como una flor marina que se abre bajo el niar, los jacintos blancos, y azules, y encarnados, Que nuevamente dieron un repique en sus flures De timbres tan intensos y delicados Que al sentido llegaron como olores; la rosa, una ninfa para el baño dispuesta, Que sin velos su seno radiante manifiesta, Hasta que, hoja tras hoja, al aire desmayado El alma de su amor y hermosura ha mostrado: Cual lámparas de mina que una gema encendieron, Sonriéndole al cielo, se dieron a brillar Compartiendo su gozo bajo la luz solar; Pues cada una de ellas aspiraba La luz y el olor que la otra exhalaba, Como amantes quienes juventud hace amables, Envueltos en sus mutuos efluvios adorables.
Desde mañana a tarde el jardín cultivaba. los meteoros de este firmamento terreno, Como iss lámparas del aire cuando la Noche paseaba, Se alzaban sonriendo tras su paso sereno!
No estaba de ningún mortal acompañada, Mas su trémulo aliento y su faz sonrosada.
Cuando el dia besaba sus párpados sedeflos Descubrían una humana inquietud en sus sueños: el espigado lirio que alza como una Ménade su corola de luz de luna, Hasta que la Ignea estrella que es su pupila Tras el claro rocio ve el cielo lila; Como si algún Espiritu por ella hubiera Dejado el Cielo cuando con estrellas lucia, Como si a su redor todavía estuviera, Aunqua ocuito a sus ojos por el velo del dia. el jazmin, y la dulce tuberosa, Que es la más dulce flor por olorosa los raros capullos que de otros climas son, Crecieron en perfecta floración.
Pero la Sensitiva, que dar fruto pequeño Del amor que ella siente de hoja a raiz podria, Recibió mas que todas, más que nunca sentia, Más que todas podía pertenecer al dueño, Porque la Sensitiva no tiene flor Brillante; no es su dote ni el color ni el olor.
Ama. Como el Amor. Su corazón sin cura Quiere lo que no tiene, la Hermosura! en la corriente, cuya pechera tornadiza Adornaba, bajo arcos de florido ramaje, La luz verde y dorada que se desliza través de au cielo de matizado encaje, Anchos lirios de agua yacian temblando, estrellados capullos iban flotando, alrededor la linfa resbalaba y danzaba. en su vaivén radiante dulcemente sonaba.
Los vientos ligeros que al roce de su ala Esparcen la música de tanto murmullo. Los rayos que parten de tanto capulloEstrella que asi gus matices exhala; Los veloces insectos, libres y alados. Sobre mares solares barcos dorados Que de luz y olor llenos pasar se observa Sobre el destello de la viva hierba; Parecia apiadarse del césped que pisaba; Podriais comprender por su respiración Que la brisa en sus idas y venidas volaba Trayéndole placer, dejándole pasión. allí donde sus plantas etéreas ae posaron Sus cabellos de oro de la hierba borraron Las huellas ligerísimas en umbroso barrido, Como un ciclón de sol sobre el mar suspendido.
No dud) que las flores de aquella gentil dama Gozaran con el ruido que su pie producia; No dudo que sintieran la vida que fluia De sus dedos lucientes a través de su trama. las sendas sinuosas, siempre pavimentadas Con césped y con musgo, paralelas o en cruz, Abiertas unas veces al aire y a la luz, Otras perdidas entre floridas enramadas, se fueron alfombrando de cosas exquisitas: Campanns como asfodelos, doradas margaritas, flores que al caer como el dia divino, Formando un techo blanco, azul y purpurino, Defendían la luciérnaga del rocio vespertino. en este Paraiso nunca violado Las flores (cual la boca de un infante entreablerta Le sonrie a la madre, cuyo canto apagado Puede rullar primero, pero al cabo desLas invisibles nubes que antes fueron rocio Como fuego en las flores hasta que el sol se eleva; Luego vagan como elmas en sideral vacío.
Cada una desfallece con el olor que lleva; Del mediodía oscuro los móviles vapores, Que igual que un oceano sobre el suelo callente Resbalan, y en los cuales brillos, notas, olores, Se mueven como cañas en la misma corriente; Todos eran como ángeles que a su servicio estaban, Para la Sensitiva dulce gozo traſan, Mientras las tardas horas del día discurrian Cual las nubes sin viento que en el cielo flotaban, Ella asperjaba el agua brillante de la fuente En las que el sol mustiaba con su rayo caHente: extrafa del seno de las grávidas flores La lluvia que dejaran chuhascos tronadores.
Con manos amorosas sug corolas alzaba luego con varillas y mimbres las ataba; Si las flores sus propios hijos hubieran sido Nunca más tiernamente los hubiera atendido Los gusanog voraces, los insectos dafiosos, los spres que no eran delicados y hermosos En un cesto de juncos por ella eran llevados los incultos bosques lejanos y apartados, En un cesto de hierbas y capullos Tozanos Cogidos en el campo con sus gentiles manos Cuando los jubilosos vientos las entreabrieron