REPERTORIO AMERICANO 207 OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338 Conde de Keyserling, hoy en la cumbre cimera de su capacidad y su fama. Puede afirmarse que esperábase con verdadera impaciencia la salida de su edición castellana, enunciada hacia meses, ya que no en balde trátase de producción atinente por entero al mundo hispánico allende oceánico, donde, al igual que en España, el gran pensador esto niano ha captado la atención entusiasta no sólo de la intelectualidad, sino de los núcleos de excepción y hasta de las multitudes, cuya ideologia vese influenciada notablemente por su credo, a la vez complejo y sencillo, original y trascendente.
La publicación de las obras de Keyserling, iniciada hace algunos años por Espasa Calpe, vino a constituir verdadero acontecimiento intelectual y bibliográfico, tanto en orden a la importancia y significación conjunta de su labor, cuanto por el aspecto particular o especifico de parte de ia misma, relacionada directamente con nuestra ideologia y nuestro suelo. La empresa acometiose con entusiasmo y consciencia de su importancia, y a fe que lo que en un comienzo fuera atrevido esfuerzo material viose prontamente recompensado con el premio de la acogida del público lector en todos los paises del idioma. Así, tras la obra inicial, Diario de viaje de un filósofo, fueron apareciendo las siguientes: Europa (Análisis espectral de un continente. El conocimiento creador, Renacimiento, Norte América libertada y, ahora, Meditaciones Suramericanas, anunciándose encontrarse en prensa La vida intima.
Meditaciones Suramericanas, que ha sido conceptuada por no pocos críticos como la obra capital de Keyserling, constituye una serie de ensayos filosóficos en torno a las grandes categorias de la vasta zona terrestre que denota su rótulo. El insig.
ne fundador de la escuela de Darnistadt, tan fiel observador a lo largo de todas las rutas, tan sutil y, a la vez, apasionado, hermeneutá del alma de los seres y las cosas, visitó Sur América animado por previa simpatia hacia la raza hispánica, y resultado capital de ello, así como de su paralelo conocimiento del suelo español, fué proclamar aquella como la providencialmente destinada a realizar la gran obra de revalorización de la vida humana de que tan necesitado está el mundo, por su preponderancia del factor emocional sobre el intelectual.
En este libro a que concretamente nos referimos aparece trazado el conjunto formal de todas las sugestiones del viaje, con su trato cspiritual rico como pocos en apre: ciaciones ideológicas de enorme densidad.
Alguien ha afirmado que en los juicios sintéticos de Keyserling acerca de Hispanoamérica, juicios por los cuales proclama que «la caracteristica más sobresaliente de la atmósfera psiquica de América del Sur es la sintesis de lo primordial y lo refinadon atisbase el riguroso valor de un exponente algebraico, dados su precisión y profundo criterio, que no impide la Auidez verbal, la verdadera gracia artistica, y cabe señalar que tales cualidades manifiestanse, indecadentes, como elemento enguizgante para el lector, a lo largo de los doce capítulos integrantes de la obra, rotulados asi: 1) El continente del tercer dia de la creación; 2) El miedo original; 3) Guerra; 4) Sangre; 5) Hado; 6) Muerte; 7) Gana: 8) Delicadeza; 9) El orden emociona 10) Tristeza; 11) La irrupción del espiritu, y 12) Divina Comedia.
En el prólogo, hecho expresente para la edición española, adviertese la clarividencia en el pensar de Keyserling, escritor que con Spengler, Frank y alguno otro puede decirse alcanza al presente la máxima nombradia en el concierto de las ideas universales. Márcase en él esa decidida exaltación de los valores hispánicos; nuncio venturoso, con un elemento imprescindible: la voluntad de su es plendor futuro, y, también, la cruda videncia de los defectos y lacras, individuales y colectivos, que impiden a los pueblos levantarse de su decadei. cia y estatismo. Imparcial y eminentemente objetivo, plasma su vrsión integral con verdadero dominio del tema, propio de quien no solo posee facultades excepcionales, sino también se ha consagrado al estudio del mismo, en dedicación fervorosa.
Tanto por la amplitud objetiva de la obra referente a todo un continente sobre el que se asientan diversos paises, si unidos por comunes vinculos de ascendencia originaria que hay que desear sean imperecederos, tan diversos por sus caracteristicas naturales y hasta por esos asomos de antagonismo engendrados por la torpe incomprensiónsino por la manera caracteristica en Keyserling al. afrontar la exposición de sus reacciones mentales sugeridas por el capital leimotiv, Meditaciones Suramericanas reviste, decimos, insólita riqueza de contenido. El lector no puede por menos de encontrar interesantísimo, y hasta ameno empero esa densidad y elevación su texto, en el que constantemente resplandecen las galas de un formidable maestro de la expresión escrita, cuyo estilo personalisinio ha sido insuperablemente interpretado, pese a la natural dificultad que ello lleva aparejada, por el autor de la versión castellana, López Ballesteros y de Torres.
Volumen de 410 páginas, 23 15 cms.
Precio 18 pesetas el ejemplar. Espasa Calpe, Aparjado 547. Madrid. Extractos y otras referencias de estas obras, se darán en próximas edicioncs. MATLA) FOLLETÍN DEL Rep. Am. 3)
sible; en su mano, que tan diestra ser vía el arco, el palo tembló amenazante.
El bosque y la tiniebla, en aquella no.
che, eran un solo fantasma aterrorizante.
La sangre ardorosa de sus venas ponía en sus oídos el zumbido racial del chorotega.
La brisa nocturna trajo, como luciérnaga vagabunda, un último destello del misterioso punto igneo. Después, todo volvió a sumirse en el silencio y la sombra. Al oeste las olas escarchaban de espuma las playas nicoyanas. En la cima de las lomas los fuegos indígenas velaban el sueño de las tribus y ponían una nota de vida en la absoluta quietud del aire y de las cosas.
De pronto un grito resonó en el bos.
que y su eco vibró siniestramente hasta perderse en el secreto de la noche.
Yara afirmó el puño sobre el arma que había improvisado. Adivinaba, en su angustiosa expectativa, el peligro que la amenazaba. Era un grito humano, un grito de guerra, de desafío, de muerte. Hombres. pensó ¿Amigos o ene migos?
Cruel interrogación que no hizo más que colmarla de pesar. Quiso estrujarse aún más contra el tronco protector y al tratar de conseguirlo, tres hombres gigantescos, con la cabeza rapada a la mitad y los cabellos restantes recogidos en coronilla, irrumpieron en el espacio desmontado que rodeaba a la joven.
Eran tres hombres de carnes duras y tatuadas, llenas de cicatrices, pintados los rostros de rayas blancas: detalles que pudo apreciar a la indecisa lumbre de un leño encendido que portaba uno de ellos. Una mujer! exclamaron a coro los tres. Quién eres y por qué te. encuen tras aquí? interrogó tras breve pau sa el que hacía de jefe. Ya lo dijeron los guerreros: una mujer! contestó con audacia la muchacha.
Las mujeres de nuestra tribu no cazan ni andan por el bosque a estas horas. Quién eres y por qué te encuentras aquí. repitió el mismo. Los guerreros lo han dicho: una mujer. insistió temerariamente la joven. Dábase cuenta de que estaba irremisiblemente perdida, pues, la lucha contra aquellos tres hombres fornidos y armados era inútil; por momentos iba perdiendo el ánimo y el miedo se le colaba en la entraña como dardo envenenado. Sin embargo, resistiría hasta morir! Por sus venas la sangre fluía torrentosa y la encendía las mejillas; era el llamado de la raza, llamado de angustria y de coraje a la vez, llamado de un bravo pueblo de crueles ritos bárbaro desprecio a la vida. Quién es tu señor? demandó imperioso el jefe. La muchacha no respon dió. En esto uno de los hombres, el que portaba el leño encendido, rápido se lanzó sobre la joven e impidiéndole hábilmente todo movimiento, acercó la lumbre al rostro de la desconocida, mientras sus compañeros contemplaron, estupefactos, el amuleto que saltaba soº bre los senos de la moza. El tigre de Kaurki! exclamaron casi a una voz. Tú no perteneces a nuestra tribu!
Explicarás tu presencia en estos dominios ante el poderoso cacique Cararé. ordenó el jefe. Cararé! Cararé! repetía con angus tia Yara Cararé, enemigo de mi padre. Qué será de mí?
En efecto, aquellos hombres pertene cían a la tribu güetar, pueblo belicoso y rico que ocupaba extenso territorio en el interior del país y que se vivía en constantes disputas con la tribu chorotega por el dominio del golfo nicoyano. Continuará. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica