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150 REPERTORIO AMERICANO o ras o de las que en el país se han ido la fuente sagrada de la verdadera poesía: multiplicando en su rivalidad para com Estamos en el siglo del prodigio. Caplacer a los millares de aficionados. da invento hace posible una transformaDespués de las congojas de la tarea ción y un emocllecimiento de la existencotidiana, fatigados de lecturas, una ho cia. El automóvil, el aeroplano, el cine ra de buena música es un filtro que apa. parlante, Marconi, que oprimiendo un cigua el ánimo, que levanta el entendi. botón en su yate que surca las aguas miento a las regiones serenas, especial del Adriático, enciende las arañas de mente si podemos disponer de este re cristal en un palacio de Australia; el racurso desde nuestro gabinete silencioso, dio, en fin, que mantiene nuestra curiosin las promiscuidades de la multitud sidad siempre en acecho y suprime los en las salas de los teatros.
escollos de la distancia, dándonos ocaLa música es ensueño! La gran músi sión de escuchar una voz conocida y fraca de Beethoven, los enfermizos noctur ternal que habla de nuestra patria, dicnos de Chopin, las orquestaciones sabias tando una conferencia, en un teatro de y soberbias de Wagner, que sacuden Madrid.
nuestros nervios y nos subyugan, obli Llegará un día, en que así como somos gár:donos a seguirlo hasta la cumbre del vencedores del espacio logremos serlo arte: la deliciosa música francesa del tiempo, que las palabras pronunciala característica, rica y variada mú das en horas solemnes de otros siglos y sica de España. que interpreta a que de seguro han quedado vibrando maravilla los sentimientos y pasiones sobre las ondas etéreas, puedan ser redc los hombres de nuestra raza.
Cuando la prquesta Repetto ha ejecutado en varias ocasiones La Noche Gambetta.
de Walpurgis. logra transportarnos al teatro de la Gran Opera de París, evo(Viene de la página 168)
cando recuerdos de juventud, para contemplar los ritmos elegantes de la nito Valdría la pena de estudiar mejor el lógica Elena y las doncellas troyanas, carácter de Gambetta, su extraña combiCsos oros de muchachas que aprenden nación de arrebato oratorio, visión certela armonía y la medida, tan griega como ra, moderación en el juicio y equilibrio francesa y que se presentan en una de esencial, para que se comprendiera algo coración de bosques y en un derroche de más la duración de la tercera república juventud y de belleza.
francesa, comparada con el breve tiem: Sin mostrarnos muy difíciles nos con po que se sostuvieron la república de la tentamos a veces con los compases de un revolución y la del romanticismo.
viejo vals como el Danubio Azul. que Ramiro de Maeztu llevó el cetro hace ya muchos años, cuando no había sido desbancado el vals en Madrid, 1932.
los salones por las algarabías del jazzband y los bailes modernos, que no pueden compararse con los de antaño.
INDICE La música tiene en verdad el privilegio que se concede a Mefistófeles, en el poema del Fausto. con un golpe de su vara encantada desaparecen los años, retorna la juventud y la primavera. se esfuman el pesimismo, la duda y la amar ENTEREŠE ESCOJA: gura; los recuerdos del pasado se abrillantan, volvemos a las correrías de esOscar Wilde: Intenciones. Un vol. Past:1. 3. 50 tudiantes, a nuestras primeras giras por Oscar Wilde: El alma del hombre bajo el país del arte, divisamos allá en la le el socialismo. Un vol. Pasta. 50 janía, entre enredaderas de jazmines, la Robert Louis Stevenson: De un mayorazgo escocés. Un vol. Pasta. 50 luz de la ventana en que asomara Mar Emily Bronte: Cumbres borrascosas. Nogarita, o recordamos nuestro asombro 50 al descubrir los milagros de la pintura Oscar Wilde: El crimen de Lord Arturo moderna en un hotel de New York, frenSavile. n rol. Pasta. 50 Dostoiewski: Los hermanos Karamasof.
te a un cuadro de Bougerau: La ninfa En vols. Pasta.
y los faunos. más tarde, nos familiari Dostoiewski: El idiota. En vols. 00 zamos con los museos de París, y nos Dostoiewski: Crimen y Castigo. Iin vols. 00 acostumbramos a las sugestiones que nos Tiller: Mi tio Benjamin. 75 Manuel Ugarte: Cuentos de la Pampa. 73 imponen los mármoles olímpicos de la de Vigny: Stello. Novela. 73 estatuaria griega y las telas declaradas II. Taine: Filosofia del Arte. En vols. 50 inmortales, ante las cuales enmudece to Thackeray. El viudo Lovel. Novela. 75 da crítica. En una velada nos parecía Thackeray: Compañeras del hombre. Tres novelas.
tener frente a nuestros ojos el cuadro de 75 Tacito: La Germania y Diálogo de los la Gioconda. la esfinge de la sonrisa oradores. 40 femenina, en otra: El embarque para Stevenson: La flecha negra. Novela de la Citeres. con sus perspectivas doradas Batalla de las Rosas. 00 Stendhal: Rojo y Negro. En vols.
de ilusión y el paisaje digno de las fiesDe Senacour: Obermann. En vols. 2; tas galantes del siglo en que floreció Walter Scott: Rob Roy. Novela. En tonos 571 Watteau; llegamos así a comprender el La Rocefoucauld: Memorias. 00 maridaje íntimo que existe entre los soF. de Quevedo: Los sueños. En tomos. 25 Prevost: Manon Lescaut. Novela 75 nidos y los paisajes, entre los cuadros Silvio Pellico: Mis prisiones. Memorias. 75 inimitables de la naturaleza que inspi Tagore: Gitanjali. 50 ran a los pintores y los sentimientos Jalil Gibran: El Profeta. 50 que germinar, en las almas adonde reside Solicitelos al Admor. del Rep. Am.
cogidas por las antenas contemporáneas y lleguen a nuestros oídos, asombrados del poder del genio, que suprimen todos los Pirineos que marcan las edades en el curso de la historia. Será posible entonces sincronizar una arenga de Napoleón en una de sus memorables batallas: o el magnífico discurso del Libertador al desarrollar su plan romántico de federación de las naciones americanas que le debían su plena autonomía; como un eco vago de la Grecia lejana llegarían las palabras de Sócrates al despedirse de la vida y fundar entre sus discípulos su escuela inmortal o doblaríamos las rodillas si nos pareciera ver el resplandor augusto de Jesús, confiando a los vientos y a los tiempos las cláusulas del Sermón de la Montaña para guiar hacia el bien a las generaciones redimidas por su palabra divina!
Mientras tanto, mientras llega la realización de ese sueño, que dolor! servirnos del aparato maravilloso para instruirnos en las injustícias del conflicto del extremo oriente con su rapiña de Manchuria y su bombardeo de Shangai; para que se nos informe que dos naciones de nuestro continente, por algunos palmos de más o menos territorio y unos pczos de petróleo, están a punto de hacer fracasar las doctrinas que en América condenan la guerra a destierro perpetuo o para comprobar con estupor que a Lindbergh se le hizo pagar como rescate de su gloria, por una banda de aventureros sin conciencia, no sólo una fortuna sino también la vida preciosa de su primogénito.
La vieja filosofía sentada como una hada en el recodo del camino nos enseña que es preciso aceptar los sucesos de la vida, con su lote de bienes y su fardo de males; que la historia lo único que demuestra es que la transformación de las costumbres y los avatares del progreso, no carnbian radicalmente la moral y las pasiones de los hombres y que el fuego que robó Promoteo alumbra la marcha en el sendero, pero a veces quema y destruye lo que con amor y paciencia se había construído. Pensemos sin embargo en el porvenir y en los inventos que se nos brindan para nuestra instrucción o entretenimiento. El micrófono es ya un receptáculo profundo de espiritualidad, algo como la colmena de donde salen las abejas de oro que vuelan en todas direcciones, llevando nuestros mensajes, vehículo que puede reemplazar a los diarios y que colabora con el libro, instrumento de gran eficacia para la propaganda altruísta y para las vulgarizaciones del arte y de la ciencia, lazo de inestimable precio que en día no lejano acercará a los pueblos de la misma raza y que junto con el teléfono sin hilos, será sus tituto de las misiones y conferencias diplomáticas, permitiendo a los gobiernos el entendimiento directo que zanja diferencias y que iima asperezas, para realizar lo que hasta ahora se ha buscado en vano: el imperio de la paz y de la fraternidad entre los hombres.
vela. 2. 00. 00 Alejandro Alvarado Quirós San José, 18 de agosto de 1938. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica