290 REPERTORIO AMERICANO Así es, así la hemos visto, si la memoria no nos hace trampa.
Separaba a marido y mujer la distancia que los padres llaman excelente, de diez años. Cuando se casaron, el sabio tenía treinta y cinco años y veinticinco la estudiante. Quién sabe qué virtudes secretas de ella, de esas que no le vol tearán los biógrafos, o, como diría un teósofo, qué karma extnaordinario le puso cerca, en el momento de la soledad y del tender la mano en el tanteo bus cador, al mejor francés de su tiempo!
Lástima grande que no contemos, al lado de esta biografía, la que él pudo escribirnos de María. El hombre ocupado, perdidamente puesto a una búsqueda prodigiosa, no tuvo tiempo de anotar para nosotros la estampa de María Sklodowska, ama de casa preparadora de su comida, cosedora de la ropa de los cuatro que ellos eran, y ayudante en el laboratorio. El enamorado de las cartas que ella ha tenido el buen gusto de darnos en párrafos, y el redactor escrupuloso de los informes, habría escrito muy dulce y lealmente sobre la cama rada de once años!
con La pareja profesional. las gentes les parece todavía una ocurrencia mala y un si es no es estrambótica la pareja de sabios y el matrimonio de profesionales. es que siguen viviendo sobre.
sus viejas estampas. Creen todavía que la pareja debe ser la del Adán sabio o atleta y la Eva, no ya zurcidora, pero sí mujer de mundo y aun estrella de cicinematógrafo, cualquier cosa menos la socia en el oficio; estas parejas de trabajadores puestos en el mismo nivel de consumados pares, las pertura ba y las deja incrédulas de su felicidad. Al fin de cuentas, no importa mucho: esa pareja se hace de cuando en cuando y sale perfecta, a pesar de los augurios.
para atarse de amarra buena y jóvenes que en su rama son carísimos, desde los para luchar con la vida de casados po aparatos a los materiales brutos.
bres aceptando incluso los hijos que el El descubrimiento mayor del siglo se francés regatea.
hará en una barraca de piso asfaltado, María no tuvo otra vacilación que la que apenas se logra entibiar en las node sus trabajos políticos por su patria, ches del invierno de París, por una es pensando que la mujer casada siempre tufa despotrada. Se escapan los gases es un poco la que se suelta de una pa malos de las máquinas viejas y los dos tria y Curie le sosegó el escrúpulo con obreros trabajan en un riesgo permala liberalidad que le daría en adelante. nente: La mesa de experimentación la Los des laicos, y aun laicísimos, pres formaa unos cuantos tablones, Como no cindieron de la ceremonia religiosa y se se puede pagar ayudantes, el enorme instalaron en tres cuartos amueblados acarreo de minerales y de tierras, que a tercias con sobras de la casa de los suele subir a toneladas, lo harán ellos viejos Curie.
mismos, poco a poco, asistidos de esa Criada ayudadora de los atareados no paciencia de los sabios que sigue a la de la tuvieron entonces ni en muchos años; los santos en la jerarquía de las papero María, en su vida de estudiante, ciencias.
había aprendido a guisar no mal y a enmendar con lustres y mañas la vulgariEl rádium. El sabio Henry Becque dad de la instalación, la suegra ayudó rel ha descubierto por esos años la emibuenamente, cuando vinieron los hijos, a sión insólita de unos rayos nuevos (1)
la yerna de horario estable. Lo conmo que dan las sales de uranio, fenómeno vedor no es la pobreza, que nunca es que no bautizaría el descubridor, sino virtud por sí misma, sino la buena cara Mme. Curie, con el nombre que ya nos que ainbos le ponen. Los dos miran con resulta vulgar, aunque es de ayer, de el mismo desdén las blanduras dañinas y radioactividad. Colocando una porción los regalos tontos de los otros, y sólo de las sales envueltas en un papel negro padecerán de la falta de dinero para las sobre una placa fotográfica bastante deoperaciones.
licada, ésta se impresionó netamente. La Curie trabaja en la Escuela de Física observación de Becquerel no fué mucho un sueldo de trescientos francos más lejos, por lo pronto.
mensuales (mil doscientos de hoy) y a Mmc. Curie buscó entonces que otros su mujer le darán en tiempo más unas cuerpos producían emanaciones semeconferencias regulares en la Escuela jantes, operando para ello sobre los coNormal de Mujeres de Sévres. Con eso nocidos, y halló el thórium. La investise vive, aunque sea mediocremente, pe gación capital sería la que sigue. La quíro no se costean los medios de trabajo, mica pudo anotar cierta desproporción entre la intensidad de las ema naciones que solían dar ciertos minerales y la dosis ver dadera que ellos contenían de urániumo de thórium. La llamarada de la intuición partió, pues, de ella, y así lo estable ce el párrafo en que se cuenº ta el hecho; la punzada del atisbo saltó de ella antes que de Pierre Curie En este moº mento del proceso, el francés dejará sus investigaciones de años sobre los cristales (una laboriosa averiguación sobre el crecimiento de ellos y la fijación de sus ejes de simetría)
para incorporarse a la búsque da emprendida por su mujer.
La disputa sobre si hay que dar la primacía a él o a ella en el descubrimiento interesa al vulgo y deja indiferentes a los del oficio. Ella supo que había que rastrear un elemen: to nuevo, pero el rastreo de allí en adelante lo harán juntos, y tan mezclados en el afán, pasándose las observa: ciones uno al otro en cada momento, que de veras ya no habrá sino un operador con cuatro manos igualmente hábiles. En un hijo ellos no se unirán más perfectamente Matrimonio vida de po bres. María Sklodowska, hija de profesores, había sido maestra también en Varsovia, y vino a París a rematar estudios científicos que quería completos. Seguía sus cursos con la fidelidad que sobra decir, y también trabajaba con grupos desterrados polacos por la Independencia de su Polonia partida en tres y, distribuida.
Era una química con debilidades humanitarias como Ber.
thelot, o revolucionarias, como Einstein, cosas que también van juntas a veces. Un buen día se encontraron el químico y la estudiante en la casa de un profesor amigo.
Conversaron de estudios comunes, se descubrieron los otros intereses humanos con vividos y, como en los textos clásicos del amor, se hallaron hechos desde cualquier tiempo el uno para el otro, libres Pierre Curie y, Mme. Curie. En su laboratorio de la Escuela de Fisica y Química, en 1898 (U) Ya estaban descubiertos los Roentgen. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica