120 REPERTORIO AMERICANO.
Cae la lluvia con lentitud pesajo Partida para las Islas tribución de todo este material sa. El canal, enchapado de aceiimpreso. Su desempeño requiere te, se adormila entre los desper De La Vida Literaria. Bnenos Aires 11 las primeras letras y un brazo dicios. menudo la voracidad de fuerte, porque cada diario descriun bagre, altera la barrosa superbirá un viaje aéreu, desde el barficie con su tarascón de soslayo.
co hasta la tierra firme, como Todo está quieto en el ambienesos aviones que lanzan los bartė. La costa fangosa está desiercog de guerra con una catapulvigilan el ir y venir de los barcos, ta. El diario o la revista es arrota. Los eternos desocupados, que jado de revés, con seguro envión.
se han refugiado en la casilla de Las cartas y papeles van enrola prefectura y en el quiosco de llados a un tronquito de álamo, la nafta. Desde allí, miran en sique les dará peso y cuerpo para lencio las embarcaciones apretullegar; facturas, cuentas, prospecjadas junto a la orilla, al parecer tos, etc. Ya no se usa tanto la proabandonadas, si no fuera por el paganda impresa, porque la radio humo que sale de las cocinitas de la ha suplido con ventaja. Gracias a bordo.
a la radio, el isleño tiene hoy sus lo lejas, cherría una grúa lecancionistas vantando troncos, y una zorra volpreferidos, discute acerca de la última función del teacadora levanta pacientemente un médano artificial de arena mojatro Colón; sabe del asalto de box, del match de football, del último da, o vomita una pequeña avalandiscurso político de la Cámara.
cha de piedra molida. Algún lanEl tránsito por el barco se hachón cargado de madera o mimbre se desliza. con desganu. Junce dificil. Llega rezagado el último casco de vino, de 500 litros, to a un vagón de ferrocarril, descuyo fabricante, por una curiosa amparados, se amontonan palos coincidencia, tiene un nombre muy grises que vienen volando desde el fondo de una chata.
parecido a Gargantúa. Encargos Los vendedores de diarios y de nechos a gritos, desde el agitado caramelos pregonan su inútil mermundillo de a bordo, y desde el cancía, con resignada indiferenplácido contemplativo concurso de la orilla.
cia a la intemperie.
De la carnicería próxima, sale Leopoldo Hurtado Suena por última vez el pito el muchacho con una pesada caPor Amighetti.
del vapor; la escena de la partiBuenos Aires, 1932.
nasta bajo el brazo. Lleva, en da tiene mucho parecido, por lo dirección a los barcos, la carne complicada y lenta, con el arranque consumen las Islas. De un político, mientras desaparece la Trabajos rudos, faenas donde se que de un transatlántico.
gancho y una tiqueta cuelgan trocarne entre las quijadas que la van dejando los riñones y la ju Antes de largar la amarra, el zos rosados y sanguinolentos, rismastican con ritmo veloz, remo ventud, un poco cada día, acaban capitán repasa en su cabeza la tras de chorizos, hígados caoba.
jada en esa tinta nauseabunda del indefectiblemente ante la sonrisa lista de los encargos. Han sido En invierno llega todavía fresca vino barato.
despectiva del comprador del mue hechos en los arroyos y canales, y apetitosa, pero en verano, aso Para estos hombres, el día ha lle. las peripecias de la oferta y desde los embarcaderos, al paso leada en la proa y abombada por terminado ya. La charla de so la demanda constituyen el comen del vapor. No; el capitán no se el calor del barco y la resolana, bremesa, reciamente acodados en tario, ya colérico, ya resignado, de olvida de nada; y da, no muy sedespide un fuerte olor a carne pael mostrador, o en el hule gra los hombres de la cantina.
guro de su memoria, el timbre de sada; deberá durar todavía un par siento de las tablas, es el corona Un silbato imperioso vacia el arranque, con el temor de que, no de días antes de ser consumida, miento de una larga jornada de recinto. El vapor llama a los homantes de la vuelta del canal, emen ese ambiente húmedo del deltrabajo, jornada que ha comenza bres, demorados junto al vaso se pezarán a aparecer los encargos ta que acelera las putrefacciones.
do dos o tres días antes. Prime milleno. Un último trago, y de remisos, perdidos en un rincón de La vida ribereña se ha refugia ramente la recolección de la fru nuevo al barco, al agua, a la issu cabeza, aquel precisamente que do en las cantinas. Desde la aceta, encaramados en la escalerita la. La peripecia cardinal de la vihabía olvidado de rascarse.
ra se atisba la negrura de los in triangular, pendidos entre las ra da del isleño ha terminado.
El dum dum de la máquina cointeriores, donde las luces brillan mas del duraznero, o en el fangal El barco está obstruido por tocide con el chapoteo de la hélice, sin iluminar, como en las iglesias. de los membrillares, a veces con das partes por una carga heteroen el agua barrosa del canal, y Se penetra en la penumbra ruidoel agua a la rodilla, sangrados por génea. Cemento en bolsas de arel extraño bastimento comienza a sa de un vasto recinto, repleto de los mosquitos o por el chicotazo pillera y de papel; hierro trabaresbalar a lo largo del muelle, en parroquianos. La humedad, al de la rama flexible, dolorosa co jado, herramientas, camas, pueruna estela olorosa de guisos y reacentuar los olores, carga el aire mo un látigo. Luego el transpor tas y ventanas standard. madelente de máquinas. La pequeña vede un acre tufo de carne asada, te hasta la canoa, llevada a la ra dura para las fundaciones, únilocidad de diez o quince kilómemugre y tabaco fuerte. El humo entraña misma del monte graciasca que puede resistir la humedad tros por hora le permitirá llegar, de la parrilla, donde se asa la car al repunte del agua; luego la des constante del suelo, aceites, de entrada la noche, a los confines ne, es particularmente desagra carga junto al arroyo, la clasifi oliva los menos, de maní y algodable a esta hora matinal. Son cación, el envasamiento en canas dón los más, aceites que sirven del delta, en la costa de Entre Rios.
las ocho, apenas, y ya esta gente tos, y luego su estiba en el lan indistintamente para las ensaladas del va en su segundo bife y su cuar chón que ha de llevarla al Tigre. y los cojinetes; ristras de cebollas La superficie esmerilada to vaso de vino. así los toma la madrugada del y de ajos; bolsas de harina, de agua se remueve un poco al paEs difícil sintonizar un tema en Delta, aguantándose con el biche pan, paquetes, paquetes, paqueso del vapor, y luego vuelve a su la algazara políglota. Abunda el ro entre los juncales, perdidos en tes. Hacia la proa, la carga de solidez primitiva, acariciada por italiano, más o menos dialectal, la llovizna, Las Casas y arbolala niebla que se levanta perezo carne, como ya dijimos.
samente del agua quieta, en un duras del El alimento espiritual de las IsCanal van el español español y a veces tamdesaparebién, pero muy raramente, el ar paisaje que se diluye en muselinas las va en forma de paquetes de ciendo en la niebla, y el viajero heladas.
gentino.
diarios, de revistas, de folletos, se encuentra entre el agua, la de La cantina constituye un ver El vaporcito frutero ya engan diarios locales de San Fernando y abajo que lo sustenta y la de arridadero oasis de sociabilidad en la chando la cadena de canoas carba que lo transe.
de la capital, de más de cinco. pisoledad ininterrumpida del isleño. gadas hasta los bordes con el fra sos y más de cinco secciones. Hay Ha penetrado en el Delta.
De allí surgirá la amistad y la gante producto del Delta. hacia un tripulante en cada barco, enenemistad, la nota social, el color el mercado.
cargado especialmente de la disLeopoldo Hurtado Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica