REPERTORIO AMERICANO 235 eficaz para ver la luz. Pero no deje errantes del joven Jicotencatl. Hondo mesa del escritor. Si combinamos esta mos flotar en el aire la sospecha de rumoreo del campo, latiente de pezuactividad de correo con otras muestras que se trata efectivamente de obras li ñas de potro, que se acompaña y pun dispersas en la obra anterior de Reyes, brescas, en todo lo que este adjetivo túa tan bien con el reventar de los ba vendremos a comprender claramente qı! tiene de ambiguo y desagradable. Es lazos. Tanto. esta nota precisa como importancia concede él en la vida a la un libro vivo, un libro fluente, que ha el relato mismo, en el cual aparecen amistad. La clave de su conducta la ensurgido como el fruto de largas vigilias, rostros cobrizos de indios mal vestidos contraremos en una frase de Reloj de de constante frecuentación del arte, y y hambrientos, preparan la revolución. sol. siempre estoy queriendo comuen sus risueños meandros, en sus rinco No necesita el autor más que percutir nicar cambiar ideas con los demás, y nes sombríos, que también los tiene, levemente en el espíritu, con unas pocas como no tengo ocasión de hablarlo toviene a sorprenderse a menudo el sose páginas, para que la tragedià mexicana do, escribo lo que se me va acumulangado latir de un corazón. Es un libro de no sólo surja de pronto, con todo su do (página 150. Es él un hombre que aquellos que acaso leamos a la ligera, relieve, sino también para que nos de ha nacido para el corro de la amistad, para mejor informarnos, para obtener mos cuenta de cuál ha sido su fundaque no estará tranquilo mientras haya lecciones objetivas claras y accesibles, mento y cuál su trayectoria.
un hombre culto con el cual no tenga pero como disponen de una vida proLa obra de Reyes está en marcha. No una relación directa y personal. Mienfunda, que a la ligera no habremos vishemos querido introducir en estas pá tras lo puede, dialogará con él a la som.
to, terminará por acompañarnos largaginas alusión alguna a sus trabajos más bra de los plátanos, como los fieles de mente y por hacérsenos presente, cuanrecientes, entre los cuales hay por cier la Academia platónica, y cuando la disdo lo creamos olvidado, al cabo de los to páginas maestras como las de su tancia lo aleje, seguirá cambiando ideas años. No ha sido éste siempre el atri Discurso por Virgilio. Cada ensayo con el feliz concurso de la posta y del buto de los mejores libros?
de los que ahora fluyen de su pluma, telégrafo. no es vano recordar en Si volvemos a tomar el orden cronolo estampa Reyes separadamente, en li este caso aquella sombra venerable, porlógico que hemos adoptado para esla bros y folletos de tirada corta, que coque lo primero que se pregunta el que bonar estas dispersas notas, encontrarren por el mundo como uno de los tan se inclina sobre la obra de Reyes es: remos las poesias que con el nombre tos mensajes que el autor manda a sus ¿qué ha hecho de este mexicano un general de Huellas publicó Reyes en amigos lejanos. la misma inclinación ateniense? Tal vez la suprema inteliMéjico y en 1922. Pero debemos hacer cordial de su ánimo responde la publi gencia, una inteligencia que disocia y una aclaración: No vamos a tocar la cación de su correo literario Monte reconstruye, como hace el prisma con poesía del autor, no porque la despre. rrey. que Reyes lanza desde Río de la luz, una inteligencia que analiza y ciemos, ciertamente, sino porque quere. Janeiro. Este periódico de pocas págique sintentiza a intervalos armónicos.
mos dejar su estudio a quienes se siennas no tiene contraída otra obligación Leamos alguno de sus ensayos mejores, tan mejor preparados que nosotros papara con el autor y sus lectores que ser y veremos al autor disgregar en las mara tal género de crítica: Dos años más la tarjeta de visita que Reyes envía ca nos, como papilla vulnerable, todo gé.
tarde, en Madrid, vió la luz Ifigenia da cierto tiempo a sus compañeros de lenero de conceptos; pero pasemos en secruel. obra dramática que también es tras de otros países. En Monterrey guida la vista por otro de sus libros, y tá vertida en verso. No será inoportu cabe todo, desde la carta personal de nos hará sonreír con deleite verle enno anotar que Reyes ha publicado otros cuatro líneas hasta el ensayo completo tregado al juego placentero. Ha reconsdos libros poéticos, Pausa. París, y decisivo o el poema perfecto y bien truído lo que analizara, y ahora goza 1926, y Romances del Río de Enero. granado, pasando por las notas biblio con su hallazgo del mismo modo que un que ha sido impreso en Maestricht (Ho gráficas, la cita de alguna frase bella niño con una copa de cristal. Prendilanda) en 1933.
encontrada en un libro, la referencia al da a la obra de Reyes está, como la go Calendario. breve volumen nacido trabajo de un compañero y, sobre todo, ta de lluvia en el pétalo de la flor, la en Madrid en 1924, es, como lo indica la lista puntual y precisa de los libros sonrisa de la inteligencia.
su nombre, una serie de hojitas traza que acuderi, desde veinte países, a la Raúl Silva Castro das al hilo de la vida cotidiana; son apuntes sobre libros, son parábolas, pequeños poemas en prosa, generalmente humorísticos, atisbos críticos, recuerdos, Una hora etc. Tres años más tarde, en 1927, apa(Viene de la página 233)
reció el volumen de Cuestiones gongorinas a que nos hemos referido más ralment: de oscuro. Sonríe con amabilidad. cara, pero de los cuales tengo yo testimonios atrás. ya en Río de Janeiro, a dondo Todo él parece haber nacido para servir de frecuentes. Mi correspondencia me da ciertalo ha llevado la diplomacia, el autor pulazo a hombres dispersos. La misma mano mente mucho que hacer; imaginese usted que blicó en 1930 su Testimonio de Juan que ha escrito Cuestiones estéticas. Sim hace poco, ampliada ya hasta lo extravagan.
Peña. que había sido escrito en 1923 patías y diferencias. El testimonio de Juan te, ha llegado a hacerme relaciones con poePeña. es la que redacta una correspondencia tas de la Rusia Blanca, y que he recibido y en Madrid. Este breve tratado encicque cruza el mundo. Es, insisto en ello, una cartas de los malgachos, quienes me han enrra mucho interés autobiográfico. Hay mano gorda, redonda, calurosa, que aprieta viado, fotografías en que aparecen con sus en él, en efecto, alusiones a la juventud suave pero cariñosamente a la de sus ami mujeres y sus hijos, en sus tiendas. Pero indel autor: Los muchachos de mi ge gos. Tal es, en lo físico, nuestro compañero sisto: esa es mi sociedad, esos son mis amineración éramos digamos desdeño de esta hora.
gos, ese tiempo que yo empleo en mi corresNo. creiamos en la mayoría de las cosas pondencia es el que gasto con más agrado.
Escritores y hombres La vida diplomática crea en el hombre cieren que creían nuestros mayores. Esta soledad, la cual se acrecienta en el tróte libro encierra pinceladas de ambiente. Muchas veces me ha interesado saber pico. La amabilidad de los brasileños es tansobre la época porfiriana inmediatamen cómo consigue usted tiempo disponible para ta y tan exquisita, que sabe dejarle a uno te anterior a la revolución, y al finalizar atender su correspondescia literaria, que de solo consigo mismo en el momento oportuno.
parece abrir la huella para seguir ex be ser enorme. Usted contesta todas las car Son, como usted sabe, los hombres más finos plorando la terrible convulsión que trastas, reparte todos sus libros e incluso pone del mundo, pero por eso mismo se evaden, se tornó la vida de México. Quién que con su propia mano la dirección a los 80 escurren después de haber hecho una reverenbres.
cia y cumplido con su deber de cortesía. Yo, ha cabalgado la tierra mexicana se pre Sí, señor, exactamente. Yo hago todo eso. que no puedo quedarme con nada adentro, les gunta el autor no sintió la sed de pePero no crea usted que es ese un tiempo per he preguntado a que se debe esta singularilear? Oscuros dioses combativos fra: dido; ese es precisamente el tiempo ganado, dad de su carácter.
guan emboscadas de sombra, y tras de el que empleo mejor, porque es el que me per Uno de ellos me dijo que acostumbrados a los bultos del monte parece que acechan mite estar en contacto con mis amigos, a vivir en grandes casas de campo, en medio todavía al hombre blanco las huestes muchos de los cuales no he visto jamás la del lujo y de las comodidades, y rodeados con Alfonso Reyes. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica