REPERTORIO AMERICANO 313 ET don Juan lusitano Envio del autor. Santiago de Chile en Estos días estuve leyendo el Epistolario, de Fradique, y me vino a la mente la posibilidad de formar, mediante el.
ciclo queiroziano, un arquetipo portu gués, un Don Juan lusitano. Mis elementos son: Carlos Maia, el Primo Basilio, el millonario del 202, el fantástico Ega, Teodoro, y, finalmente, el marco de todos ellos: Fradique Mendes. Formaríar un tipo humano, un fantasma universal tan diferenciado y consistente como esas creaciones de seres cuya vida es infinitamente más interesante que la de sus propios autores y cuyas aventuras imaginarias y contextura intrigan a médicos, ilósofos y poetas. Por qué razón el Fradique de Eza. de Queiroz no pasó de ser ficción, es de cir, no interesó en sí mismo hasta con vertirse en un ser histórico, como si huº.
biera vivido? No es que le falte esa dosis de vulgaridad inseparable de toda figura popular; lo que sí encontramos au sente de su vida es la acción directa. El público lector, ese monstruo enorme y fecundo, cuyo privilegio consiste amamantar a las sombras literarias hasta hacerlas seres que existieron, no recuer da, leyendo el epistolario, al admirable Fradique, sino a los miserables comparsas o subalternos de que se valió para, realzar su inolvidable espíritu; tales subalternos son el vacuo Pacheco, Quinito, o el norrendo Padre Salgueiro.
El prólogo del epistolario no basta para intentar una historia o biografía de Fradique; por eso es preciso intentar, como en un juego de puzzle, la reunión de los elementos dispersos, esto es, de varios personajes centrales queirozianos, hasta formar una sombra perfecta, un fantasına lleno de vida futura, basándonos en cierto parecido innegable de todos ellos, los ya nombrados: Maia, Basilio, Teodoro, Ega. Acaso estos héroes de.
las novelas no representan la acción trunca de sus autores, esto es, lo que sus autores hubieran deseado ser?
Un héroe queiroziano de conjunto, amasado sin perder una miaja, vendría a ser interesantísimo. Ningún producto de Europa es más original que el portugués, por cuanto éste se desgajó dei Continente merced a ese movimiento místico formidable que se llama: descubrimiento y conquista. El portugués de los siglos xiv, xv y xvi deificaba a sus reyes, era tan resuelto, religioso y heroico como los japoneses de ahora. América, Asia y Africa están impregnadas de Portugal; cuando uno toca la puerta de una casa bancaria, de un hotel o de un garito, en Beira, en Calcutta o Shanghai, nota inmediatamente la impregnación portuguesa. Para conquistar el Transvaal y para dominar a los alemanes, los ingleses tuvieron que pedir permiso a Lisboa. En esta última guerra luchaban por la legalidad, y, legalmente, era preciso la aquiescencia portuguesa. Al ser así, extremecido y dominado por sus colonias, el portugués tomó un contorno espiritual diverso del de otros europeos más caseros y seden tarios, del tipo galo o germánico. Por eso, las casas de Lisboa suelen sorpren der al turista con sus techos de pagodas, es decir, con sus puntas arqueadas hacia arriba emulando los colmillos de los elefantes.
La existencia del tipo lusitano, así sea portugués, colonial o brasileño, es innegable. Un tipo atrayente hasta la fascinación, cuyo centro es Lisboa, una de las capitales más agradables y noveless cas del mundo. Prueba podrán dar de ello los novelistas Wells, Gómez de la Serna y Paul Morand. Este último nos regaló ese documento vivo que se llama Tarquino Gonsalvez, en Europa galante.
En calidad de chileno, creo estar colocado en excepcional mirador para apreciar la esencia del espíritu portugués; nosotros somos diametralmente opuesEça de Queiroz tos en algunos aspectos, como ser, en el respeto a la investidura, en el culto de las formas, la eufonía del lenguaje, la Contra El Tenorio precisión formulista y las maneras preciosas. Envio del autor En tierras portuguesas la ficción prima sobre la realidad; el ceremo pesar de la honda transformación ideo nial, el rebusco de la palabra y del rológica operada en España con la República, paje se manifiesta en todas las capas sola cinica silueta de Don Juan Tenorio vuelve ciales. Las cartas a un caballero se ena proyectarse, como todos los años en el dia cabezan con el término de Excelencia.
de los difuntos, en casi todos los escenarios Estos adornos provienen en mucha par.
ibéricos.
te de la influencia china: así como el Im¿Por qué en esta edad de implacable ma perio del Medio quedó saturado de Porterialismo, de hondas realidades, van las mu tugal, así este país quedó también satuchedumbres hispánicas, como sugestionadas, rado del Imperio del Medio. Si en la cras la capa roja que cuelga de los hombros China, se dice mamá, niño y mandarín, y el airón de plumas que orna el birrete del en tierras portuguesas se dice cha en vez célebre burlador.
de té. Es El Tenorio. ese drama Sacro, fantástico, religioso. como lo calificó su autor, nosotros los chilenos, lo escribí una obra de raza, en la que un héroe popumuchas veces, nos agrada cultivar lar se yergue con los atributos colectivos?
ciertas formas de hombría tabernaria. Don Juan es, como por alguien se ha prela aspereza, el alcoholismo, la interjectendido, algo como un Doctor Fausto latino, ción fuerte, la gracia espesa y el chisun personaje representativo de su pueblo. te cínico. Por eso, el Fradique Mendes. El matiz religioso que tiene la obra la vuelcomprensible de manera diáfana por su ve popular en un pueblo fanático en el fonestructura latina y la sátira de la decado. es sólo el mágico encanto de la poe dencia burocrática, cobra para nosotros sía, la brillante musicalidad de unos versos, un relieve especial. En pocas tierras lo que hace perdurar una producción absur hay tantos queirozianos como en la nues da, deshilarante, falsa. tra, y esto a causa del fenómeno de la Don Juan Tenorio no es una obra de reacción.
raza, porque al través de su endeble contexEl Don Juan español mantiene un tura, no muestra sino superficiales aspectos punto de contacto con el Don Juan lusiétnicos: el fanfarrón antes que el heroico, el tano: el contra golpe de lo religioso.
blasfenio antes que el religioso, el sensualista Portugal primera y España más tarde, antes que el idealista. La raza nuesira tiene salen a sembrar catedrales, cruces crisuna representación soberana: Don Quijote, tianas y oidores de reales audiencias. Es la única figura que puede ocupar el lugar un movimiento religioso sin paralelo.
supremo. El aspecto religioso en ese drama Los marineros de Vasco da Gama comules superficial, pueril, casi grotesco, para que gaban antes de embarcarse, y marchahan.
pueda arraigar fuertemente en el fanatismo descalzos por las calles, llevando la imaancestral de ningún pueblo. Otras obras hay gen de la Virgen de la Concepción. En en la literatura española, como El CondeMadrid, la víspera de las expediciones nado por desconfiado. que están construídas marítimas, paseaban por las calles a sobre un denso pensamiento teológico, y, a Nuestra Señora de Atocha, pesar de esto y, quizá por esto mismo, no El paroxismo de la fe engendra al (Pasa a la página siguiente)
blasfemo El Don Juan español es el en Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica