232 REPERTORIO AMERICANO El caso de Var rgas Vila y Vargas Vila en Vargas Vila no fué un escritor colombiano, ni por su filiación literaria, ni por su manera, ni aun siquiera por la inspiración general de sus obras. Pero fué un escritor fundamentalmente hispanoamericano. De ahí. que fuera de Colombia hubiera contado siempre con un público innumerable, que devoraba sus libros ansiosamente.
Nada más contradictorio en apariencia que la obra y el temperamento del artista en Vargas Vila. Sentimental, pero sentimental desbordante, entranceperenne de amor, de emoción y de lágrimas, complacíase en predicar el desdén por el sentimiento, la dureza de corazón, el egoísmo y el odio. Su vida toda transcurrió en Europa, y jamás consiguió libertarse de la obsesión americana, de nuestros problemas, de nuestros hombres, de nuestro porvenir. Ningún defecto le. enardecía tanto como el tropicalismo hiperbólico y clamante; pero su abundancia, su prodigalidad verbal, su desenfreno, su volubilidad, eran majestuosamente tropicales. De ahí que sus discípulos. más aprovechados casi nunca tengan más de treinta años y vivan siempre en las tierras más cálidas de las costas y de los valles. No era un estilista de cordillera ni su pensamiento llegó al grado de concentración que impone el hielo de las sierras. La hipertrofia de su personalidad, que lo divorciaba de las reglas, de las disciplinas y de las opiniones comunes, es igualmente signo de un tropicalismo prolijo y envolvente. Guerra al equilibrio, guerra a la mesura, a la templanza y 21 matiz; ſueron su consigna en la lucha descomunal que vivió afrontando contra enemigos imaginarios.
Conocía nuestro idioma como pocos, y así lo prueba en casi todos sus libros el uso de voces y de giros que no es tán a la mano de cualquiera, así como la ingeniosidad técnica para deformar o barbarizar otros. Pero el demonio del artificio y de la insinceridad, su tenaz tormento, lo obligaba a escribir una lengua aparte, a darse una sintaxis per. sonal, a hispanizar cuanta palabra extraña se le ponía delante. Sin embargo, nada era suficiente para oscurecer en el ciertos fulgores geniales, ni para despojarle por entero de una arisca grandeza, que fué su máxima aspiración. Es oportuno colocarle en su puesto. Vargas Vila no merece la admiración alelada ni ia imitación servil de que lo hicieron objeto los adolescentes de América; pero tampoco el desprecio macizo y sin atenuantes con que lo abrumaron cuantos se creían dueños de todo el alfabeto. Es un caso aislado, un caso muy curioso y digno de estudio. Si se tiene la paciencia de ir apartando zarzas y malezas, hojarasca romántica, crudezas y violencias ridículas en la expresión, es indiscutible que de Vargas Vi.
la algo queda. Qué? mi juicio, ese De El Espectador. Bogotá soplo romántico que en nuestras razas no podrá morir. Esa inconformidad, esa rebeldía contra el poder de lo injusto.
La predilección por el derecho que no se hará efectivo, por el esclavo. que no se emancipará, por la minoría que nunca tendrá beligerancia. No quiero decir que Vargas Vila fué un apóstol militante de las libertades, como lo afirmaba, pero es innegable que sus prosas inflamaron innumerables decisiones al servicio de la justicia. Producía la ilusión apostólica, y eso basta.
Vivió Vargas Vila, por su parte, y debemos creer que murió, en plena ilusión, en plena fantasía. fuerza de repetirlo, llegó a convencerse de que realmente estaba desterrado de Colombia, de que partidos, iglesias, hombres estaban coaligados para impedirle el regreso, por miedo de que acabara con sus Vargas Vila privilegios. Hablaba infatigablemente de (Hacia 1924)
la teocracia colombiana dándole los caracteres lúgubres con que la pintan ciertos publicistas de Venezuela; vivía conFrancisco Contreras vencido de que los inofensivos gobiernos de la decadencia conservadora tenían a sus adversarios en la ergastula y Colaboración el calabozo, cargados de cadenas, ayunando a pan y agua; de que les conAcaban de, morir en Europa estos dos esfiscaban sus bienes; irrespetaban suscritores. Alejados de sus respectivos países, tantivamente a las señoras de su famiaumentaron por muchos años el interés de lia y cazaban como venados a los que, los europeos por nuestra literatura hispanoamericana. Desterrados voluntarios, tuvieron en el secreto, siempre violado, de la conel valor de resistir ese destierro y de morir fesión, habían dejado traslucir la más en esa ausencia sin volver a los brazos ma leve discrepencia con el régimen. Por lo ternales de la patria. Menos felices que Ru demás, su vocación de vapuleador de tibén Darío, que vino a rendir su último susranos lo llevaba lejos de nuestras fronpiro en tierra nicaragüense, y que Nervo, cuteras, como era lógico, puesto que nunyos restos reposan hoy en suelo mexicano, Contreras y Vargas Vilano vieron en su ca los tuvimos ni los tendremos. No reúltima hora rostros amados de la niñez, paicuerdo en este momento ningún país del sajes de la infancia. oso. com sur, del centro ni del norte de América, Francisco Contreras fué un renovador den cuyos magistrados no hayan sido algutro de la poesía chilena. Entre los poetas de na vez puestos en la picota por el imprincipios de siglo ocupa uno de los lugares placable panfletista.
más altos porque poseía una cultura literaria más intensa y un gusto artístico superior. SiEvidentemente, las estridencias de guiendo muy cerca a Rubén Darío, Francis aquella campaña sin tregua no le apor.
co Contreras se convierte pronto en el pritarán nada a la historia de América, de mer nodernista de Chile, entendiéndose por lo cual hemos de felicitarnos. Pero tammodernismo la elegancia de la forma, el exo bién es evidente que Vargas Vila escritismo de los temas y el cosmopolitismo intebió en ese género sus mejores páginas.
lectual. En sus libros Esmaltines, Raúl y Páginas que parecen caldeadas por el Toisón, hay heraldicas decoraciones, piedras preciosas, puñales de oriente, príncipes y enfuego de una indignación inmortal y cantamientos, música de Verlaine y satanistrágica. De una indignación que arranmo baudeleriano. Todo lo cual indicaba que ca al hombre de las tímidas y ball:uContreras era ya el poeta descepado, euro ceantes querellas cotidianas, para lanpeizante, antitesis del poeta nacionalista a la zarlo como un meteoro ígneo hacia los manera de Pezoa Velis. Después parte a Pahorizontes que se van iluminando y dirís y por veinte años se ocupa periódicamenlatando a su paso. No hay que olvidar, te de letras hispanoamericanas, en el Mercure de France. Vuelve una vez a Chile y anademás, y eso le da su fisonomía indete la indiferencia de sus conciudadanos puleblemente indoamericana a la obra de blica su hermosa obra Luna de la patria, que Vargas Vila, que sus truculentas fantacomienza: sías y los cuadros apocalípticos de sus Luna de la Patria, luna catilinarias, están compuestos a base de única, lángulda, grata, recuerdos auténticos, de rasgos verdacuya luz bendita es una polvareda azul de plata.
deros y de un criollismo admirablemenY como la Patria es tornadiza e ingrata, te coloreado, tanto en la mecánica atorContreras vuelve otra vez a Francia, a conmentada de las luchas civiles, como en tinuar su labor desinteresada, y escribe en el paisaje que las enmarca. Hace larfrancés libros de critica, Les écrivains congos años que no leo nada de Vargas Vitemporains de Amerique espagnole, novelas, la, pero tengo el recuerdo preciso de suis (Pasa a la página 239. Pasa a la página 237. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica