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REPERTORIO AMERICANO 287 Versos de José. Frías y cuando llegó el tiempo de las mayores glorias se hicieron vengadores, inflexibles y hravos. Sacados del libro Versos Escogidos. México. 1938 éxtasis musical era latido de luz en la bohemia del cocuyo.
Cíjnbalo azul gritaba los asombros de la noche, matrona de injusticia, y sufri por su sombra inútilmente, el ardor de la cruz sobre mis hombros caducos. y sin brújula en mi mente.
Los versos de este libro, con excepción de unos cuantos que van al principio, quizá no deberia publicarlos. En ellos las ideas son más abundantes que la música. Esta, sin embargo, a veces, hace olvidar aquellas y me anima a sacarlos a luz.
Los que yo prefiero aún no son suficiente.
mente oscuros, musicales y atélicos; pero temo que me sorprenda la noche sin haber atado mi yavilla.
La dejo en estas páginas para propiciar las fucrzas misteriosas que me ayudaron a escribir a pesar de que nunca recorde mis prójimos y que, acaso, me darán ocasión de cosechar lo único que ambiciono: ai.
gunos poemas semi inteligiblessi fuera posible místicos cuya arquitectura nazca de la música, como el templo apolinco en la mítica gesta ne Anfion.
En el volumen, hay defectos de ritmo y de rima unos ostensibles y otros semi ocultos Los abandono, como prueba de imperfección humana, casi siempre, servidora. hasta de la poesia que, a veces, es divina.
Era sinfónica y mortal delicia intuir, con Virgilio, que las cosas como los seres lloran su tristeza, preludiando el misterio de las fosas donde, por dón de la Naturaleza el gusano Don Juan roe: caricia que viola en paz las sepulcrales losas.
Berlin, septiembre de MCMXXVII a Ciudad de Guanajuato Rafael López Referiré los pasmos de todas las miradas que han gozado el prodigio de tu visión compleja, ciudad de los tesoros de las minas violadas y de los callejones que encanta la conseja. decir bellamente las cosas me convida esta noche sonora de vientos iracundos que robustecen duros afanes, y en la vida ponen ansia de cielos y de ignorados mundos.
Canta el viento sinfónico por entre tris. montañas.
y por los negros tiros de temeroso acceso llega hasta lo más hondo de tus aureas entrañas, para dejar en ellas un solitario beso. mientras en la pauta de la celeste altura las estrellas psalmodian sus fulgores perennes tímidamente elevo las voces de mi pura canción: que yo quisiera mejor que cuanto tienes.
Los dias vagabundos Al Dr. Puig Casauranc Cuando violé hipostilos del misterio la csfinge ciega me tendió su garra, of todos los psalmos del psalterio mirando a Eva sin hoja de parra.
Consagraron luceros el estigma de asomarme sin miedos al abismo, y entre el apocalipsis del enigma vime desnudo, multiforme y mismo.
Imanes invisibles de mi estrella diéronme el espolón del abordaje. y con Santiago descubrí la huella del estelar, eterno, azul viaje.
Música de Pitágoras mi oído, visión del mundo por el ciego Homero, reposo sin calor, viudo nidoy báculo sin polvo del romero me dieron por su sintesis la norma. de eternizar lo breve del instante en la fugaz presencia de la forma que plasmará la lumbre del diamante.
Del Pentateuco y del pentagrama nacen claros prodigios: sinfonia entre la selva oscura es cada rama que irisa en rocío nuevo día.
Tiembly en las alas la ambición segura del ave, tributaria del instinto, y sumérgese mi alma en amargura de olas mortales en ponto distinto.
Una complice sombra me agiganta en camino, por Sol occiduo, triste, y hundo más hondo en la tierra mi planta cnamorada de lo que no existe.
En esta hora, patriarcal, del año ya silbará la noche a sus corderos, será Gloria in Excelsis del rebaño argentino orfeón de los luceros.
De mirar lo que no se ve mis ojos taladraron los dias vagabundos.
Moriré, redimido, entre despojos de viejos mitos y cansados mundos.
México, Coyoacán, Quinta Lionardo. 31 de diciembre de MCMXXXII III Te asientas en el bosco seno de tus colinas para gozar el cálido perfume de tus fiestas, en las fechas magníficas, cuando son las apuestas fabulosas minúsculos fragmentos de tus minas y La Presa se inunda de fugaces orquestas.
Resucitan entonces los antiguos empeños. oh, fastuosos y arcaicos y lucientes blasones de los desenfadados y antiguos segundones que vivieron su vida en fantásticos sueños, dilapidando el oro de sus viejos arcones. oh, prodigalidad de los nobles de antaño que juzgaron mezquina su estupenda riqueza, oh, derroches de estéril e inaudita largueza, revivis por alegre tradición cada año, cuando la Olla sus aguas a libertar empieza. IV El peligro y el gozo de vivir son hermanos, y por eso en los antros de las minas la tea no vacila en las sombras, ni tiembla entre las manosi de los que contra el risco riñen ruda pelea.
Minas inagotables, minas que sois secretas para los pusilánimes, quien diga los elogios dignos de vuestras vetas oirá un trueno de aplausos fervorosos y unanimes de todos los poetas.
Subterrános caminos donde brillan los lampos de metales egregios como en cuentos de hadas.
Valenciana, Luz. Rayas, Mellado, cuyos campos rinden fruto a esfuerzo de ciclópeas jornadas, yo exhumo la más honda de mis admiraciones, que trunca, en labios trémulos, la voz de mi homenaje: un silencio de asombro mejor que mis canciones loa vuestra grandeza y sigo mi viaje. ¡Oh, ciudad de leyenda, de fábula y de mito, ciudad que guarda intacto el tiempo colonial, oro y sangre culminan en el valiente grito con que las cuatro sílabas de tu nombre repito para decir la gloria del suceso inmortal: ciudad de Guanajuato, de tus cumbres benditas bajaron los soldados del Cura; en ellas fué donde vieron los siglos caer a Granaditas, porque las muchedumbres, con fuerzas infinitas, de tu escudo de armas arrancaron la fe!
Guanajuato, MCMXVI Hay que triunfar de cuestas y. de escarpados montes para poner las plantas dentro de tu recinto, y pisando tu suelo, de heroica sangre tinto, llevar el pensamiento hasta los horizontes que llena la silueta de un cura sobre un plinto.
Es copiosa la lumbre de audacia en tus historias que narran el arrojo de los indios esclavos, que hundíanse en la tierra como vivientes clavos, Noticia de de libros (Registro semanal, extractos y referencias de los libros y for İletos que se reciban de los Autores y de las Casas editoras)
Siete cuadernos: Carlos López (Pitiantuta. Asunción. Paraguay 1937 a) El árbol solo, por Olga Acevedo. Editorial. Guillermo Andreve: Cuentos. 20 de la serie Nascimento. Santiago de Chile. Biblioteca Cultura Nacional. Panamá. 1933.
b) Ernesto Giudici: Doctrina y táctica socia.
g) Luis Romero Estudio y análisis de las lista. Reformismo y marxismo. Editorial «Claharinas de masa de maíz. Su importancia en ridad. Buenos Aires.
la Rep. Mexicana. México. 1933.
c) Apuntes de Geologia. Algunas nociones sobre terremotos y temblores en Costa Rica, por Otro cuaderno: José Gómez Robleda; EsquizoSchaufelberger. Con la colaboración don Emel frénico. Con tres dibujos de Montenegro. México.
Jiménez. San José de Costa Rica. 1933.
1933.
d) Enrique Garcés: Bajo lluvia de balas.
Donación del Embajador de México en Madrid: Los cuadros trágicos en el Hospital Civil. Quito.
Las Tablas de la Conquista de México en Ecuador, 1933 Madrid. Cuadernos Mexicanos de la Embajada de e) Natalicio Olmedo: Pitiantuta. Primera histo México en Madrid. 1933.
ricación documentada de las acciones libradas el Extractos y otras referencias de las obras, se 29 de junio y 15 de Julio del año 1932 en el duria ea próximas ediciones.
Caelum condidit umbra. Enrique Jiménez Dominguez La voz confusa perentoriamente dejó caer su acento enardecido sobre los océanos de mi frente, para la arquitectura de aquel nido ya desterrado de la fronda, cuyo Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica