Democracy

EDITOR: García Monge REPERTORIO AMERICANO Suscrición mensual, C2. 00 EXTERIOR. El semestre, 50 (El ano, 86. 00 am.
Giro bancario sobre Nueva York.
Correos: Letra SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Cuestión de opiniones graduado de Harvard, escritor muy conocido Más tarde, la suerte me trajo a esta ciudad de Boston y en ella tuve oportunidad de hacer relaciones con el doctor Isaac Goldberg. Envio del autor. Boston, marzo de 1929 Luis López «Los versos de Luis López son una sarta de inconveniencias que parecen escritas con el solo propósito de burlarse de los lectores. dijo el peninsular Señor de Valbuena y luego, como comentario, a aquello de cuatro perros detrás de una perrita, agrega. Esto no es poesía, es porquería, lo contrario de poesiar.
Con un humorismo de buena ley, los editores de la segunda edición de «Por el Atajo. han puesto, como exordio, estas palabras del terrible Señor de Valbuena.
Me ha hecho recordar estos conceptos un incidente lejano, pues el Señor de Valbuena. no andaba solo. Como el pensaron muchos hombres de letras, a quienes el Tuerto López sorprendía, sacudia, con su estro originalisimo; pero, el caso es que el Tuerto triun16, se ha impuesto y ha tomado, sin quererlo, y casi como por asalto, esas fortalezas del criterio literario.
No conocía yo ni de nombre al travieso cartagenero, cuando una tarde (y de esto hace ya muchos años) una poesia suya producia gran revuelo entre el personal de la Biblioteca Nacional de Bogotá que yo entonces frecuentaba asiduamente, en mi calidad de cesante o Maquetas capitolino, por obra y gracia de la alternabilidad republicana, como entre nosotros se llama la rapiña o distribución de los empleos públicos, concedidos en otras partes por concurso, o adjudicados en orden a la preparación y calificaciones de los aspirantes.
No recuerdo quién era por aquel entonces el Director de nuestra Biblioteca Nacional, pero lo que sí quedó bien grabado en mi memoria, fué la actitud airada con que uno de sus altos empleados, el poeta Dicguito Urihe, de muy grata memoria, no3 pasaba a todos un periodiquin en que aparecían los versos aquellos: Domingo de bochorno, mediodía de reverberación solar, Un policia como empotrado en un guardacantón, durmiendo gravemente. Porqueria de un perro en un pretil. Indigestión de abad, cacofonia sorda de un cigarrón.
Esto no es poesía, es porquera, decía Dieguito, lo mismo que Mr. de Valbuena, a lo cual asentia gravemente el General Manuel María Castro, Ministro de Guerra del Quinquenio y que por una de esas viscisitudes de nuestra democracia, con gran dignidad, desempeñaba en aquel tiempo un modesto empleo en la Biblioteca. decir verdad, yo no pensé con estos caballeros, pues lego en cuestiones literarias, respeté su opinión y callé la mia. Me pasó a la inversa de lo que ocurre a algunos con los conciertos de música, llamada música de cámara, que micntras los peritos y diletantes hablan de la belleza y sublimidad de la música, ellos se aburren y les parece todo ello un ruido detestable o un concierto desarticulado de cobres y violines y estrafalarias las actitudes del Conductor.
Pues yo cogí el papel y en silencio volví a leer aquello que producía tanto escándalo y cuando terminé, con el grito del borracho aquel, que rompe la quietud dominical, con un Viva el partido liberal. dije para mis adentros. Aquí hay originalidad: quien esto escribe tiene un hondo sentido para apreciar, en forma de verso, las cosas comicas de la vida parroquial. pasaron los años. EI Tuerto continuo caricaturando la vida en sus versos raros y en todas partes empezaron a surgir admiradores reflexivos, aquellos que, antes que medir los versos con cabuyas. se pagan de la originalidad, sin parar mientes en los moldes rutinarios y estrechos de la métrica castellana.
Un dia llega a Barranquilla un mozo de Paris. Era un brasilero intelectual, que alternaba la vida vendiendo paños de fabricación inglesa. Quiero, me dijo, conseguir los versos de López. En Europa he leido algunos y tengo locura por hacerme a la obra completa. cada vez que el brasilero se asomaba al balcón de nuestra vivienda, ante la «reverberación solar» y la «placidez lugareña. viendo el desfile de perros por la calle, con risa festiva exclamaba siempre, recordando el cuadro trazado en «Tedio de la parroquia. Cuatro perros detrás de una perrital.
En otra ocasión un amigo desde la capital de Bolivia, ciudad perdida en el corazón de los Andes meridionales, me escribía para pedirme, en forma muy suplicatoria, que le consiguiera las obras completas de López.
Pasan más años. El Tuerto es ya una figura que podremos llamar consagrada. Voy Venezuela y en Caracas algunos intelectuales me piden noticias de López y también inquieren por las obras suyas.
Por cierto que yo llevaba dos tomos entre mi bagaje de agente viajero. Uno de éstos. De mi villarios, obsequio personal del autor. Una noche, en Cartagena, decía yo al Tuerto que no tenía en la colección mia ese volumen y el Tuerto, con una generosidad ilimitada, en brote característico, va rápidamente a su casa y me trae el ejemplar de su colección muy particular, que conservo hoy con aprecio singular.
El otro volumen «Varios a Varios me lo traspapelaron en Caracas. Leoncio Martínez, un intelectual travieso, Director de un semanario jocoso titulado «Fantoches. se quedó con él pero el inolvidable Abraham López Penha, coautor de ese volumen, a quien por carta refería mis cuitas me lo repuso muy generosamente, con el ejemplar de su colección.
en este país, hebreo de raza, políglota y autoridad en cuestiones literarias, y en este escritor del Norte, encuentro otro admirador devotisimo de nuestro coterráneo.
Cada vez que Goldberg menciona a López, parece dibujarse una festiva sonrisa en sus labios. tal punto celebra las excentricidades poéticas del hijo de la ciudad amurallada, patria también de «Núñez y Antonia la Pelada. que, al yo hacerle conocer aquel soneto «A un amigo. a quien por darle «la ventolera matrimonial, de «alegre y camorrista. se tornó impasible y manso como un buey, Goldberg lo tradujo, en forma privada, para que su consorte pudiera saborear la silueta moral que del hombre casado hacia el hijo irreverente del trópico.
Todos estos pequeños incidentes, tomados aquí y allá, en opuestos puntos del globo. qué prueban? Que don Antonio de Valbuena y los que con el juzgaban a priori una nueva forma de producción literaria no tenían razón. Ellos no se detuvieron a analizar lo que se escondía tras de esa fachada incongruente de que nos habla el terrible critico peninsular. En el público, es el lector inteligente y sin prejuicios literarios, el que mejor juzga la obra de los poetas. Ella es buena si toca el corazón de las masas o despierta en la inteligencia de los lectores una emoción.
Que López ha conseguido esto, lo prueba el hecho de que, sin propagandas de ninguna clase y más bien rehuyendo el bulto, y con modestas ediciones de provincia, ha llegado a todas partes o, como dicen nuestros gacetilleros. ha traspasado las fronteras de la Patria.
En lo que si está cierto don Antonio, es cuando afirma que los versos de López parecen escritos con el sólo propósito de burlarse de sus lectores. Eso es! El Tuerto no cree en sus versos, ni toma en serio sus admiradores. El se ríe de todo eso! Empezó a escribir, a hacer versos raros, caricaturas de la vida de parroquia, por divertirse y continúa divirtiéndose, muchas veces con produccio. nes anónimas, de sabor muy local, escritos en los mostradores de «El Bodegón. Aquí, en Boston, con un inteligente amigo colombiano, costeño por más señas, cuando queríamos alternar con la vida precipitada y un poco brutal de estas grandes ciudades los recuerdos lugareños, abríamos «Por el atajo y cómo reíamos al comentar aquellos brochazos cortos, aquellas frases en que, con dos palabras, dice el Tucrto un montón de cosas cómicas! Todo eso leido entre el ambiente frio, tieso y rutinario del norte, tiene un efecto exótico, evocador y festivo, que no es fácil para ser dicho.
Cuando fuí a Cartagena en calidad de «admirador, el Tuerto me cruzaba las calles, pero la oportunidad nos puso frente a frente y desde entonces fuimos grandes amigos. Luis Carlos tiene una manera muy singular de estrechar la mano. Al hacerlo parece que guiña el ojo, ese que le ha dado el calificativo famoso de tuerto, pero el apretón de su diestra seca y huesuda, es un apretón cuya sinceridad es muy elocuente. Hoy día él en Munich vo en Boston, servimos como Cónsules a la República. Un chimpancé del jardín zoológico diz que también lo ha congratulado. estrechando esa mano y. ciertamente, como colega suyo en esto del business consular, no espero yo cosechar tantos laureles!
Enrique Naranjo Imprenta LA TRIBUNA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica