Liberalism

REPERTORIO AMERICANO 121 DOS MISTICOS: González y Esquiú De La Nación. Buenos Aires.
cl silencio y recogimiento se acercan Jnas a otras, tímidas y pudorosas; se conversan, como lo advierte un escritor europeo, haciéndonos imaginar una tertulia de palomas Allí se linen Pocos han admirado a Fray Mamerto Esquiú tan fervorosamente como Joaquín González. Sin embargo, fueron muy distintos, en las formas, aquel santo y este sabio artista. Unə hizo voto de castidad y de pobreza, cumpliéndolo hasta la abnegación y el martirio, remon.
tándose a la región seráfica donde mo.
ra Francisco de Asís. El otro rozó todas las formas del mundanal torbellino y sube a la gloria eterna en alas de la belleza.
las dos personalidades, desprendidas de todo lastre material, en liviandad etérea, que les permite ascender confundidas, después de haber roto para siempre el paralelo provisional que les trazó el destino.
Esquiú se ajustó a los números soiemnes y apostólicos.
Sin duda González oyó, en el fondo de su alma, voces y anuncios celestiales que le inspiraron el hondo amor de justicia, de verdad, de belleza, tramos de la escala divina que nos aproxima a Dios. En sus últimos años no hablaba ya el poeta, ni el literato, ni el jurisconsulto, ni el político. Su voz traía el eco grave de los patriarcas y la dulcedumbre de los apóstoles. Su verbo exhalaba olor de altares y de Biblia. Nuevas luces encendíanse en su espíritu, como en un templo. Deleitábase en la visión de los grandes frailes argentinos. Fray Ramón de la Quintana le dedica una de sus más bellas páginas; el recuerdo de Fray Santa María de Oro lo incendia de misticismo patriótico.
Conoció a Esquiú y tuvo la felicidad de absorber, con emoción precursora, su luminosa elocuencia. He sentido decía en su famoso discurso del Senado de la Nación, pronunciado el 25 de agosto de 1921. Pro estatua al obispo Esquiú la impresión profunda e indeleble de su elocuencia, cuyos acentos nunca pueden olvidarse si se ha tenido la suerte de escucharlos. De manera que si pudiera definir su elocuencia er: una forma exacta, se podría decir qus Esquiú la poseía por revelación de la naturaleza misma, en cuyo seno ha nacido. Estas cualidades, impresas por el medio ambiente en un temperamento de selección, dieron a su voz esa vibración única que sólo los que hemos tenido la felicidad de oírla podemos apreciar en su valor emocional; una vibración de honda melancolía y suave ritmo, que penetraba en las fibras de todos los oyentes aun cuando expresase los conceptos más sencillos de la vida vulgar. en este don de la elocuencia se encuentra, precisamente, una de las diferencias que más los aparta. González no fué orador. Toda teatralidad le repugna. No ha nacido orador ni tratć de hacerse. Su voz era opaca y nasal.
Sus ademanes casi no existían. Pero es tal la fuerza de sinceridad e inmenso el resplandor de su talento, unidos a Una noche, avanzada la hora, un frai.
je desconocido, que por su aspecto fatigado y el desaliño de su indumentaria parecía venir de un largo y penoso viaje, llamó a las puertas del histórico convento de Tarija.
El sacristán, somnoliento y malhumorado, dió paso al forastero, y le indicó para su reposo una celda lejana, donde en compañía de otro sacerdote podía descansar hasta el día siguiente. Antes de que la claridad del alba penetrase a la celda, el compañero de Esquiú porque éste era el recién llegado tomó sus Fray Mamerto Esquiú útiles de labranza y salió para el campo, regresando obscura ya la noche.
Sin saludar casi, acercó un banco a la cierta gracia que fluía de su calidad gen rústica y desmantelada mesa en la que tilicia, que en este discurso sobre el frailo esperaba la frugalísima comida que le catamarqueño, como sucedió en otros, devoro.
consiguió arrancar a la sala absorta una Esquiú, sentado frente a la ventana exclamación de alabanza venida de lo pequeña y cuadrada, se hallaba en uno intimo, distinta de los aplausos ruidosos de sus momentos de embelesada. medide la política o de la barricada, en los tación. Un rayo de luna le iluminaba el que resuenan bajos elenientos aleatorios. rostro y afinaba su éxtasis en tenue paAquellas cálidas y dulces manifestalidez.
ciones de amor a un representante de ¡Quién sabe la inquietante y misteriola Iglesia Católica, dichas por una de so sugestión que sintió en sus adentros las cumbres más altas del liberalismo el fraile de Tarija, cuando un aviso sin argentino, fueron lección de tolerancia palabras hizo que contemplase profunday rayo de luz a la intransigencia facciosa. mente al desconocido y le preguntase En la esencia sublime del amor se tocon raro anhelo!
can las almas, desaparecida la barrera Hermano: 1sted viene de la Arde intereses que forman la desconfianza, gentina?
el rencor, el egoísmo, la vanidad. En. Sí, hermano. es verdad que anda por ahí un sacerdote muy inspirado, un brador que los pueblos siguen llenos de fe, que se llama Fray Mamerto Esquiú. Usted lo conoce. Sí lo conozco, hermano, y puedo. asegurarle que es como cualquiera de nosotros. No tiene nada de extraorb dinario.
En idénticas circunstancias, González y Esquiú hubieran experimentado la misma atracción de sus almas afines. Las preguntas fueran iguales, y las respuescas, fundiéndose en la base, resultarían distintas sólo en el desarrollo y ramificaciones. Así la estructura legal y orgánica de dos religiones que con principios semejantes se apartaran en la expresión poética (le la concepción.
Alis Los dos han nacido en las montañas y sus moldes intrínsecos parecieran haberse calcado en las aristas inmortales de los bloques que, en procesión gigantesca, van azulándose hasta el cielo, vistiéndose de infinitos matices durante el día, supersensibizs a la multitud de rumores ocultos y al lenguaje luminoso de González Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica