REPERTORIO AMERICANO 591. Sinfonia del Trópico cien mil cataratas del cielo despeñanse y asordan e inundan los ámbitos. Colaboración la emoción desbordada en el pecho y en los negros ojos un negro relámpago.
Claror, precursor, agrisa la sombra nocturna, redobla el torrente su opaco tambor; y la brisa fresca de la madrugada apaga luceros, susurra en las frondas, y entrcabre los ojos dormidos en ranchos, cubiles y nidos.
Los cielos la palma real abanica y barre las sombras y vuelve los cielos de gris y amaranto; deslien su aroma en el aire albérchigos, nísperos, plátanos; emiten las ranas sus toscos alegros, el grillo estridula su solo monótono y agrio; cerriles de amor y de guerra clarinean heroicos los gallos, y las vacas mujen y en honor del dia en su campanile repican los pájaros.
Impon: sus fueros el hambre y sus bríos; de patos silvestre bandada en pos de lagunas y rios hiende el aire de seda rasgada; otra nube el espacio estremece, sobre los maizales la nube de verdes pericos: y a los cunaguaros feroces y hambrientos se ofrece la banda ruidosa de micos.
Al sol de las doce resoplan y sudan los fuertes caballos; y al peso del fruto por las carreteras, cubiertas de polvo, traquean los carros.
Ya cesa el peón su faena bajo férvido sol meridiano; el humo casero lo im y lo gui olor de sancocho le adula el olfato; y al bravo labriego saludan en la puerta abierta del rancho, gruñidos del cerdo, rebuznos del asno, cacareos, balidas, trinos, el latir del perro y el maullar del gato, el regaño fiel de la esposa y el lloriqueo del muchacho.
Los truenos no paran su atroz cañoneo, fulmina los troncos el rayo, los ríos se enturbian, se acrecen y mujen; el viento desgaja arbolados, ulula furente, castiga a la lluvia, le mesa los grises cabellos mojados, la horizontaliza, y a lo lejos se la lleva de aletazo en aletazo.
Arroyos a miles discurren por todos los campos; son agua los cielos, agua los caminos, el agua ruidosa, cadente, sacude el espacio; las mujeres musitan preces y toros y vacas sepultan en tierra sus dos pararrayos.
Cesó la tormenta. La luz del crepúsculo, sol pálido, alumbra la nueva natura, natura de estreno, mundo de Juvencio, mundo renovado; muy limpido y suave el ambiente, el cielo grisáceo, los árboles reverdecidos, y de un verde fresco los tallos.
Después del terrible crecendo de toda la or.
questa, los solos muy pianos.
De sus escondrijos brotan los insectos, salen los lagartos, el conejo a roer sus briznas, a picar sus frutas el pájaro, el venado a pastar su yerba, y el jaguar a cazar venados, Ya el sol achicharra campiñas, ya ciega la luz; el molino, sin aire, es un Cristo innoble, silente, los brazos en cruz.
Las bestias se acojen, rendidas, a sombra de nido y cubil; las piedras fulguran, las hojas ardidas. maldicen del cielo de fuego y de añil.
En el hondo sopor de la siesta celebra el silencio su fiesta, se rinde natura al calor, tan sólo, judío errante, el torrente, en la liora dormida y candente camina y redobla su opaco, su eterno tambor. Qué lejos la orquídea fresca y rosicier, de la amanecida!
Los terues rubores del alba, los tonos de rosa y de malva!
El sol ya recubre los campos de luz y de vida.
Ha henchido la ordeña camazas de rieve, el queso criollo salió de los cinchos, y trotan las recuas al sol de las nueve, y suenan rijosos relinchos.
El sol va en ascenso. Labriegos de músculos recios aguijan las yuntas o blanden las hoces o es cardan los prados; se emperlan las frentes, axilas y manos. y con canturreos engañan los pobres peones el tiempo y cansancio.
En el fúlgido cielo zafíreo un pulto de tinta negrea al ocaso; el punto se infla, conviértese en nube, la nube creciente asombra el espacio; al ras de la tierra zigzaguean pájaros; los brutos parece que dejan de serlo, la tigres los zorros, se acogen al antro, y se echan al rio los saurios. Chis, chás. la lluvia repica las frondas, un trueno retumba, rubrica el relámpago; La noche colgó su bandera de Estados Unidos, rútila de estrellas, sobre aldeag y campos dormidos.
Con sui manto de terciopejo negro, y cubierta de diamantes, descendió, pausada, del cielo. Cuántos élitros resonantes, le presentan la bienvenida. Cuántas luciérnagas en celo con su lamparita encendida, que se buscan entre las sombras para la dulce acometida. La saluda la jovencita con ayes de duelo y placer, en aquella primera cita en que se convierte en mujer.
El mayido de Zapaquilda desde los brazos de Don Juan; y el suspiro del pecho humano después de rendir culto a Pan.
Claror precursor, agrisa la sombra nocturna, redobla el torrente su opaco tambor; y la brisa fresca de la madrugada apaga luceros, susurra en las frondas, y entreabre los ojos dormidos en ranchos, cubiles y nidos.
Cencerro sonante denuncia ovejas y cabras en prietos rebaños; y los cazadores regresan del monte entre los ladridos y los trompetazos, con lo, morralillos llenos de conejos y las parihuelas llenas de venados.
Cansancio mental Neurastenia Surmenage Fatiga general En el río desnudos sumerjen su cuerpo los niños de quince a veinte años, chillando, parleras cotorras, felices tristones, nadando; y las chicas ocultas atisban entre cañas, los pies en el barro, Blanco Fombona son las dolencias que se curan rápidamente con Barcelona, 17 de junio de 1932 KINOCOLA Primicias de Oro de Indias Poemas Neo Mundiales Por JOSE SANTOS CHOCANO ROGELIO SOTELA el medicamento del cual dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que ABOGADO NOTARIO «Tierras Mágicas. Las Mil y Una Noches de América. Alma de Virrey. Corazón Aventureron. 400 páginas de poesia y arte.
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