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REPERTORIO AMERICANO 87 Son un collar que envuelve toda la comba azul.
Aunque el ébano mágico insiste en sugerir: Llámala, que no duerme, para pensar en ti.
Quiero alli por la última vez arrullarme en tu voz.
Pero el silencio envuélveme diciendo. para qué levantar de su tumba el adiós?
Tu voz lejana y temblorosa se empeña en repetir la súplica desesperada. Me llevas. Oyeme. Erase una estrella. Me llevas. Pero escucha.
Ura estrella que jole al cometa ambulante: arráncame del cielo, que soy tuya. Quédate en tu apacible constelación. En vano te quisiera usurpar, Quizá al romper un hilo se deshilvane toda la bóveda estelar.
Sobre nuestro idilio romántico desflecó la pasión su ráfaga.
Tu cabeza inclinada en mi pecho, Se bautizó en la lluvia cálida de caricias, besos y arrullos.
Emergió del glaciar de tu ánima una tibieza insólita por la grieta que abrió mi avalancha.
Se te humedecieron los ojos con la nieve hecha gotas amargas. Llevo aún en la boca el sabor de lus lágrimas y en mis manos aun siento la seda de tu cabellera ondulada.
El astro tentador contemplo el firmamento para quedar extático. Llévame, si. No puedo.
La estrella teinblaba, temblaba insistiendo, y hubiera querido fundirse en el aura del aventurero.
Pero me queda una ilusión: no necesito destrucción para vivir ni para amar.
Doquiera lléveme el azar. el firmamento será un don que nadie me podrá ocultar.
y al elevar hasta ese altar el corazón en mística contemplación, veré tu lumbre rutilar. No me levas contigo. Quise intentarlo; pero. qué errada sugestión!
No eres la estrella sola.
Hay hebras que te ligan a la constelación. Ve hasta las cunas donde duermen las cabecitas infontiles.
Bésalas con la misma ternura de siempre. Que les acaricie tu mano maternal el sueño.
Que tu abnegación las cobije con el manto de nuestros adioses.
Un sollozo levantó tus hombros vencidos. tus manos trémulas ocultaron el rostro.
Tus ojos se clavaron en la tierra opacados de llanto.
Las estrellas se atan con sus hilos de luz.
Agencias del REPERTORIO AMERICANO. Sabes. Ya no estoy triste.
Te veré siempre desde lejos sin que me abrume el imposible. Llorabas el dolor de ser nueva. Al quebrar el moldo recio del escrúpulo, el témpano de frialdad y soberbia, vertiste las lágrimas de los moribundos cuando el alma deja la prisión humana para volar a las estrellas.
PLEGARIA El barco se va suavemente como si lo impulsaran los pañuelos que baten sus adiós.
No siento el dolor del arranque, porque en valles lejanos en tus manos dejé el corazón.
Domina el desencanto.
No te ofusques. Contempla los nuevos horizontes que nuestro idilio a tu emoción despliega.
Si al glaciar se ha roto, no impidas ya que escape tu dolencia en pos de mi antorcha fugitiva, incierta.
Levanta los brazos, pero no como el ancla vencida. los brazos que vuelan!
Un plácido azul ceniciento, evocación inmensa de tus ojos que miré llorar, desmayase en gajos de nube y sobre la marea centellea con ritmos de mar.
Media noche. Las horas se van repiten las campanas esta vez más lejanas con su limpio, su lento tan tan. Reviviré tu voz?
No. No. Si nuestro adiós.
es un cadáver ya!
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En Managua, Nicaragua: Don López Bravo Calle No. 506 Gigan los horizontes vespertinos desplegando ambarinos retuzos en las breñas; y como nuestras vidas, en la playa erizada de barcas esqueléticas se mueven en sentido contrario los mástiles y las palmeras.
Duerme. Cuando se abran tus ojos al gris vacio matinal, aletazos de desconcierto en vano querrán animar la escarcha de tu indiferencia o mi caricia pasional, Voy de espaldas a log abismos del océano y de la tierra.
No me atraen los precipicios ni me subyugan las sirenas.
Sigo tan sólo en el celaje la bruma de la cordillera y escarmeno los grises vellones a medida que el barco. se aleja persiguiendo con ojos astrales la dulzura de tu faz angélica.
Al enjugar tus iris, un fuego animador iluminará el mundo de inquietud que te abri.
Luego, al mirarme ausente, dirás que sólo fui un preludio en tu nuevo panorama de amor, LA FUGA El ébano repica nervioso. El retintin me anuncia tu vigilia.
Cuando la mirada paseo, diluida en el ámbito iluminas todo mi interior, Pero hasta en las sombras te veo, lámpara milagrosa que me esboza los caminos de Dios. Llévame. Quiero huir!
Comenzar otra vida y soñar junto a ti.
Luis Enrique Osorio Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica