REPERTORIO AMERICANO 211 nes.
era idéntico. El cinematógrafo aventajaba al teatro como espectáculo, pero no como arte, y nada cuesta presagiar que este último recobrará su imperio. La representación por medio de figuras carecerá siempre del valor vital que posee la persona del actor. aquí tocamos ya el nudo de la cuestión plantcada.
Si el arte es, en efecto, una comunicación entre seres vivos, sus obras ienen por indispensable colaborador al espectador o al oyente; y en el caso de la música, al ejecutante. Hace algunos años la máquina pareció superar en definitiva el trabajo manual de los tejidos de lujo: tapices y encajes, por ejemplo. Estamos ya en plena reacción contra su exactitud adocenada. Preferimos la im.
perfección de la obra a mano.
Pero este concepto es también erróneo. La perfección artística no consiste en la exactitud, sino en el logro de la expresión personal. Lo que realmente nos satisface en la obra manual, no es la im.
perfección, sino la diferencia con que dicha expresión se manifiesta en cada objeto: su valor vital. si esto es tan im.
portante cuando se trata de un cacharro o de un tapete, cuanto más no lo será para la obra de arte, propiamente dicho.
La misma pieza musical, ejecutada por distintos músicos, adquiere esa superioridad sobre la reproducción mecánica de la mejor ejecución del mejor de entre ellos. Suponiendo, para no discu tir detalles, la perfecta exactitud de la máquiva. Se ha pretendido comparar esta ejecución adoceñada standardizada. como se dice en bárbaro, con la difusión del libro; pero, en éste, el lector es el ejecutante con que cuenta el artista, No es la información, sino la cultura musical lo que interesa. Pero otro error vulgar; muy difundido también, confunde cultura con instrucción, cuando esta última es tan sólo uno de los instrumentos de aquél Cultura es educación de la sensibilidad, y el mundo está lleno de eruditos incultos. Ahora bien, la sensibilidad es, precisamente, elemento diferenciador de lo que llamamos personalidad; de suerte que toda vulgarización mecánica de la cultura viene resultar contraproducente. La reproducción maquinal de las catedrales góticas no resucitaría la fe que engendró al arte gótico. Pero es seguro que éste se degradaría en dicha vulgarización anacrónica y arbitraria.
Anacronismo y arbitrariedad son inherentes a la posesión de la máquina. El uso discrecional del objeto comprado pa.
ra divertirse, constituye la plenitud de El insistente pregón comercial de la mercadería completa el proceso desquiciador.
Si consideramos que un arte tan fino como la música, al ser el que más directa y exclusivamente comunica la emoción de belleza, ha de requerir especiales condiciones de percepción, hallaremos el motivo del reposo, el silencio, la seguridad que para ello adoptan los espíritus cultos. Del propio modo que las artes plásticas requieren situación espe música, como se muele café, a las horas cial de ambiente y de luz, con lo cual más intempestivas de la mañana o de la no colocamos sus obras dondequiera, la siesta, reforzando su sonoridad a medimúsica precisa su hora de calma y des da que el oído, maltratado así, se entorpreocupación, que es por la tarde o por pece con estúpido sensualismo. Todos la noche; su orden distributivo, para los ruidos imaginables, que son los de que no se perjudiquen entre sí los tro esas horas absurdas, desbaratan brutalzos escuchados, destruyendo la capaci mente la ya excesiva impresión. El redad de atención con su exceso o su anar fuerzo se impone; y perdida con ello la quía y, sobre todo, el silencio, que, se noción del ámbito, que en la construcgún dije alguna vez, es la mitad de la ción musical como en la arquitectónicamúsica: especie de fondo delicadísimo la arquitectura es la música rígida. dicuya alteración destruye o degrada to jo Goethe constituye el fundamento da la obra, más aun que si embadurná proporcional, estallan a todo estruendo ramos o rompiéramos con brutalidad el la orquesta o el tenor en habitaciones de un cuadro digno de estima. Por esto donde apenas cabe el punteado de una llega a molestarnos hasta la respiración guitarra. Añádase a este barullo caótide nuestro vecino en la sala de concier. co la inescolanza brutal del tango con la tos. Por esto son ya sendas desventajas ópera, de la jazz con el coro vaticano: la mecánica percutoria y las notas he la abundancia inherente a esa facilidad chas del piano, el más maquinal de los de molienda; la carencia de pausas rainstrumentos, mientras tan grato nos re. cionales que sólo un entendido puede sulta en su excavación abismal el truegraduar. El atracón produce sus inabino del órgano.
tuales efectos: indigesta y estraga. La Esa mitad de la música es lo que falta pérdida del oído musical es, así, evidenprincipalmente a nuestras máquinas y a te. Muchos jóvenes, hasta de sangre sus ejecuciones. Son ellas la negación italiana; me han declarado ya que predel silencio; mientras la verdadera mú fieren la máquina a la orquesta y al cansica es la animación de ese elemento prito. Otros, que no los molesta el chirrimordial que contiene todas sus posibi do sobre el cual, en vez del silencio, se lidades: la creación por excelencia, a se desarrolla la música de ciertas audicio.
mejanza del espíritu flotante sobre las Es la incultura musical en su pleaguas caóticas. In principio erat vernitud, pues aquí corresponde una adverbum.
tencia: la máquina, como cualquier obAdquiridas por cuanto inculto puede jeto, puede comprarse, pero la Belleza comprarlas, nuestras máquinas fabrican no. Cuando se adquiere un cuadro, una estatua, un libro, lo que se paga es el trabajo del artista. La belleza que hay Biblioteca Argentina Babel en su obra él la regala. Porque el goce de este bien no es cuestión de precio Algunos libros de formato mayor sino de sensibilidad. De ésta depende. cuidadosamente impresos el goce artístico, no de la adquisición de la obra de arte. La Belleza no tiene pre.
TITERES DE PIES LIGEROS cio en realidad. Por Ezequiel Martínez Estrada Hay una barbarie de la máquina como Primer Premio Nacional de Letras la hay de la filosofía, que viene de poner Precio: m las en poder de bárbaros: pues la inculHISTORIA DE SARMIENTO tura y no ellas es lo pernicioso. Mas, del propio modo que no hay belleza maquiPor Leopoldo Lugones Una obra no superada hasta hoy.
nal, tampoco existe cultura máquina. No Nueva edición revisada por el cutor.
se puede fabricar emociones ni estados Precio m de conciencia, tal cual si fuesen artícuRADIOGRAFIA DE LA PAMPA los industriales. La música maquinal es Por Ezequiel Martinez Estrada uno de éstos, como el espectáculo del ci.
nematógrafo. Divierten, pero no consEnsayo orgánico sobre la realidad argentina.
Un libro valiente y nuevo. Precio: m tituyen manifestaciones artísticas. La música, como el teatro, requieren la coNUESTRA AMERICA laboración de la vida en las sendas pérPor Waldo Frank sonas del ejecutante y del actor. Aquí La revelación de un mundo nuevo.
Prólogo especial para esta edición.
está el secreto del triunfo para el arte Precio: min.
en pasajera crisis. Así como la voz huNOCTURNOS mana continúa siendo el mejor instrumento musical, modelo de todos los Por Luis Franco otros, la sensibilidad humana es el meUn libro Intenso y modernísimo.
Veinte poemas absolutamer Inéditos.
jor agente comunicativo de la emoción Precio: min de belleza. La obra de arte es una espiritualización de la materia, que la máEL JUEGO EXISTENCIAL quina no puede producir, como no lo Por Carlos Astrada hace con ninguna entidad viviente. No De gran interés y actualldad. Una actitud frente a los grandes problemas fundamentales. reproduce sino la materia, porque tales son su poder y su objeto. Constituye una gloria de la inteligencia y a su reiPedidos al Repertorio Americano y a nuestra Administración: Entre Ríos 1585.
no pertenece, pero le es ajeno al domiBuenos Aires.
nio de la emoción, Leopoldo Lugones Con ilustraciones del autor.
a su goce.
Precio: min Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica