REPERTORIO AMERICANO 171 Crónica de un viaje aéreo a México. Viene de la página 167)
adelante, con la bandera de Méxi. cían sus ricos vestidos regionales co, la de Costa Rica Le agrade más de doscientos caballeros de lo cimcs emocionados tan oportuna más selecto de la sociedad mexicagentileza.
na, hechos piel de venado unos, Habrá que decir como parén. e otros de piel de gamuza, adornados sis, aquí, que el señor Estrada es a veces con piel de leopardo, todos gran amador de nuestra patria; recamados preciosamente y cada alla nos invitó varias veces a co uno queriendo sobrepujar a los demer en su casa, y los costarricen más en lujo y elegancia. Allí tuvo ses tuvimos la feliz oportunidad de oporiunidad nuestro querido comser huéspedes suyos en dos oca pañero de viaje el ingeniero don siones.
Francisco Jiménez Ortiz de lucir un rico traje de charro y sus habiNos estaba reservado conocer lidades de jinete, pues le concedieuna de las fiestas más típicas y ron el honor de desfilar entre ellos por eso más bellas: el Jaripeo. o y de estar en el coleo.
fiesta de los charros, en la que lu En los juegos del coleo vimos suertes arriesgadas y extrañas y hasta pudimos admirar al anciano Marqués de Guadalupe hacer alarde ce su agilidad y de su fuerza en el dificil juego.
Le máquina de cine quc traia nucstro don Francisco Jiménez empezó a funcionar aquí. Ulate y el Coronel Lizano se prepararon una hora antes con lecciones sobre su manejo con un operador de La Universal. Sudaron, se fatigaron tomando distintos aspectos del juego; nos hicieron posar a nosotros mismos. al llegar a revelarla, se nos dijo que no tenía película la máquina. Habian arado en el vacio los queridos amigos!
Costa Rica y por cierto que uno de rosotros, que nunca había demostrado ser músico, improvisó felizmente las notas de nuestro canto nacional en el piano que alli eslaba, coronándose así armoniosamente, alegremente, aquella tarde en que estuvo presente la Patria.
la noche del 15 de setiembre fuimos al Palacio de Gobierno. Eramos invitados de honor para asistir a la Fiesta Nacional de El Grito. como se la llama en México.
Fiesta elegante, de sobriedad y distinción, llena a la vez de majestad y de entusiasmo patriótico. Se había invitado solamente al Cuerpo Diplomático, a los altos funcio.
narios del Gobierno, a los aviadores cubanos que habían llegado el día anterior, y a la Misión de Costa Rica. Con sólo esa invitación hubo bastante para llenar los cinco hermosos salones del Palacio, tan numeroso es en México el elemento diplomático. La orquesta de Lerdo de Tejada, dirigida por él mismo, amenizó en Palacio la fiesta.
Todos sus componentes vestian traje regional. Yo sentí el impulso de abrazar al maestro director de aquella famosa orquesta que se presentaba tan típicamente en Palacio, y sin que me lo hubieran presentado, nos abrazamos largitmente. El me habló de su deseo de traer su orquesta a Costa Rica y es posible que lleve a cabo su propósito. En esa fiesta conocí tanibién al gran escritor ecuatoriano, Ministro de su patria en Washington y en México, don Gonzalo Zaldumbide.
Todos esperábamos las once de la noche, la hora de El Grito.
Salimos al balcón. Más de trescientos reflectores iluminaban el Palacio desde abajo y hacían versc como de marfil el frente de la hermosa Catedral.
Abajo, en la plaza de la Constitución, doscientos mil hombres se mecían en el oleaje humano, esperando el momento de El Grito. las once en punto se asoma el Presidente de la República a uno de los balcones, y alzando la bandera nacional, toca la campana histórica del Padre Hidalgo, la misma que llamó a los hombres para luchar por la Independencia, y da el grito de Viva México. Viva la Libertad El pueblo todo contesta encendido de un entusiasmo que emociona. Viva México, Viva la Libertad!
Al mismo tiempo, las doce camparas de la vieja y hermosa Ca.
tedral que está al frente hacían coros aquella fiesta civica con su tañido imponente.
Mientras, en el Palacio se brindaha con champaña por la liber.
tad y por la prosperidad de este pueblo privilegiado.
Al salir de aquella fiesta inolvidable, nuestro amigo don Juan Estrada, quien ya dijimos, ha servido a su patria como Encargado de Negocios en nuestro país, nos ofreció su automóvil, En él lucia.
El domingo 19 se nos hizo un homenaje inolvidable a nosotros los de la Misión costarricense y a los aviadores cubanos. Se preparó especialmente, para dedicárnosla, una Revista Militar, con elementos de tierra y aire. Presidimos el acto ci General Azcárate, Jefe del Estado Mayor, el Lic. Médiz Bolio y su señora, la señora del General Cházaro y nosotros los homenajeados. En esta Revista Militar destiiaron elementos de todo el ejército: caballería, artillería, flotillas aeroplanos, cadetes uniformados de gala, etc. etc.
Comenzaron las maniobras, las tres flotillas aéreas se acercaron.
al palco donde estábamos y haciendo un viraje gracioso frente a la tribuna, rendian su saludo milia tar y se elevaban en formación.
Eran 21 golondrinas que bajo cl ciclo claro de México se ponían en ordenado desfile y eran los ojos y los oidos del ejército que esperaba abajo.
Un simulacro de asalto dió la caballeria al mando del General Cházaro, mientras la artillería disparab2 sus cañones y los infanteros Se echaban a tierra para disparar en el avance. Todo el tiempo los cubrían con su vuelo vigilante 109 aeroplanos de defensa y ataque, y aun vimos que a dos mil metros de altura se lanzó un oficial en su paracaídas. Emocionante espectáculo!
Los alumnos del Colegio Militar hicieron ante nosotros iucidos ejercicios y todo el ejército que actuó en la Revista desfilo ante nuestra tribuna al compás de una música.
marcial. cerrando la marcha el grupo de cadetes que con sus guantes blancos ponían una nota más de elegancia en aquel conjunto.
Al día siguiente vimos a estos mismos cadetes en su Escuela Militar, cuyo edificio ocupa como seis ma:izanas y que es una de las mejoros de América. Imposible será en la rapidez con que hacemos este relato, referir con detalle todo lo que vimos en aquel Colegio ejemplar: habrá oportunidad para hacerio luego, dignamente.
Pablo Zelaya en su estudio de Madrid. 1922. El telegrama de Tegucigalpa, de marzo, dice: Al señor Garcia Monge: Enterado del aprecio que en ese pais guardan para el artista hondureño Pablo Zelaya, tengo la pena de participarle que el falleció anoche en esta ciudad.
Jesús Rodríguez Ciertamente, apreciábamos y queríamos a Pablo Zelaya y nos duele de veras que tan pronto se haya ido. Tantas esperanzas cifrábamos en este hábil pintor hondureño! Sentimos mucho su ausencia, pero nadie como nuestro anigo Marco Aurelio Zumbado, que fué para Zelaya como padre o hermano, así se empeñó, y lo obtuvo, porque se trasladara a España a hacer estudios de pintura. cómo consuela, Marco Aurelio, la gratitud constante y tierna de Zelaya, hombre bien nacido. En tierras estériles como éstas, donde lo usual es criar cuervos que más tarde sacan los ojos a sus protectores y amigos.
Esa tarde, después de la impresiopante Revista Militar en que atronaron los cañones y los paracaídas nos dejaron el ánimo suspenso, almorzamos con nuestros invitados de ese día en el Regis. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica