REPERTORIO AMERICANO 211 ΕΙ cholo Vindas un que estaba. Malaquías Badilla. Isidro Mena. Jacinto Alfaro. Envio del autor. San José, Cantaba el mandador y entregaba el salario.
La cuadrilla, olorosa a sudor, recibía el jornal de la semana. El cholo Vindas es desgraciao, me quitó orilla, atiene a que un matón, pero me las va pagar. No te metás con el cholo Vindas. Yo no le tengo miedo a naide. Pos ya stás albertío.
Era sábado, el cafetal de la hacienda había quedado lindamente aporcado por tan valientes paieros. la noche, toda la cuadrilla habíase reunido en el comisariato de la hacienda. Algunos bebían, prodigándose palabras y golpecitos afectuosos: otros discutían acaloradamente asuntos sin imporMadera de Carlos Salazar tancia; los de más allá jugaban dinero a las cartas y el resto cantaba en notoria desarmoen espera de quedar vengados Miguel Camacho, sordo, cienía di voces, acompañados a sin arriesgar el pellejo. go, rabioso, se había echado a guitarra y dulzaina. Sí. Onde está el cholo la calle, cuchillo en mano.
De pronto, Miguel CamaVindas, que que dicen que Como llegue el Cholo cho, lanzando una maldición, tan hombre? Traigansen al Vindas, aquí aber un matao.
alboroto, como a un panal, to cholo. Miguel tiene razón, el da la armonía del peonaje. El cholo es malo. Me cholo le quitó orilla en el ca Estaba enfurecido, la hoja jor que vités!
fetal sólo pa ganase el cuatro resplandeciente de su cuchillo Yo soy más hombre que más.
había trazado en el aire una cholo.
Las mujeres del lugar hainterrogación de luz, mientras Sosegate, Miguel; tené bían legado santiguándose a oteaba entre la concurrencia, juicio. Vos sos mi amigo? la gritería y el polvazal.
con fatídica mirada. Yo no soy amigo de nai Alguien murmuró. Onde está el cholo Vinde. Onde está el cholo Vin. Ahí viene el cholo. das?
das. Allà, en lo alto del camino Todo el mundo quedó inmóvil, El cholo Vindas no estaba Nocturno de José Asunción (1)
allí.
Miguel Camacho había vuel De Caras y Carelas to, a gritar: Una noche como esta noche, el mundo suelto de su mano. Onde está el cholo Vinde Cirne llena, esa seria, como el pichón de la que cria, das?
la noche de José Asunción, hacia la hora doudécinia, Algunos se llegaron a Mi cuando a acabarse se tendia; sin su calor se nos enfria; guel. Qué te pasa, Camacho?
Emponzoñada por el sapo Arreada por el Proteryo. Onde está el cholo Vin que echa su humor en hierba fria, que huele al siervo por la herida, das?
y a la hierba llama al acedo y le ofrece en el humus negro. Sosegate, Miguel!
a revolcarse en accedias; venda más negra todavia. Onde está el cholo Vindas?
Alumbrada por esta luna. Venda apretada de la tierra El cholo Vindas no está.
barragana de gran falsia, que como a Anthero (2) cerraria. Pa qué lo querés?
que la locura hace de plata con. Jana negra de la nada Miguel Camacho había mora como olivo o sabiduria; la boca de las elegias. dido con los ojos al que se lo Gobernada por esta hora Noche en que la divina hermana preguntó.
en que al Cristo fuerte se olvida, con la montaña se dormia. Qué pa qué? Pa cortay su mano, vuelta derrota, sin entender que los que aman le el resuello.
suelta el mundo que sostenia; se han de dormir viniendo el dia.
Los más amigos de Camacho lo habían sujetado haComo esta noche, como esta noche, ciéndole ver las ineludibles la de José Asunción seria.
consecuencias de provocar al Cholo.
Gabriela Mistral Algunos otros, enemigos tí(1) José Asunción Silva, el poeta suicida de Colombia.
midos de Vindas, lo azuzaban (2) Anthero de Quenthal, también poeta suicida.
y entre la semioscuridad, veíase la figura atlética y brutal del cholo Vindas.
Entonces se hizo un trágico silencio en todo el peonaje.
El temerario acercábase pausadamente, chasqueando con deieite un cabo de puro.
Miguel apretó el puño del cuchillo y avanzó decidido. Sacá tu cruceta, cholo desgraciao, pa que nos cortemos ora mesmo.
Vindas detuvo el paso, comprendió la amenaza y retrocedió sin dar la espalda.
iDefendete, cholo, o te mato e cualesquier manera!
Nadie creía lo viendo. El cholo Vindas evadía la riña, se acobardaba, retrocedía.
Miguel lo hostigó. Tenés miedo?
La gente esperaba un salto del tigre sobre su adversario, entonces quedaría. un muerto en el camino y ese muerto había de ser irremediablemente el pobre Miguel. Algunos azuzaban al cholo. Idiai, cholo. Onde está el hombre. No seas cobarde!
Aquellas frases parecían no exasperar la desmedida fiereza de Vindas.
El eco en las montañas iba repitiendo a lo lejos las últimas palabras. Cholol. Hombre.
Gi Cobarde. Vindas contempló la multitud y pasándose el reverso de su manaza por la boca, como para evitar una sola palabra, volvió la espalda.
Fué entonces cuando Miguel Camacho se detuvo gritando, orondo y presumido. Allí lo tenés, corrío, al más valiente la pionada Jem. El que no le perdona a naide nada!
Mientras tanto el cholo caminaba hacia su casa, sintiendo en la cabeza, como pedradas, las burlas de todo el peonaje revuelto y exaltado.
Ildefonso Mora había alcanzado a Vindas y sujetándolo de un br lo interpeló: Gildiai, cholo. Qué jué eso?
El cholo lo miró sonriente. Sabes qué s? Que Miquela, mi mujer, acaba de tener un chacalín. en la noche negra, brillaron sus ojos como la luz del cocuyo.
Carlos Salazar Marzo, 1933. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica