REPERTORIO AMERICANO 235 Poesías de Paul Valéry Versiones de RAFAEL LOZANO Sacadas de un tomito de Poesías de Paul Valéry que ha de aparecer en las Ediciones del Convivio. San José de Costa Rica HELENA LAS GRANADAS ¡Azur. soy yo. Que retorno de las grutas de la muerte para oír el oleaje contra las gradas sonoras y para ver las galeras resurgir en las auroras con filudos remos de oro venciendo la sombra inerte.
Duras granadas entreabiertas: os rompe el exceso de granos cual pensamientos soberanos revientan las frentes alertas.
Con mis manos solitarias, llamo ahora a los monarcas en cuyas barbas salobres jugaban mis dedos puros; yo gemia, mientras ellos cantaban triunfos obscuros y aquellos mares que huian de las popas de sus barcas.
Escucho los caracoles y los clarines guerreros que imperiosamente ritman el vaivén de los remeros, los cuales, con sus canciones, encadenan el tumulto, y los dioses, en la proa siempre heroica, enardecidos, con sonrisa a la que llega la espuma como un insulto, tienden hacia ſi sus brazos indulgentes y esculpidos.
Si los dioses dieron remate, bellas granadas desgajadas por altiveces desbordadas, a los tabiques de granate, y si el oro de la corteza cedió, pesar de su dureza, rojas gemas llenas de zumo, esta luminosa ruptura me recuerda un alma que exhumo en su secreta arquitectura.
de la potencia del movimiento!
Hay que redescender a rechinadientes, de mala gana.
reducirse y recogerse, refundirse en el número inmutable, como la idea al cuerpo retorna, como vuelve el pensamiento al punto donde su causa secreta lo estimulara y elevara, mas no puede hacerlo siempre, como no sea regresando a la presencia pura y simple, a todo, menos a si mismo, aunque ya no sea el mismo, el mismo no por mucho tiempo, nunca por el tiempo necesario para terminar con todo y para comenzar varias veces. Será siempre tiempo para otra vez. Para la próxima y para la otra nueva vez. Para una infinidad de veces. Para un desorder. de veces! CESAR EL VINO PERDIDO César, reposado César, el pie sobre toda cosa, ambos puños en la barba y el ojo negro poblado por águilas y combates del ocaso contemplado, tu corazón se hincha y sientes ser la causa poderosa.
El lago en vano palpita y lame su lecho rosa, en vano de oro precioso brilla el trigal espigado; tú endureces en los nudos de tu cuerpo musculado la orden que saldrá pronto de tu hoca silenciosa.
Todo el mundo, que se extiende más allá del horizonte, el Imperio, aguarda el rayo, el decreto que lo afronte y que tornará el ocaso en un incendio de aurora.
Feliz, allá en su barquilla, y dejándose arrullar, un pescador indolente que Hota cantando, ignora la tormenta que en el pecho del monarca va a estallar, Cierto dia, en el Océano bajo qué cielo es hoy ociosoverti, como ofrenda al Arcano, un sorbo de vino precioso. Quién quiso perderte, licor. Acaté acaso al adivino?
Quizá en mi inquietud interior soñé con sangre y vertí el vino.
Su transparencia acostumbrada, una vez la rosa esfumada, recobró sin mancilla el mar.
Oye indefinidamente, escucha el canto de la espera y el choque del tiempo, el arrullo constante de las cuentas, de la identidad, de la cantidad, la voz de sombra vana y fuerte, la voz macisa del mar repetirse: gano y pierdo, pierdo y gano. Oh, arrojar un tiempo fuera del tiempo ¡ldo el licor, ebrias las ondas. En el viento acre vi saltar formas que siempre están muy hondas.
Más que sólo a la orilla del mar, me entrego como una ola a la transmutación monótona del agua en agua y de yo en yo.
INTERIOR PSALMO SOBRE UNA VOZ EL BOSQUE AMISTOSO Hemos pensado en las cosas más puras, juntos los dos, por caminos y llanos; hemos tenido enlazadas las manos sin decir nada. entre Aores obscuras.
Hemos marchado cual dos prometidos, solos y bajo la noche estrellada. hemos gustado esa fruta encantada: la luna, grata a los enardecidos.
Nos hemos muerto después en la alfombra húmeda, lejos, los dos, a la sombra dulce del bosque apacible y sonoro. en el fulgir del azul domo inmenso, inos hemos encontrado tras el lloro, oh, caro compañero de silencio!
Una esclava de ojazos que atan suaves cadenas cambia el agua a mis flores tocándolas apenas, al lecho misterioso prodiga dedos puros y pone una mujer en medio de estos muros, la cual, entre mis sueños errando con decencia, pasa ante mis miradas sin inquietar su ausencia, tal como pasa el vidrio al través del sol grato y de la razón pura evita el aparato, media voz con una voz dulce y débil que dice grandes cosas, importantes, asombrosas, profundas y justas, con una voz dulce y débil.
La amenaza del trueno, la presencia de absolutos.
Con una voz de petirrojo, con el detalle fitio de una flauta y la delicadeza del son pur.
Todo el sol sugerido por medio de una media sonrisa oh, media vozy por una especie de murmurio en lenguaje infinitamente puro.
COMO LA ORILLA DEL MAR EL SILFO Como a la orilla del mar, sobre ei frente de separación, sobre la frontera pendular, el tiempo otorga y retira, asesta, extiende, vomita, rebaja, entrega y lamenta, toca, cae, besa y gime y entra en la masa, entra en el mar.
Ni visto ni sabido: apenas soy perfume qne en el aura se asunie viviente o fenecido.
Quien no hubiese alcanzado sus palabras, quien lo hubiese oldo a cierta distancia, hubiese creído que decia naderías. eran naderías para el oido confortado.
Mas ese contraste y esta música, esta voz rizando apenas el aire, esta fuerza musitada, esas perspectivas, esos hallazgos, esos abismos y esas maniobras adivinadas.
Ni visto ni sabido. es azar o maniobra?
Pues, apenas venido, se termina la obra. Esa sonrisa licenciando al universo.
Me abismo en el intervalo de dos oleadas.
Ese tiempo de mala gana finito, infinito. Qué encierra ese tiempo. Qué es lo que contiene y quién sobresale en ei. Qué mide y rehusa y me recupera ese tiempo. Imponente inipotencia de sobrepasar, oh, ola. La secuencia misma de tu acto es recobrarse, redescender para no romper la integridad del cuerpo del agua!
Leido. Comprendido?
Aun al más entendido. cuintos yerros deslizas!
Ni visto ni sabido. como entre dos camisas un seno percibido!
Sueño también para terminar con el frufrú de seda solo y discreto de un fuego que se consume al crear toda la alcoba, y que se habla o que me habla casi consigo mismo.
Permanecer mar y no perder nada Paul Valéry Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica