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205 REPERTORIO AMERICANO Dominio y espiritu. Viene de la página 200)
troceso, es en nuestro tiempo un fenómeno más asombroso. Revela que el cancillcr alemán no estima los datos de la experiencia. Supone que basta prohibir el afán de pensar para que el individuo no piense. Ve el peligro de discurrir que sobresaltaba a Don Fernando VII, y lo denuncia al encono público, lo radia de su simpatía con una proclama. Qué duración tuvieron los reyes y los déspotas que dijeron al espíritu: tú eres mi enemigo? Su reinado se recuerda más por su fugacidad que por su daño. Define al que gobierna abandonado a su voluntad y cohibe la voluntad de los demás, la convicción de que en su mando se inicia la historia, la certeza de que sus decisiones son un nuevo ordenamiento del caos. ignora la vejez de la humanidad.
espectáculo de penitencia. Qué se hizo de Esparta? Este estadio, ese cuartel se hundió sin huella en la memoria humana, porque no se dedicó a la trascendente frivolidad, a la creadora debilidad de pensar, de alternar la física con la metafísica, de quitarse la coraza de acero para departir en el Banquete de Platón. Esparta, que anuló el espíritu, estremece por un instante mientras la Atenas de los sabios, del peligro de discurrir. sigue deslumbrándonos y sigue siendo la preceptora del mundo. la lección consiste en la prueba de que sólo el dominio fundado en el espíritu, sobre el cimiento del alma divagadora, perdura más allá del parpadeo en que se sitija su fundador.
IV operar. Para qué obedecer? Para afirmar, con la obra indiscutida la magnitud del dominio. Con esto no se amenguará el hambre del hambriento ni se atenuará el problema perturbador. Mas, se logra el silencio y se llena el silencio con el tumulto de la única voz que se permite oír: se quiere de este modo fundar el imperio de la fuerza, con el atleta, con el servidor de cabeza inclinada, con el guerrero, y hacer así una colectividad disciplinada en la mansedumbre sin variedad espiritual. No traza el canciller con su discurso de Stuttgart el esquema de una Esparta renovada? Evoquemos escolarmente el auge meteórico de Esparta. Se ejerció en la dura virtud de sometimiento a los cá.
nones. La ética espartana eludió como a un maleficio al débil filósofo. al discurridor. Realizó su ideal transformándose en un inmenso estadio de gimnastas y en un inmenso cuartel de soldados. Desterro con implacable severidad el ocio intelectivo, el enfermizo devaneo del pensamiento. Su juventud no paseaba en las proximidades del jardín académico para oír la disertación de los sofistas y para adiestrarse en la elegancia del raciocinio. El culto del biceps y la veneración del escudo bélico dieron a ese pueblo la rigidez mecánica de un ejército en perpetua maniobra. Su existencia para lograr el dominio impresiona al lector de sus guerras, de sus victorias, de su cruento sacrificio, como un III Impedir la peligrosa novedad de discurrir fué la cartilla política de numerosos predecesores del señor Hitler.
Efectivamente, discurrir es peligroso.
Es contrario a las reglas de obediencia.
En los regímenes en que se gobierna la nación por asentimiento de las masas, y ese asentimiento se expresa con resortes permanentes, se discurre sin vulnerar lo vital de las instituciones, porque éstas viven de lo que se discurre. Donde obedecer es condición de la civilidad, pensar equivale a sublevarse y no a coEsas ideas del señor Hitler importan un regreso a la historia de las tribus germánicas y no una depuración de los principios directivos de Alemania como pueblo. Nada es más divergente de la línea histórica de ese pueblo que la política del sojuzgamiento espiritual, y nada es menos asequible a la posibilidad de llevarla a cabo. El intento de conseguirlo nunca podrá ser más que un episodio. Ese pueblo aceptará la sumisión y seguirá a su jefe; danzará en torno a las hogueras en que se queman los libros non cumplideros de leer. tolerará la expatriación de Einstein, de Tomás Mann, de Stefan Zweig, que encierran el explosivo mental. un día percibirá que el Tercer Reich es una MATLA (Fantasía indigena)
por EUCLIDES CHACON MENDEZ Envio del autor. Alajuela, Costa Rica, 1933.
UN GRITO EN LA OSCURIDAD Bajo el sol del trópico el bosque dormía su siesta, amodorrado por el calor.
Doquiera el silencio, la imponente quietud de las cosas inanimadas. Acogido al sosiego de las frondas el aire parecía dormido también. En la espesura, sudorosa y sedienta, se perdía la suave luz que filtraban los altos ramajes. Sobre el suelo pantanoso las hojas amarillas constituían gruesa capa bajo la cual acechaban los miasmas palúdicos. los grandes troncos cubrían musgos espesos sobre los que resbalaba, en abulta. das gotas, la excesiva traspiración tropical, y en lo alto, anidadas en las pri. meras ramas, las orquídeas ponían. su nota de color en medio de la verdura de la vegetación. De occidente, casi apagado por la distancia, llegaba el eco del mar.
Nicoya, maravilloso golfo cru zado por los bongos chorotegas, teatro de vida de una raza hoy casi extinguida, pero que en la época que referimos era fuerte nación, se a divinaba más allá de la selva, tranquilo y acariciador sobre las playas de Chira, Cachoa, Pocosí y las otras islas que jalonan el litoral nicoyano.
Horas antes, Yara, tipo perfecto de la moza chorotega, de belleza notable, hija de Kaurki, señor de Nicoya, había atravesado ese golfo camino del valle de Coyoche, codiciosa de abundante cacería. Por su temperamento aventurero y audaz, su destreza en el manejo del arco y habilidad para armar trampas a las bestias del monte, había ganado fama de amazona entre las mujeres de su tribu. Además, heredera de extenso y rico señorío, Yara, que apenas rozaba la edad en que acaba la niña y se inicia, con inquietante pujanza, la mujer, era preciada como la más hermosa linda flor del contorno, con lo cual no desmentía la bien ganada fama que te nían las nicoyanas de ser las más bellas mujeres de entre todas las tribus de nuestro país.
Un viejo tronco caído, cubierto de hierba, cabe un riachuelo que a duras penas se abría paso por entre las raíces y las piedras, brindó a la fatigada mu chacha muelle asiento. Mientras repo saba, el hilo de agua, con suavísima canción, fluía a sus pies y de vez en cuando los salpicaba con frescas gotas y blancas motas de espuma.
Sin em bargo, Yara no parecía advertir esa caricia silenciosa del arroyo. su rostro, un tanto bronceado y seco por el sol, asomaba la inquietud. Algo debía preocuparla, pues a cada momento fijaba sus claros ojos en el sendero que la haº bía conducido hasta ahí, como interrogando a la soledad. Cuánto tiempo per maneció así? No podría decirlo ni ella misma. La moza, como buena cazadora, no era impaciente, pero esperaba con gran desasosiego. Al rato se incorporó tratando de localizar la posición del sol a través de las tupidas copas y calcular el tiempo. Débil hilo solar, que bañaba su luz en el manso arroyo, le sirvió de guía. Al estirar su grácil cuerpo, en el cual aun no había madurado el desarrollo, su carne oscura y fina, de líneas delicadas, brilló en la plenitud de su virginidad. En ese Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica