284 REPERTORIO AMERICANO Rilke, el ido.
negó a que le fueran puestas inyeccio(Viene de la página 280)
nes, para no morir de la muerte de los médicos. como dijo, sino de la suya promo antes, ahora insensible al rasgueo de blanco mate de este libro una pulpa fres pia, que traía consigo, y que había viviun ave. El mar se apresura también a bo ca, tierna y fragante donde se ahincan, do muriendo siempre con él. Todo contrar el temblor de toda estela inquie con fruición deleitosa, los ojos del lec. firma en Rilke la existencia de un poso tante.
tor. Cruje, al sentirse mordida, esa lo de ideas y creencias populares, de sabiMas el barco, peregrino del agua, arri zana poesía de sus páginas, rezumando duría secular. No son sólo los místicos ba con el pecho constelado de conchas un jugo del más auténtico sabor, del más de nuestra paramera. Séneca expresaba recién logradas; y el pájaro guarda se indudable. Y, sin embargo, hay en la muerte diciendo: No murió, se fué guramente en su pico ese jirón de cielo tetos Vergers unas turbias tollas ver primero. En Inglaterra, este aforismo que él, como rayo de sol, ha podido pene dinegras, en las cuales, a poco que se ha cuajado en proverbio, por el cual se trar sin mancillarlo.
avance, se pierde pie.
trata de afirmar que los muertos no se Eso quedó de Rilke: una huella en el Como su fiel amigo, el alucinado Verhan muerto realmente, sino que nos han cielo. Para nosotros fué poco. Para él, naeren, Rilke Gebió de parecer a los que precedido en el camino que emprenderemucho. Oídle: encontraron por la vida, un pobre ser mos los demás. Cierto que todo muerQui nous dit que tout disparaisse? chiflado, ido. como dirían de él los ma to nos antecede, pero dijérase también de oiseau que tu blesses drileños que se lo tropezaron por las caque algunos anticipan su ida antes de qui sait il ne reste le vol?
lles de aquí. Acuciado por una desazón que haya concluído su transcurso vital.
constante, Rilke vagó hacia todas partes, Eso podemos afirmar de Rilke, ahora Pero es muy posible que, húngaro bordeando el misterio, rumiando una ob que ya no es ni sombra de la sombra trashumante, Rilke, el poeta de Praga, sesión trina: Dios, la muerte, la mujer.
que fué.
se haya llevado algo nuestro a cambio Arrastrando, a tirones, una sombra, que Un día nos reunió Maurice Betz, a un de lo que hoy no hallamos y dejó. Tosi hoy se le ha recogido, como un pe grupo de escritores de diversos países, en das las cosas a las cuales me doy, me rro, a los pies, se le fué largos años des un número homenaje de sus Cahiers du enriquecen y me gastan. ha dicho.
flecando en todos los guijarros de los ca mois, titulado Reconnaissance Rilke.
Como el niño debajo de la mesa de que minos. Rilke ha ido siempre, de un la Marchaba a la cabeza Paul Valéry; un hablan sus Cuadernos, Rilke, en la obs do para otro, estremeciéndose hoja en. pelotón de jóvenes seguía después.
curidad, se esfuerza por ver cada vez el árbol al más ligero viento, dejándo no sé por qué, he sentido que este entumás claro. Rilke es el simbolista brumo se hoja caída llevar de aquí para allá. siasta tributo no alcanzó verdaderamente so que teme concretar en palabras la duDe una vez para siempre está ya allá. a Rilke, a pesar de llegar el cuaderno a ra realidad capaz de hacer saltar el en Pero, en todo momento, le acompañó esa sus manos. Sí, fué en vano: al buscarle, canto; pero a quien obsede, por eso mis terrible soledad que él ha notado en los en su bosque, el equipo sólo pudo atismo, la idea de esclarecer, de precisar sus agonizantes, a los cuales el mundo se les bar un ligero temblor en las ramas, la imprecisiones haciéndolas precisamente puebla de seres desesperadamente ex forma de una huída, quizá. Rilke era más imprecisas; quiero decir, menos tri traños porque no reconocen ya. un ente fugaz, tímido, inofensivo, sobreviales, menos confusas. Y, así, viene a Debemos sospechar que desde hace manera recatado y espantadizo. Traía, España, buscando más luz, y se vuelve, algún tiempo, Rilke no reconocía a semejanza de su empresa partido en ya.
con el destello, a Francia; a complacerse, Veiase encumbrado, como Stefan George plata y ónix, con dos lebreles rampantes pero no a nacionalizarse, por las miso Hugo Hofmannsthal, mas rehusaba to el flanco partido en pal, y lúgubres lemas razones que no lo hizo Heine, quizá, do lauro, con ese gesto evasivo que le breles al acoso, ávidos de aullar. Tenía Todo genio propende a vagar siempre era peculiar. La gloria misma se le paademás, en la fisonomía, un pronunciatercamente embozado en sí mismo, como recía como la suma de todos los equívodo aspecto de ciervo herido; ojos húmeSaturno en su anillo. Cuando va dando cos que se congregan en torno a un nomdos y redondos, y en la mirada, todavía vueltas por el mundo, en su ensueño lo bre nuevo. Las cosas de este mundo el temor y el azul de la infancia. como único que va girando a su alrededor. Paha dicho él mismo.
apenas encontraban eco en él ya. fuerra Rilke, sin embargo, el mundo exterior za de jugar al fantasma, se había converImagino su espanto, su emoción cerexiste. No es un escritor de recuerdos tido en fantasma, como quiere Hugo. Era val y su fuga de Acteon perseguido. Rilexactos, sino de evocaciones sugeridas, uno de esos muertos vivos que vågan por ke debió escapar al primer susurro, esdecantadas; su poesía no está integrada, las brumosas páginas de sus libros; era tremecido, quebrando ramas tiernas, por ya, de sentimientos, y sí de experiencias: uno de esos hombres que, según su exentre las espesuras del Valais. El hecho En resumen: Rilke, que hubiera enconpresión, llevan durante toda la vida eses que, en rigor, cuando el tropel apretrado en Francia los lectores de Maetercondida su propia muerte, como lleva la surado se internó por el bosque, cordiallinck, por ejemplo, ha encontrado propifruta su hueso recóndito. Rilke creía en mente, clamando tras de él, ya era ido.
cios a los de Valéry. su muerte. y, en trance de agonía, se (1926)
Antonio Marichalar yo quisiera preguntar. Qué se hizo, asimilada, transformada, aquella dura claridad de nuestro cielo, que un día Rilke, ávido, vino a aspirar. De dónde obtuvo esos finos destellos de diamante en que cristaliza su último verso cuando canta el sopor de la mujer adormecida. Algo veo brillar en el pico del ave, y no sé si es un reflejo o si es un grano de trigo. No ha dicho el propio Rilke, también, que, cuando él llegaba a pida un sitio, lanzaba penetrantes sus sentidos, por dondequiera, como pájaros en 99 el cielo tornadizo?
Pasa el tiempo, y, por último, la guerra le refugia en Suiza. Permanece ahí encenagado, a la sombra del muro de Es un producto Traube Muzot, cerca de Montreux. Fruto de esos últimos tiempos es un libro de poemas escritos en francés. Bajo una tersa cubierta de verde manzana, ofrece el Cuando quiera tomar una Buena Cerveza Selecta Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica