REPERTORIO AMERICANO Tomo XXVII SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1933 Sábado 23 de Diciembre Año XV. No. 664 Núm. 24 SUMARIO Del homenaje colombiano al poete Rafael Pombo en (L. Nieto Caballero, Max Don Jaime el comentador.
el primer centenario de su nacimiento Grillo. Jorge Pradilla y La visita del poeta Barba Jacob.
Roberto Llévano Notas al margen.
Versos nuevos.
Claudia Lars El arte del dictador.
Sin sentir, slo oír la voz de sus hombres, ete.
Juan del Camino. Sinfonía del Trópico Mata (y 9)
Euclides Chacón Ménd dice del tomo XXVII.
Germán Arciniegas Jaime Barrera Parra Enrique Macaya Lahman Frco. Grandmontagne Blanco Fombona Del homenaje colombiano al poeta Rafael Pombo en el primer centenario de su nacimiento LA SEMANA DE POMBO De El Gráfico, Bogotá.
Rafael Pombo Está bien que hayamos consagrado la seniana al recuerdo de Pombo, El cen.
tenario del bardo fué conmemorado en forma plena con la erección de su busto, finamente tallado, en el parque de Santander, la colocación de una placa de bronce en el colegio del Rosario, la brdenación de retratos suyos para diversas oficinas, la edición popular de sus obras, el concurso de dibujos para sus cuentos inmortales, de poemas en su honor, de estudios críticos acerca de su significación en nuestra historia litera.
ria, a lo cual se agrega el efusivo tributo de la prensa y sobre todo las magnas oraciones y las conferencias lucidas de monseñor Castro Silva, Ricardo Nieto, Alfonso Robledo, Bayona Posada y Lamus Rodríguez.
Don Rafael Pombo vio la luz el de noviembre de 1833 murió en Bogotá octogenario. Aunnue viajó, desempeño varios puestos oficiales y tuvo acción política, sii vida espléndida fué la vida in.
terior Como expresión de ella nos que.
dan sus poemas, tesoro inextinguible, en el que se hallan todas las gemas de suhido valor, todos los metales nobles.
Pulsó la lira casi desde la alborada de la existencia hasta el anochecer, a ella le arrancó tochas los sones, desde los éni.
cos en honor de los héroes, las odas soberanas a las fuerzas de la naturaleza, las dolorosas elegías que arrancan lá.
grimas, los desesperados acordes de la duda hasta de la blasfemia, los trenos filosóficos, la pasional exaltación, el tierno arrullo que acompaña el balanceo de las cunas, mientras en forma fantasmal desfilan personajes adorables por la imaginación inquieta de los niños.
Escribió en prosa también. Suyas son las Memorias acerca de la independencia, que aparecieron con la firma del ge.
neral Manuel Antonio López, en las que hay descripciones tan hermosas como la de la batalla de Ayacucho, y algo de su mano quedó en las memorias de Páez.
Hijo de uno de los hombres de mayor significación en la historia inicial de la república, tuvo la suerte de conocer de cerca a la mayor parte de los persona.
jes de la hora grande, para beber en sus correspondencia de esos hombres dele hallarse un tesoro. Sorprenderá acaso a la posteridad, cuando se descubra, la escasa complejidad de esos espíritus. Ya no le hablaba el hombre de la Hora de tinieblas al hombre de la polémica con don Juan Valera. Hablaban dos ancianos.
En esa vejez, viajera de la noche. ya había lampos de eternidad. El cielo presentido dejaba filtrar su luz lechosa.
En torno de las frentes consagradas por el pensamiento ya se advertía el halo de los predestinados, que terminaban la vida, prácticamente encerrados en sus al.
cobas respectivas, de Bogotá y de París, como quien cumple una conciena, total.
mente desa sidos de lo terreno y falible, entregados a la meditación acerca de lo que no perece. Cualquiera que hubiera sido su juventud y la de ambos fué pulcra ya conversaban como de nicho a nicho.
Don Rafael Pombo. Cuántas veces por las calles de la ciudad natal vimos pasar su grandeza! Figura desgarhada, enclenque, temblorosa, con la hermosura del creador por dentro! Había sido tan pródigo de su genio y representaba tanto del pasado glorioso, que la influencia de su estro alcanzaba a hacernos estremecer a los que éramos niños. Lo ima.
ginábamos con Rin Rin entre el bolsillo, listo para vestirlo sobre su mesa de trabajo y ponerlo a hacer cabriolas, frente al gato bandido y a doña Ratona. Eran los días de colegio y sabíamos de memoria El ratón envina do. El coche. La viejecita. El sermón del caimán. Si. món el Bobito y El cuclillo. No pudimos įamás, por difícil de aprender, con Doña Pánfaga. era ese viejecito el adutor, el inven.
tor decíamos, de esas maravillas. Como provocaba a decirle interminablcmente, con la impertinencia adorable de los niños: Invente más! No se canse! a averiguarle, como en el soneto deli.
cioso de Isabel Lleras Restrepo, tan me.
recidamente premiado, si la gata perdonó y cio de comer a Michín después de sus aventuras o si doña Ranita pudo consolarse de la pérdida de su renacuajo.
Nos lienó don Rafael Pombo la cabeza relaciones el embriagante licor que destila el patriotismo y para ofrecer su ayuda de narrador a algunos de los próceres. Con quien mejores relaciones mantuvo o a quien le fué dado conocer mejor, durante su permanencia en los Estados Unidos, se llamaba nada menos que el león de Apure.
Otra amistad suya, muy honda, muy íntima, con un individuo de su generación, grande entre los grandes de Colombia, de inconcebible sencillez, casi ingenuo, como de ordinario son los sabios, fué la amistad de don Rufino Cuervo.
En alguna ocasión, en París, nos hizo el filólogo insigne la merced de mostrarnos una carta del poeta, en la cual le hablaba con un enternecimiento de abuelo de uno cualquiera de los muchos casos de crueldad o de abandono que los dia.
rios publican acerca de los niños. Estaba allí su alma en plena transparencia.
Asociados el candor y la ternura, el objeto de la carta era pedirle al sabio su ayuda para desfacer ese agravio En la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica