70 REPERTORIO AMERICANO Ya en visor encontramos los primeros artículos escritos en Cuba sobre costumbres, pues aunque el historiador Pezuela nos dice que Cuba como España y como Méxi: co tuvo también un Pensador consagra.
do a la crítica de costumbres, que redactaron dos abogados, Santa Cruz y Urrutia, no ha llegado hasta nosotros.
Puede afirmarse que casi todos los periódicos cubanos de principios del siglo xix consagraron atención señalada a la crítica de costumbres. Así lo comprobamos hojeando las colecciones de El Substituto del Regañón de la Havana, El nuevo Regañón de la Habana, El Criticón de la Habana, El Hablador, El diario Cívico, El Esquife, El Observador habanero, La moda o recreo semanal del bello sexo, El Aguinaldo habanero, El recreo literario, La siempreviva, El Plantel, etc.
El primero, en el tiempo, de los costumbristas cubanos que editó, recogidos en volumen sus trabajos, es también el primero en cuanto al valor literario de su producción, José María de Cárdenas y Rodríguez, que en 1847 publicó su Colección de Artículos Satíricos y de costumbres.
Si otros, muy pocos, llevaron al libro sus trabajos periodísticos de costumbres, existen en cambio, revelación palpable de la fecundidad e importancia de nuestros costumbristas, dos compilaciones, ilustradas ambas por el dibujante Víctor Patricio de Landaluze, que vieron la luz en 1852 y 1881 con los títulos de Los cubanos pintados por sí mismos y Tipos y costumbres de la Isla de Cuba, respectivamente, en las que se encuentra gran parte de lo más selecto del costumbrismo cubano colonial. no está demás advertir que esas dos fechas no señalan dos épocas en la historia de nuestra literatura de costumbres sino que a ésta sólo corresponde una sola época, que comienza en 1791 con la aparición del Papel Periódico y termina en los últimos años de la dominación española, porque una sola época es la que pintan, analizan y critican: la de Cuba colonial, con tipos y costumbres que sólo varían en simples detalles formales no esenciales. una vez lograda la independencia, desaparecen casi por completo los costumbristas del campo literario cubano, por las razones explicables de la decadencia de este género en el mundo, y en nuestro caso, además, porque si durante la época colonial contribuyen con su crítica y su sátira a quebrantar el poder de España en Cuba, logrado este propósito al separarse la Isla cic la Metrópoli, la ocupación militar yanqui trajo un estado general de desconcierto, dudas y vacilaciones en cuanto al futuro de Cuba, y en los primeros años de la República sólo era dable a espíritus especialmente avisados, rebeldes e inconformes, el abrir crítica contra instituciones que empezaban a ponerse en práctica, contra hombres nuevos en la vida pública y contra costumbres que aunque iguales se consideraban ya no españolas, sino cubanas y por lo tanto antipatriótico, el combatirlas y ridiculizarlas, y en los años pos maestro de azúcar y el vicario, el politreros, los gustos literarios y las orien zonte y el mayordomo, el magistrado y taciones de la crítica se han encaminado, la mulata, el lacayo blanco y el capitán en Cuba y en el mundo, hacia otros ho pedaneo. Posteriores a Villaverde merizontes más amplios y otros problemas recen citarse como novelistas de costum más trascendentales: hacia lo político, bres Ramón Meza con Carmela, Dan económico y social.
Aniceto el tendero y Mi tío el empleado; Nicolas Heredia con Un hombre de negoNo puede limitarse el investigador de nuestras costumbres a examinar y estucios y la bellísima Leonela; José de Ardiar esas fuentes que acabamos de indimas y Céspedes con su Frasquito; y otros varios de menor importancia, como car, sino que es necesario que dediquc.
también atención y valor preferentes a Eduardo Esponda, Domingo Malpica, la mina preciosa que le ofrecen nuesJesús Medina, Julio Rosas, etc.
tros novelistas, quienes, aunque en genela era republicana tenemos a Jesús Casral de muy relativo mérito literario, si tellanos, con La Conjura y La Manigua sentimental; Miguel de Carrión, con El nos han dejado en sus producciones apreciables cuadros y tipos de costumMilagro, Las Honradas Las Impuras; Raimundo Cabrera con Medio Siglo, bres criollos. Así, deben examinarse las novelas Franciscn, de Anselmo Suárez y Sombras que pasan, Ideales y Sombras Romero; Antonelli, de José Antonio eternas; José Antonio Ramos, con Coy Bay, Humberto Fabra y Las impurezas Echevería; El Fatalista, de Esteban Pide la realidad; Guillermo Montagú, con chardo; Dos padres para una hija, de Martín Pérez; Aurelio Miranda, con Una José de Jesús Quintiliano García; El cónovelita epistolar; Arturo Montori, con lera en la Habana y Una pascua en San El Tormento de morir; Luis Felipe Ro Marcos, de Ramón de Palma; Jerónimo dríguez, con La Conjura de la Ciénaga; el honrado y Un bribón dichoso, de Ray Carlos Loveira con Generales y Docmón Piña; Una feria de la Caridad en tores, Los ciegos, La última lección, Los 183. de José Ramón Betancourt; Cleinmorales y Juan Criollo.
mentina, de Francisco Javier BalmaseDebe tenerse en cuenta, también, la da; Cecilia la Matancera, de Rafael Oteobra de los comediógrafos, principalmenro; Lila Guara, de Miguel Teurbe Tote del género bufo, fecunda cantera de lón; y, especialniente, las del primero tipos y costumbres populares.
de nuestros novelistas de todos los tiemPor último, en lo que se refiere a las pos, a pesar de todos sus defectos, Ciricostumbres públicas ellas están expueslo Villaverde, ricas todas ellas en admitas, estudiadas y criticadas en los trarables cuadros de costumbres El Guabajos políticos y económicos y sociales jiro, Excursión a Vuelta Abajo, El espe de José Antonio Saco, Francisco de tón de Oro, Dos amores, La peineta cala.
Arango y Parreño, Gaspar Betancourt da, y su nunca y hastante ponderada Ce Cisneros, Domingo del Monte, Conde de cilia Valdés, palpitante y acabada pintu Pozos Dulces, Rafael Montoro, Manuel ra de la sociedad entera, en sus costum Sanguily, Enrique José Varona; en los bres públicas y privadas, de Cuba colo manifiestos revolucionarios de nuestras nial y esclava, y por la que desfilan cuan diversas campañas libertadoras; en los tos personajes y costumbres caracterizan discursos y estudios políticos de Martí, la época, desde el procónsul español, has y ya en la República, en las críticas de ta el infeliz esclavo, el negrero enrique Varona, Sanguily y Cosme de la Tocido con el comercio de ébano y la da rriente y en el libro de Francisco Figuema de calidad, el mayoral y el médico, el ras, Cuba y su cvolución colonial.
Emilio Roig de Leuchsenring (Concluirá en la próxima entrega)
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