222 REPERTORIO AMERICANO se itsemos, señores, de buena fe, pincel ha inutilizado las desque no es mérito tener libros excelentes: podemos heredar INDICE cripciones y que si llegase el caso de perderse los manuslos, podemos recogerlos por critos, podría Jussieu, u otro consejo de otro sabio, pero profesor hábil, describir la cuando privados de este au planta con tanta perfección xilio se elige, sa ordena, 10 LIBROS QUE LE INTERESAN: como si la viese viva. Cuánaccpia lo más grande y lo meior que ha salido de a pluma Luis Jiménez de Asúa: Al servicio de la ta parte tiene en esta gloria la nueva generación. 3. 50 Quito! Los mejores pintores del hombre, es preciso recoGibrán Jalil Gibrán: El profeta. 50 han nacido en este suelo afornocer en su autor a un sabio.
Carmen Karr: Cuentos a mis nietos. Pasta 50 tunado, La familia de Cortés He aquí en pocas palabras lo Tagore: Gitanjali.
3:50.
está inmortalizada en la flora que ha verificado el Director Cornelio Tácito: Los Anales. vols. Pasta 00 Sanin Cano: Indagaciones e imágenes 50 de Bogotá. Quién creyera, de la Expedición de Bogotá.
La Rochefoucauld: Máximas y sentencias señores, que el pincel. quiteño La sala de instrumentos no morales 00 se había de elevar hasta. ser cede a la biblioteca. Se cree, Juan Tamayo y Rubio: Teoría y técnica de la literatura. Preceptiva literaria. 00 émulo de Smith y de Carmoel curioso que la visita, transTurgueniev: Asia.
na. Cuánto valen el talento portado al Observatorio de Turgueniev: Fausto.
y la educación unida al preParís o de Greenwich. tanto Solicitelos al Admor, del Rep. Am.
mio y al honor. Los hijos de es el aparato, tanta la varieCortés, Matiz, Sepúlveda,. no dad de máquinas científicas!
habrían salido en Quito de la Telescopios, péndolas, cronó: clase de pintores comunes; pemetros, sextantes, cuartos de ro. Qué variedad! Puede ser cierto habían decretado al ar ro al lado del sabio Mutis, en círculo, barómetros, teodoli que París y que Upsal hagan tista británico, cuando puse quien hallaron un tiempo patos, hidrómetros, neumáticas, ventajas al herbario de Mu mis pies sobre los umbrales dre celoso de la pureza de sus.
eléctricas, microscópicos tis, pero a ninguno cede en de la sala en que trabajan los costumbres; un director de su cuanto las artes han producido propiedad. Aquí vi, señores, pintores. Las expresiones me genio y un admirador de sus de interesante, se halla en es cuánto producen los bosques faltan, señores, para referi talentos, desarrollaron sus te depósito soberbio, de nuestra patria y los má ros lo que mis ojos han visto. ideas y han hecho ver al uniJamás se ha presentado a raros animales que los habi Al coger una lámina creía que verso que el quiteño con educamis ojos con más claridad la tan.
tomaba un ramo vivo. La na. ción es capaz de las mayores inmensa extensión de la natu El grabador Smith ha obte turaleza con todas sus gracias, empresas. Ah! Si el ilustre raleza viviente, que el día di nido el imperio del diseño has colores y matices se ve sobre Mecenas, como pensaba ahochoso que entré en el salón ta nuestros días. Yo vi balan el papel. Humboldt, tocado ra diez años visitar este suelo, en que se hallan depositados cear sobre su cabeza la coro de este grado de perfección lo hubiera verificado, estoy los esqueletos. Qué núme na que todos los sabios de con no esperado, asegura que el seguro que Cortés, los Sama1. 00 00 (MATLA) FOLLETÍN DEL Rep. Am. 6)
tes, en los juncos de los tabiques pajizos y las joyas de las personas. De lo alto, cernida en hilos, desciende, acariciadora, suave claridad azulenca: es un rayo de luna en plenitud. En la habitación se ha colado silencio de campo santo, la media luz los rostros cobran un matiz pálido, de piel exhausta, mate, que suaviza las líneas fisonómicas hasta casi csfumarlas igual que en los fumaderos orientales. Flota en el ambiente uno como vapor de espectros que envuelve cosas y personas, lo que impresiona cual si estuvieran aletargados por influencia de droga misteriosa, filtro infernal generador de deliciosas visiones embriaçantes.
La voz del Cacique rompe esta sugestión hipnotizante del anochecer. bien, Yara, flor magnífica. ppr qué tus labios temen hablar hoy. Poderoso señor, Yara esperaba que lo hiciese primero el Cacique. Las palabras de Yara son dulces como el arrullo de las tórtolas y saben alejar la tristeza de su señor! Varias lunas ha que Cararé no siente el colmillo del hastío y la paz está en su alma como el calor en el nido. Yara, muier buena, tiene en sus labios bálsamo para las heridas. Qué recóndito pensamiento roba ahora el ingenio de Yara. Nada distrae, señor, a tu humilde esclava. Siento que hables así: tú en la Corte de Cararé no eres más que un rehén.
Los dioses dispongan que vuelvas algún día a moler él maíz de tu anciano padre y puedas alegrarle con tus canciones. Perdón, señor, pero lejos de su tribu, privada de su libertad, de su bosque y de su mar; sin serle permitido saludar al sol cuando nace ni despedirle cuando se va, Yara sólo puede considerarse esclava. Cierto que ahora no gozas de libertad, pero te he prometido la vida a cam: bio de mi salud. Hasta hoy lo has conseguido y hay posibilidad de que lo consigas antes de la gran festividad del sol. Por qué, entonces, te aflijes. Yara, señor, no sabe estar triste; sólo anhela volver a su padre a quien hace tres lunas falta el calor y la ternura de su hija.
El acento. pausado y dulce de la cautiva vibró como un lamento. Inclinó dé.
bilmente su cabeza y sus labios, rojos como flor de amapola, ahogaron un sollozo. Pero serenándose en seguida, dolida de su flaqueza, recobró el ánimo; incorporando lentamente su esbelto torso, dijo así al Cacique. La vida de Yara poco vale a la par de los valientes guerreros que guardan tu casa y defienden tus dominios, señor, y Yara en la tumba no conmovería sino a los botones sin florecer o a las olas del golfo que cruzaba su piragua o a aquel anciano que allá en Nicoya desespera por la ausencia de su hija; Yara desea ardientemente volver a Kaurki, a su palenque que respetan los vientos y acarician las brisas; moler el maíz y fermentar el grano para su bebida. servirle en labradas: jícaras su chocolate peinarle los cabellos y adornar su cabeza con bellas plumas! Yara necesita vivir, señor!
Así dijo la cautiva. Luego prosiguió con animada voz. Yara trae hoy una de sus mejores narraciones que oyó hace mucho tiempo a un viejo guerrero del sur, donde el coto y el quepo hacen cruda guerra al viceita del otro lado del monte, y rohan su oro y su maiz. Con aquel atardecer se iba el invierno y el calor volvía sobre la playa del golfo. La luna, como inmensa gota de leche, brillaba nítida en oriente. El cielo cambiaba su azul por el violeta y éste en rojo y oro donde agonizaba el sol. La brisa, invisible peine. alisaba las pequeñas. olas y prendía su fresca caricia en la frente sudoroso de Carao, el viejo marinero. En las cercanas sierras del oeste el día tren.
zaba sas últimas hebras de luz en las copas de los altos árboles. En los nidos las aves extendían sus alas protectoras sobre los polluelos dormidos. En su cueva dormitaba el león como un bo.
rracho y sobre la hierba húmeda lanzaba, intermitentemente, su monorrítmica canción el grillo. Continuará. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica