REPERTORIO AMERICANO 101 Poema de Jesús Za vala Envío del autor. México, D, F, EL ARBOL El árbol secular florece intacto.
Hinca sus garſios en el bruno suelo y consolida más y más el pacto de su amor con la tierra y con el cielo.
Hunde su frente de esmeralda y oro, bajo el azul, en el cristal del día.
Muevo sus ramos y un caudal sonoro cae en la rústica tapicería.
Un estremecimiento de dolor y de angustia rugó la superficie cristalina del lago.
El viento entre las frondas sollozo de alegría.
Perfilóse, la sierra al fulgor del relámpago. las primeras notas del melódico andante de la lluvia cayeron, pausadas, sobre el campo.
Al extinguirse el último acorde de la lluvia, brillaron las estrellas coino rubios topacios.
Schopenhauer y Wagner deshicieron el dique que apresaba las aguas del adormido lago.
Las aguas deslizáronse por los cauces ignotos que anhelaban, regando los fructíferos campos. la aurora soñada acarició las cimas nevadas de los montes. El sol sus áureos rayos derramó generoso sobre el haz de la tierra. rasgaron el aire las anclas de los pájaros.
Vuelca el cenzontle musical encanto entre las redes de su pentagrama.
El árbol mismo se convierte en canto.
Rómpese el cielo. De su áurea herida brota un torrente. Esplende el panorama.
El árbol secular canta la vida.
MI CORAZON GLOSA DE AMOR DE DOLOR (lo son Beatrice che ti faccio andare, Inferno. Dante. Mi corazón es un fragante pomo que, al sentir la nostalgia de tu ausencia, desbordando de amor, sin saber cómo, deja escapar el polen de su esencia.
Por Cornelio Geranzani MAÑANA ¿Cuánto tiempo sin verte, sin escuchar tu voz, sin saber nada del ruiseñor que sueña en la enramada del árbol de tu vida y de tu muerte. Mañana. Quién lo duda! Mañana será el dia en que, tras larga espera, Dios nos bendecirá.
Desplegará sus alas de nieve la alegría y como la gaviota sobre el mar volará.
Mi corazón de ensueño y de martiriose desangra en la noche de tu ausencia y flota mansamente, como un lirio, en el rio de luz de tu existencia.
La Costa Azul, la Costa de Niza y la Riviera, será el país de ensueño de nuestro dulce amor.
Te ofrendarán sus rosas el monte y la pradera y el mar la maravilla de su pupila en flor, LANGUIDEZ No me juzgues, Amor, por la apariencia de mi vida vana existencia, ni por los devaneos de mis imprecisos deseos, en los que la amargura se mezcla a la ternura de este infinito amor que brota de la hondura de mi ser y aspira, en su delirio, a ofrendarte la flor de su martirio, y en los que la azucena de mi pena es placer y es dolor, la quintaesencia de mi sentimiento, la luz más viva da mi pensamiento, la inquietud de esta mi atormentada juventud.
Juzgame, Amor, por la pureza cristalina de mi einoción, por la sinceridad y la nobleza de los latidos de mi corazón, por lo callado de rai sufrimiento, por el sutil florecimiento de mi espíritu y por la claridad que irradia de la santidad de la rosa. de luz de ini ternura, que alienta con la albura de mi pasión, cendal de ensueño y de ilusión.
Llamé a tu corazón y no me abriste. sentado en el quicio de tu puerta, mi espíritu se impregna de la triste desolación de mi esperanza muerta.
Sobre un peñón enhiesto se alzará la morada de nuestras ilusiones, frente al azul del mar.
Tendrán las tiernas olas arrullos de balada y aromas de leyenda nuestra dicha de amar.
AYER La tarde de mi vida se desviste en la llanura 16brega y desierta, y mi alma desnuda se resiste a morir de dolor, aislada y yerta.
Ayer todo cantaba, todo era azul, reía: los árboles las nubes, el cielo, las montañas.
El alma en sus ensueños de amor se estremecía.
Vibraban jubilosos en el maizal las cañas. Por qué si ya la noche se avecina, mi alma no se inunda en la divina luz sideral de tu radiante estrella. Entreabre Selene su áureo broche e interrumpe el silencio de la noche el tenue gluglutear de mi querella.
En lo alto de la iglesia reía el campanario.
El sol rosa de oro temblaba de pasión.
Cantaba en los huinildes balcones el canario, en el vergel florido soñaba el corazón.
ASTILLAS.
Por cima de las tapias, mecidos por la brisa, reían candorosos los límpidos ramajes.
Desgranaba la grácil frescura de su risa la plata del arroyo coronada de encajes.
Aureo soplo de viento hizo vibrar la rosa de luz del sentimiento e hiribla en lo más bondo del corazón.
Desde entonces escondo, entre las páginas del pensamiento, la más tierna canción.
Juzgame, Amor, por la tortura de mi sed de ideal, por la amargura de mi intenso dolor, por el ansia infinita de infinito que me corre y por el grito ahogado de la pasión, que sangra de mi corazón. LA AURORA SOÑADA.
Al Maestro Antonio Caso Bajo la tenebrosa cabellera nublada de la noche, la vida era un remanso.
Carente de ideales, la juventud yacia, espectralmente rruda, en estéril letargo.
El lenguaje divino del bronce, es un vaso de vino.
Vana filosofía apresaba las mentes en un círculo agnóstico, estrecho y limitado; y una moral mezquina disecaba las almas como el naturalista los rosales del campo.
En aquesta mañana, ébria de poesía, la voz de la campana, con níveo sobresalto, se ha posado cual ave en el mástil más alto de la azul alma mia.
impregnada de amor. Oh Amor!
Amor que nada pide y nada espera.
Amor que es poesia, primavera!
Amor que es melodía interior.
Amor que en su inquietud siente ansias de infinitud.
Amor que en lo imposible halla su perfección.
Amor cuya belleza radica en la pureza de su emoción. Sigue en la página 103)
La vida era el espejo sombrío de la muerte.
En la pupila inmóvil y desierta del lago sólo se reflejaba el pavor de la noche.
La noche era el paisaje rural del desencanto. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica