REPERTORIO AMERICANO: Tomo XXVI SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1933 Sábado 17 de Junio.
Año XIV. No. 639 Núm. 23 En torno Galileo Busquemos el equilibrio.
La agonía dictatorial (y Curtius y el peligro de la Inteligencia alemana.
Bibliografia titular.
Sobre la tradición, los tradicionistas y las cosas de don Ricardo Palma SUMARIO José Ortega y Gasset Buffon, el trabajador Arturo Zapata Hablamos para salvarnos José Rafael Pocaterra En el delta del Reventazón Economia Doméstica: Las telas.
Félix Lorenzo (Heliófilo) Homcoaja Gabriela Mistral Juan del Camino Victor Guardia Quiros Elena Torres Azorin, Américo Castro, Pio Baroja, Benjamin Jarnés, Bagaria, Lenc. etc.
Clemente Palma En torno a Galileo Pensamientos en el tricentenario de su condenación De La Nación. Buenos Aires Galileo Galilei En junio de 1633, Galileo Galilei, de setenta años, fué obligado a arrodillarse delante del Tribunal Inquisitorial en Roma y a abjurar de la teoría copernicana, concepción que hizo posible la fisica moderna.
Se van a cumplir, pues, los trescientos años de aquella deplorable escena.
Yo invito a los lectores para que en homenaje a Galileo desarrollen conmigo algunos temas en torno al pensamiento de su época.
Si rendimos homenaje a Galileo es porque nos interesa su persona. Mas. por qué nos interesa? Evidentemente por razones muy distintas de aquellas por las cuales Galileo interesaba a Ga.
lileo. Cada cual se interesa sí inismo, quiera o no, téngase en poco o en mucho, por la sencilla razón de que cada cual es sujeto, protagonista de su propia e intransferible vida. Nadie puede vivirnie mi vida, tengo yo por mi propia y exclusiva cuenta que írmela viviendo, sorbiendo sus alborozos, apurando sus amarguras, aguantando sus dolores, hirviendo en sus entusiasmos. Que cada cual se interese por sí mismo no necesita, pues, especial justificación. Pero sí la hä menester nuestro interés por otra persona, máxime cuando no es un. contemporáneo. primera vista nuestros intereses, nuestras admiraciones, nuestras curiosidades ofrecen el aspecto de un fortuito enjambre. Pero no hay tal. Nuestra existencia es un organismo, y todo en ella tiene su ordenado puesto, su misión, su papel.
Galileo nos interesa no así como así. suelto y sin más, frente a frente él y nosotros, de hombre a hombre. poco que analicemos nuestra estimación hacia su figura, advertiremos que se adelanta a nuestro fervor, colocado en un preciso cuadrante, alojado en un gran pedazo del pretérito que tiene una forma muy precisa: es la iniciación de la Edad Moderna, del sistema de ideas, valoraciones e impulsos que ha dominado y nutrido el suelo histórico que se extiende precisamente desde Galileo hasta nuestros pies. No es, pues, tan altruisPero entonces la figura del gran italiano cobra para nosotros un interés más dramático, entonces nos interesa mucho más interesadamente. Porque si es cierto que vivimos una situación de profunda crisis histórica, si es cierto que salimos de una Edad para entrar en otra, nos importa mucho: Hacernos bien cargo, en rigurosa fórmula, de cómo era ese sistema de vida que abandonamos. 2º Qué es eso de vivir en crisis histórica. Cómo termina una crisis histórica y se entra en tiempo nuevo.
En Galileo y Descartes termina la mayor crisis porque ha pasado el destino europeo, una crisis que comienza a fines del siglo xiv y no termina hasta los albores del xvii. Al fin de ella, como divisoria de las aguas y cima entre dos edades, se alza la figura de Galileo.
Con ella el hombre moderno entra en el mundo moderno. Nos interesa, pues, sobremanera hacernos cargo de aquella crisis y de este ingreso. Todo entrar en algún sitio, todo salir de algún recinto es un poco dramático, de aquí las supersticiones y los ritos del umbral y del dintel. Los romanos creían en dioses especiales que presidían a esa condensación de enigmático destino que es el salir y es el entrar. Al dios del salir llamaban Abeone, al dios del entrar llamaban Adeone. Si, en vez del dios pagano, decimos, con un vocablo cristiani.
zado, patrono. nada puede parecer más justificado que hacer a Galilco patrono abeonę en nuestra salida de la modernidad, patrono adeone de nuestro ingreso en un futuro palpitante de misterio.
Todo el que se ha acercado a estudiar la etapa europea que va de 1400 a 1600 se ha dado cuenta de que es, entre todos los períodos de nuestra historia occidental, el más confuso y hoy por hoy indominado. En 1860 publicó Jacobo Burckhardt su Cultura del Renacimiento en Italia. Por vez primera la palabra Renacimiento, que andaba vagando desde Vasari con significacio.
nes indecisas, cobra un sentido preciso y representa la definición de un tiempo histórico. Era un primer ensayo de ta y generoso nuestro interés hacia Galileo como al pronto podíamos imaginar.
Al fondo de la civilización contemporáea que se caracteriza entre todas las civilizaciones por la ciencia exacta de la naturaleza y la técnica científica, late la figura de Galileo. Es, por tanto, uz ingrediente de nuestra vida y no uno cualquiera, sino que en ella le compete el misterioso papel de iniciador.
Pero se dice y tal vez con no escaso fundamento, que todos esos principios constitutivos de la Edad Moderna se hallan hoy en grave crisis. Existen, en efecto, no pocos motivos para presumir que el hombre europeo levanta sus tierdas de ese suelo moderno donde ha acampado durante tres siglos. y comien.
za un nuevo éxodo hacia otro ámbito histórico, hacia otro modo de existencia. Esto querría decir: la tierra de la Edad Moderna que comienza bajo los pies de Galileo termina bajo nuestros pies. Estos la han abandonado ya. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica