114 REPERTORIO AMERICANO injusto apetito de los tiranos genio literario penetró en la indole pro genes, poniendo empeño sumo en la ar alcanzaba inaccesibles eminencias. De pia de la lengua latina, creando en ella monía y ritmo de la frase y llegó a la ahí que pasara el nombre de Cicerón a una dicción amplia, que puede competir exageración de querer casi versificar la la posteridad a fin de que ella admiracon la griega por el ritmo lleno y sono prosa con rimas distintas de las de la ra su nombre y le continuara alabando ro, muy apto para interpretar el carác poesía, como se puede advertir en los a través de los siglos, persuadida del ter, romano; obra que por la perfección dos discursos famosos, el Panegirico y esplendor de su eximia figura.
del estilo ha perdurado a través de los el Panatenáico. Cicerón, que había leído También acá, en nuestra verde planisiglos, porque no procede del artificio las obras de estos autores, y tenía enton cie, el estudio de la vida y de la obra mentiroso con que engaña quien no piences ocasión de oír en Atenas a los ora de Cicerón produce frutos sazonados.
sa, ni siente, sino del arte donde resue dores que lo imitaban, comprendió que Pruébalo el libro del doctor José Celesna con vibración perenne un alma ge en la tendencia asianista había algo bue tino Andrade, compendio de meditacionial. La retórica era para él el arte de no, algo que cuadraba a un orador rones fecundas, síntesis agradable de lar.
perfeccionar la palabra natural, porque mano como la toga de amplios pliegues, gos estudios, escaso en toda época, racuanto en ella vale es copia de la natu y siguiendo los principios del eclecticisro por extremo en la nuestra. Vayan raleza y no invenciones de los maestros; mo, lo tomó.
hasta el nuestros aplausos, cortos en el y aunque en el estudio de ella hubo ¿Qué mucho, por tanto, que después de mérito del que los dirige, amplísimos exageración en épocas de decadencia, haberse nutrido en la elocuencia griega, por el aprecio que tenemos de su libro cuando retóricos adocenados malgasta escalara las mayores alturas? Su genio admirable.
ban el talento en disecciones ridículas lo llevó a diversas regiones y su mente Manuel José Forero de las figuras ya conocidas, sin embargo, tales dislates deben recaer sobre los.
malos ingenios y no sobre el arte.
De la misma manera anota el doctor DE LA ANTIGUA SABIDURIA Andrade Valderrama acerca de la lógica usada por Cicerón en sus discursos: Pa El ra él la lógica era como la hélice y los preceptos como el timón, que, sin ser Del Libro de las Cuestiones Tusculanas. Tomo de las Obras Completas de Cicerón. Versión castellana de Marcelino vistos, impelen y dirigen; sobre la suMenéndez Pelayo. En la Biblioteca Clásica. Madrid. 1912 perficie sólo se ve el vapor que surca con majestad las aguas. Por espacio de cuarenta y dos años foso, echando sobre él un puentecillo de De no menor interés dentro del con ejerció Dionisio la tiranía en Siracusa, madera, levantaba este puente después junto del libro son las líneas dedicadas y a los veinticinco había llegado a la do de haber cerrado la puerta de su alcoa historiar los estudios hechos por Cice minación. Cuán hermosa y opulenta ba. No se atrevía a arengar al pueblo rón para llegar a las alturas donde le ciudad tuvo sometida a servidumbre! sino desde una torre muy alta. Un día consagró la fama. Lo sorprendemos, ado. Sin embargo, leemos de este hombre, en que se entregaba a su acostumbrado lescente, en el foro, en aquel recinto muy buenos y autorizados escritores, ejercicio del juego de pelota, entregó a en donde habían vibrado las voces de que tuvo gran templanza de vida, y que un adolescente, a quien amaba mucho, los oradores legendarios de la época an se mostró en los negocios varón agudo su túnica y su espada. habiendo dicho, terior a las guerras púnicas. dejando e industrioso, aunque por naturaleza era sonriéndose, uno de sus familiares: oír su voz cuyos acentos ya permitían maléfico e injusto. Lo cual a quien exaese muchacho le has confiado tu vida. entonces adivinar los éxitos futuros. Muy mine profundamente las cosas debe paa lo cual contestó el joven con otra sonjoven, casi niño, anota el autor, quizás recerle mayor razón para considerarle risa, mandó el tirano a degollarlos a los alcanzó a escuchar las oraciones de Ancomo desdichado. Porque las mismas co dos: al uno porque había descubierto un tonio y de Licinio Craso; tan reputados sas que tanto había deseado, ni siquiera camino para matarle, y al otro porque entre sus conciudadanos. Atrás hemos las gozó cuando le parecía que las tenía había aprobado las palabras del anterior dicho cuánta importancia concedían los en su poder todas. Habiendo nacido de con su risa. Eso le ofendió tanto, que romanos al estudio de la oratoria. Es buenos padres y de honrada familia (si nada le pareció más grave en su vida, oportuno, por tanto, recordar que el pro bien varían muchos escritores en cuanto puesto que llegó a matar al mismo. pio Cayo Caligula tuvo pasión por ella, a su linaje. y habiendo tenido mucha quien tan vehementemente amaba.
llegando, en su fervor, hasta fundar y comunicación con sus amigos y deudos, Así se mueve en las direcciones más establecer concursos de elocuencia grie y además, según la costumbre de los grie contrarias el apetito de los tiranos, danga y latina, no sólo en el territorio de gos, algunos adolescentes unidos a él do a entender con ello cuán lejanos esItalia propiamente dicha, sino también por el vínculo del amor, sin embargo no tán de la felicidad. Bien lo probó el misen la Galia. Justo era que los príncipes se fiaba de nadie, y sólo se atrevía a mo Dionisio cuando Damocles, uno de y hombres todos de posición destacada confiar la custodia de su persona a alsus aduladores, alababa con largos razoentre los latinos viesen con entusiasmo gunos extranjeros y bárbaros, a quienes namientos su fausto, la majestad de su el cultivo de tan nobles disciplinas, pues había elegido de entre los siervos de dominación, la abundancia de sus riqueto que tuvieron la fortuna de conocer y las familias ricas de Siracusa, quitándo zas, la magnificencia de sus palacios, y apreciar también a Aurelio Cotta y les el nombre de esclavitud. Así, por su negaba que hubiese nadie más dichoso a Hortensio, el primero de los cuales fué injusto apetito de dominación, se había que él. Querrás, oh Damocles, le re elogiado en frases que pudieran parecer encerrado dentro de una estrecha cár plicó, ya que tanto te deleita esta vida, excesivas por el mismo Cayo Julio Cécel, y por no entregar su cuello al bar.
gozarla ti mismo, y experimentar mi forsar, con motivo de su acusación contra bero hacia que sus mismas hijas lo afei tuna? Habiendo Damocles dicho que la Cornelio Dolabella.
tasen.
deseaba,. nandó Dionisio colocarle en un Frecuentando el areopago y el ágo De esta manera, aquellas regias prin lecho de oro, en un estrado bellísimo, ra escribe el doctor Andrade pudo Ci cesas, con artificio sórdido y propio de con ricas alniohadas y magníficas pintucerón por sus propios ojos ver las dos esclavos, cortaban la barba y el cabello ras, e hizo poner en torno de él abuntendencias que desde el comienzo de la a su padre. Pero, cuando ya fueron adul dancia de plata y oro cincelado. Mandó oratoria habían existido en Atenas. Gor tas, quitó de sus manos el hierro y las que le asistiesen a la mesa esclavas segias, grande entusiasta del estilo, traba. enseñó a rizarle las barbas y el cabello lectas y de notable hermosura, y que le jaba con sumg empeño la simetría de con un hierro candente. teniendo dos sirviesen conforme a su capricho. Añadió las cláusulas como base de las reformas mujeres, Aristomacha, conciudadana su a esto ungüentos y coronas, mandó queartificiosas del ritmo. Su discípulo Iso ya, y Doris, locrense, no se atrevía a mar deleitosos perfumes y cubrir la mecrates llevó a la perfección la obra por visitarlas de noche, sin haber examina sa de manjares exquisitos. Creíase feliz él comenzada en la rosa artística; lima. do antes y registrado todo el palacio. Damocles, cuando en medio de todo este ba el estilo, como Vinci retocaba las imá. habiendo rodeado su lecho de un amplio aparato vió que pendía del artesonado Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica