228 REPERTORIO AMERICANO La guardarra ya humanidad. Una mesa rústica, puesta a la puerta de nuestro barracón, ostenta Cuento cubano de mucho significado para toda nuestra América, Tomado de MARCOS ANTILLA, relatos ba, como guiso, iauna y flora de la tierra.
de cafiaveral. Por Luis Felipe Rodriguez. Prólogo de Juan Marinello. Editorial Hermes. La Habana. 1933 Múltiples estrellas sobre nuestro festín de Navidad; alia en la alta viga del baT puerco, andaban desamparados. Enton rracón, solitaria y roja, una señal de vía.
ces, la mano izquierda del pinareño y Era el farol que alumbraba las vías doEnciende tu imaginación como un fa el dueño de los descarriados animalitos mésticas de la negra Paulina Celestina.
rol de guardavía y ven conmigo, en es no se enteraban de lo que hacía la de Bien que se portó nuestro pinareño. píritu. Quiero que veas y oigas de nuerecha. Quiero decirte, también, que mi falta de cerdo, había arreglado un chivo vo, a tu propia luz, esa brecha abierta compañero de espíritu y petate, era un que se comía solo. Para que no se dijera en la entraña viva del cañaveral. Yo, español, salido de las minas de Vizcaya, que éramos casasolas habíamos invitaMarcos Antilla, hijo espontáneo de este y desde allí, caído, como un mala chis do a la patulea de los haitianos. Pobres terrón insular y con todos los defectos pa, sobre los cañaverales de las Antillas, haitianos! Eran recelosos como animales.
y virtudes del criollo auténtico, voy a Mayores. Se llamaba esta mala chispa maltratados y en lugar de indignación relatarte el cuentecillo de la guardarraManuel Herdoza y si no fuera porque se sólo tenían un infatigable apetito. Chaya, que echándole un galgo a la liebre le metió entre ceja y ceja arreglar a no Galbán, el dominicano, también con dal determinisino histórico, quiere deEspaña y aun al mundo, hubiera sido el apetito en los ojos y en las narices, cir: colonización, según el leal saber y hasta alcalde de Bilbao. Tal la historia le tiró al chivo este grueso donaire entender de la época; trata de esclavos, y los sesos de mi compañero de corte y criollo: sudor barato, bocoyes de alcohol, paiolla. Sobre nuestras cabezas el sol había Chivo que rompe tambora, con su las de miel, pan de azúcar, sebo de catirado, matemáticamente, su vertical de pellejo lo paga.
rreta y látigos de oro y de sol: Más fuego que se hacía castigo en nuestras Los dos jamaiquinos, temerosos en estarde, política criolla y capital extranespaldas, sudor en las frentes, centella te momento do levantar su entusiasmo jero. Pero no cojas ese aire de perro en las cuchillas que degollaban la linfa ante las hazañas culinarias del pinareapaleado, muchacho. Esto que te he diverde y encendidos reflejos innumera ño, por temor a su propio temor y al cho y lo que te voy a decir, no es más bles, sobre el oleaje uno y vario del mar gobierno inglés, sólo se contentaron con que ur cuento de camino, entre buenos de esmeralda viva. Como obedeciendo a mirar ávidamente para la mesa, junto a compatriotas y mejores compadres.
un rito sagrado, impuesto por una dei la cual, ellos también tenían el derecho Aquel día, yo le dije a mi compañero: dad implacable, veinticinco manos pal de sentarse. empezamos a comer y a beEsta noche, va a nacer para nosotros paban el talle virginal de la planta de ber, como buenos cristianos, que en la Monseñor Jesucristo, en lo más humilazúcar, apartando toda malla envolvente noche en que nació su redentor, dan al de y oscuro del cañaveral. La tradición de la hojarasca protectora; después, otras olvido el recuerdo penoso de la guaringenua del mundo cristiano va a poveinticinco manos, armadas de relámpa darraya. mediados del festín, el espaner un poco de espíritu y de pan en gos, se abatían certeras, sobre el surco ñol Manuel Ferdoza, que había bebido nuestras vidas de cortadores de caña. profundo del cañaveral; luego, las veinabundantemente, con febril impaciencia. Celebraremos la Nochebuena como Dios ticinco manos anteriores, emergiendo de se pasó las manos por todos los lados manda, en nuestra tierra. falta de la la tierra, mostraban al aire, cada una, su del cuerpo, como quien quiere enconestrella de Belén, vamos a poner el tutubo, cercenado al órgano vital de la trar un lugar donde ha guardabular de la negra Paula Celestina sobre tierra criolla. Ya en el aire, la tarea era do algo que un día debe encontrar la viga más alta del barracón y a falta diestra y rápida; limpia y desnuda cola propia expresión. las dos copas de Reyes Magos, convidaremos, para mo el diamante en el agua. era entonmás, se le salió por los labios, en pos que nos honren, al administrador del ces, la dulce caña, a la que tres golpes de sus hipos, el tema integral de su viingenio, Mister Norton, a su secretario del acero tajante hacen tres trozos, que da. Con un inusitado temblor en la voz Rogelio Rivas Soto de Casamayor y a caen, sin pena ni gloria, en los anónidijo: Camaradas y hermanos en el amor nuestro inapreciable colono Fico Larramos bultos que se enfilan a las dos lindes universal de la justicia del hombre para chea. de la guardarraya, párpado entreabierto el hombre en la tierra: Esta noche nadel cañaveral cubano, desde donde la ció, rodeado de bestias mansas, el hijo Esta noche es Nochebuena pupila verde del fruto vernáculo se aso del hombre. Los hombres le crucificay nació Cristo en Belén.
ma al Mar de las Antillas, para ver a ron, porque quiso que se acercasen tolos nuevos galeones que llegan de la dos al banquete de la vida con el mismo IT otra banda de la América del Norte. Así, derecho. Padeció bajo el poder de Ponbajo el aro encendido del día, era la cio Pilato la miseria egoísta del hombre, Eramos veinticinco filos de mocha guardarraya, donde tumbábamos la cay nosotros, irredimidos todavía, celebraa lo largo de la guardarraya, veinticinco ña con el sudor de nuestras pasivas mos su nacimiento comiendo, no por cocuchillas infatigables, buenas piezas de frentes. Cuando el último alarde del remeſnos su ideal de justicia, sino porque barracón y hamaca de sacos de harina, flejo distante se apagó en el cañaveral, padecemos, aún, de todas las hambres, entre los cuales la mitad eran carbones desperezáronse cincuenta brazos y se hambre del espíritu y del cuerpo, pues apagados del horno ardiente de la campiña haitiana. Echa, si te parece, a la entregaron a la ley de gravedad veinti somos los modernos parias de la guarcinco cuchillas triangulares. Entonces, darraya, que se alimenta con el sudor y guardarraya, un portorriqueño, dos doel ardor del trabajo infatigable se des la sangre de nuestra vida. Pero yo tenminicanos y tal o cual jamaiquino; los mayó en la humana fatiga del cuerpo. go fe en que El está naciendo otra vez demás éramos cubanos, desde el cabo de Lentamente, nos fuimos a la espera de entre nosotros, y que vendrá. Vendrá no San Antonio hasta la punta de Maisí. la Nochebuena, como quien se aban para decirnos que su reino no es de este Mal no está decir, que a pesar de nues. dona a una vieja y siempre renovada mundo, sino para devolvernos el mundo tra tienda aparte, los cubanos estábamos esperanza. Si no le tapo la boca, mi prometido de la existencia redimida. Yo con todos, por obra y gracia de nuestra camarada Manuel Herdoza, le pronuncia lo veo venir, no manso y doliente, sobre peculiaridad criolla y nuestro Señor Jeun discurso díscolo al cañaveral, ane su martirio, y sí victorioso y renovador, sucristo. Un pinareño, que se parecía al gado, ahora, en la sombra ligera de un sobre la huella sangrienta de todos los buen negro Juan (que está en el bote fin de crepúsculo insular.
mártires de la humanidad.
de rodillas, en compañía de otros dos El pinareño, quitándose de la boca juanes, en tanto le habla, sobre las olas, III un enorme chicote de chivo, exclamó la Virgen de la Caridad del Cobre. era con sincero arrebato: el que, entre nosotros, tenía más gracia Vinieron la hora y la noche en que. Bravo!
para preparar el chilindrón de chivo y el nos han dicho que nació, en un pesebre, adobo de puerco, sobre todo, si chivo y el niño Manuel de Jesús, redentor de la Cállate, aniinal gritó contrariado y se Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica