REPERTORIO AMERICANO 115 con justicia el valor de lo que aquí tiene la Electric Bond and Share parece sencillo. Sin embargo, es tan fundamental que sólo un empeño resuelto de los hombres que tienen a su cargo la custodia de los intereses de la nación en diversos órdenes, puede conseguirlo. La Compañía sabe que del valor inflado de sus propiedades y de su contabilidad acò.
modada a sus fraudes, dependen los rendimientos que ha de seguir obteniendo en Costa Rica. De modo que en no desbaratar esa muralla está concentrada la tarea de sus personeros a sueldo crecido.
Sin embargo, la nación se impondrá si le damos el trato que merece.
Si pensamos en los Tribunales de Illinois que dicen a una compañía similar a esta que nos explota, que no puede elevar el por centaje de utilidades, porque le fué fijado de acuerdo con sus inversiones justas, nos llenaremos de la misma resolución para ceñir a freno mular a la Electric Bond and Share Co.
No olvidemos que la lucha es contra un poder de magnitud enorme. En los Estados Unidos tiene sus raíces y allá los hombres de visión clara lo doman y lo contienen con leyes grandes. No nos cansemos para que la lucha que no ha de parar tenga siempre de nuestra parte la aspiración por acabar con un mal que no debemos permitir que se estacione. Lucha recia contra la Electric Bond and Share y en todos los tonos.
Esta Compañía usa su poder para matarle al país sus defensas. Pero si corrompe los periódicos porque en ellos hay mercaderes que trafican con la dignidad de la Frensa, no nos desanimemos y continuemos en la batalla. Debemos sacrificarnos para librar a la electricidad de que se vielva bien de compañías sin entrañas.
Juan del Camino Costa Rica y marzo del 33.
Campanas de Cartago Envio del autor. Cartago veces, tal vez fuera mejor decir, la eternidad de carbones encendidos que con harta frecuencia, me despiertan de se me espera, a coger un catarro.
madrugada las campanas del Convento Enrique Heine, cuando viajaba por Itaque tocan a misa de alba. Son las cinco: lia y probablemente uno de tantos días todo está tranquilo y en diáfano silencio calurosos en que iba a buscar refrigerio como acabado de salir del pozo de aguas a las catedrales, escribió que el Catolinegras de la noche. Sólo se oye de cuan cismo era una religión de verano, pero do en cuando el canto de los gallos toevidentemente este dicho del gran humodavía roncos por la frigidez nocturna, o rista no tiene ni puede tener aplicación el traqueteo lejano de alguna carreta que a Cartago y a esta destemplanza climaviene a la ciudad. Queda aún un buen térica que aquí llamamos verano. Renunrato por dormir, el último, el más sa cio, pues, por ahora, a mi calaverada mísbroso en opinión de aquellos voluptuosos tica y acomodo mi cabeza otra vez en la que saben catear el vino del diosecillo coalmohada, la cual, aunque suave, no es, ronado de adormideras en la copa de la ni permita Dios que sea, la almohada peacidia. Así y todo no suelo tomárselo caminosa del escepticismo. Yo he loa mal a las campanas del Convento, a grado ya, por suerte, tal como quería estas buenas campanas amigas de mi inJames, el pragmatista. consolidar mi fe sobre necesidades pasionales y admitir fancia, a estos viejos bronces sonsacadola verdad religiosa sin mirarle mucho los res de cuantas beatas han dormido, duermen y dormirán a su alcance, desde los dientes (como a caballo regalado. Mi inteligencia, si es que alguna tengo, no tiempos del Padre Quintana hasta la consumación de los siglos. Por el conse niega a dar el salto en la oscuridad trario, me gustan. Al menos hacen su que él preconizaba. El espíritu cstá lisdesagradable oficio de despertadoras a to; la carne es la miserable, que no quiela vida del afán y la congoja mejor que re arrostrar el frío y se resigna cobardemente a que aquellas beatas afortunadas muchos aguafiestas, con voz queda, insiusufructúen exclusivamente las fruicionuante, casi tan suave como las tintas nes espirituales que les procuran sus sedel amanecer. Placeme oírlas e imagiráficos guías de la cuerda y la cogulla.
nármelas bien lejos, tal cual si emergieDurante el resto de la mañana, ocuparan de las regiones del sueño, arrebujados mis oídos con los timbrazos eléctridas aún en la neblina en que se esfuma cos del Colegio, respuestas de alumnos, la ciudad, convidando a una misa a que y demás ruidos desapacibles, no vuelven yo no he de ir, mientras las almas devoa oír campanas, y si acaso las oyen no tas, mas un poquillo dormilonas, andan saben dónde las repican. Pero. ay. a en apuros porque ya dejaron y van a llemediodía nos espera un repique gordo gar tarde. veces, oyéndolas tan disen la Parroquia, gordo y largo, aunque cretas, tan dulces, tan ingenuas, me dan tales términos parezcan contradictorios.
hasta ganas de hacer una calaverada, de levantarme e ir a darle una sorpresa a INDICE las beatas mañaneras que a esa hora se creen, en la penumbra flordelizada de llamas de cirios, únicas degustadoras de tales delicias místicas; pero hace frío, demasiado frío para abandonar la tibieza ENTERESE ESCOJA: del lecho y echar a andar por esas calles. edro Salinas: Fábula y signo. oesias. 3. 00 Es preferible dejarlas oír su misa en paz Tagore: El Jardinero. In vol. pasta 00 Tagore: Él sentido de la vida. Sadhana. 00 y que sigan creyendome un hereje y conFroylán Turcios: Piginas de ayer miserándome, gozosas en el fondo, por Solicitclos al Adr. del Rep. Am.
Lo oímos con cristiana paciencia, y si no viene acompañado de cohetes, bombas y música de clarinete y tambor que nos recuerde la chirimía de cuando todavía éramos indios, nos damos por felices.
Como la tarde la paso los más días fuera de casa y de la zona directamente intervenida por el campanario parroquial, no puedo dar razón de los demás convites eclesiásticos a la dichosa feligresía cartaginesa, sin recurrir a informes domésticos. Mi señora me cuenta que los.
sábados, a las tres, se oye un repique discreto que viene, como vinieron los Reyes Magos, de Oriente. Es. claro que ella no lo sabe porque no es cartaga la Salve de Nuestra Coronada Reina y Señora de los Angeles.
Con las sombras de la noche vuelven a mí las campanas (no vea el lector ironico, se lo ruego, ninguna mala intención de mi parte en este paralelismo casual. Cartago, como todo fiel cristiano, no se recoge y entrega al sueño sin antes rezar el Rosario. Allí están las campanas para recordárselo y publicar a todos los vientos que ella es de las ciudades privilegiadas, que todavía se acogen a la benéfica institución de Nuestro Admirable Padre Santo Domingo de Guzmán, aunque no falten, sin embargo, en su seno, almas frívolas a quienes resulte imposible resistir el llamado chillón de las sirenas del Apolo convidándolas a surcar por cuatro reales las aguas chirles de los mares de la cinematografía yanqui. las ocho, terminado el Rosario, inmediatamente después del cornetazo de queda del Cuartel, doblan a Animas. Es éste un toque breve, pero tan cargado de tristeza y desolación, que parece más bien las paletadas de tierra que se echan sobre una huesa o las lágrimas que se lloran sobre una pena inconsolable. Los que como yo lo hemos oído desde niños con el inevitable acompañamiento que le hacían nuestras madres las Animas benditas del Purgatorio descansen en paz, Amén. no podemos oír este quejumbroso responso de bronce en sufragio de las almas de los difuntos, sin sentir la nues.
tra sobrecogida, estrujada como por una mano misteriosa, y sin consagrar un enternecido recuerdo a los seres amados que ya no están a nuestro lado (1. Qué poder el de la Iglesia Católica para dramatizar los incidentes de nuestra vida mortal, y qué poca cosa resultan, comparados con ese poder, los coros luteranos y los himnos traducidos del inglés con que nos aburre la capilla protestante que tenemos enfrente! Sólo la Iglesia Católica, nadie más que ella, es capaz de hablarnos al corazón con esa voz, de dar a los aires esa trémula queja tan llena de noble pesadumbre y de sombrías esperanzas, que pasa a esta hora cn alas de la noche por sobre la callada ciudad como un memento a los muertos y como una advertencia a los vivos de la fugacidad de todas las cosas de la vida.
Mario Sancho de marzo de 1933. 1) Del Purgatorio recuerdo una fiel representación en la iglesia de Nuestra Senora de la Soledad. No habia en ella, como en el Dante, penas diferenciadas: todas las almas purgaban Igualınente entre llamas sus pecados. Ante ese cuadro las vielas suspiraban siempre horrorizadas y contritas. obres almas en pens ellas también! on Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica