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REPERTORIO AMERICANO 233 Notas sobre Alfonso Reyes Colaboración.
Alfonso Reyes Visto por Maribona Es difícil la tarea del bibliógrafo que se inclina con ánimo de estudio sobre la intensa obra literaria que ha desarro llado Alfonso Reyes. Cubre veinte años en el tiempo y se compone de muchos más titulos, donde se hallan todos los géneros literarios y las formas de prosa de verso. Predomina ciertamente ei ensayo, crítico y reducido a libros unas veces, más amplio y general otras, hasta lindar en lo que el inglés llama criticism of life y en la filosofía. Comienza como escritor de ideas con su volumen de Cuestiones estéticas. y en estos días, desde su retiro de Río de Janeiro, se complace en una prosa pura, macerada pero sensual, donde hay menos ideas pero donde subsisten granos de mostaza y aliños fragantes. Pocos jóvenes americanos han iniciado su ca. rrera literaria bajo tan elegante. signo como el que preside las Cuestiones estéticas. Al prologar este libro, en 1911, decía Francisco García Calderón: Sólo el entusiasmo traduce en este libro su edad. No son dones de toda juventud.
su madurez erudita y su critica penetrante. Alfonso Reyes llevó a este libro algunas de las lecturas que hiciera en simposio con los miembros del Ateneo de la Juventud, que señaló en la literatura mexicana el advenimiento a la vida pública de una generación que ha producido obras de la mayor importancia. Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso, Jesús Acevedo, Alfonso Cravioto fueron, junto a Reyes, los promotores de una actividad intelectual que iba a renovar sustancialmente la literatura de México y de algunos otros paí.
ses de la cuenca del Mar Caribe. Los temas de las Cuestiones. indican el género de los amores espirituales de esos hombres. Les interesan el teatro griego, la estética de Góngora y de Goethe, la poesía y el sistema literario todo de Mallarmé, el teatro de Bernard Shaw.
Ya en ese tiempo un poco remoto vemos a Reyes vinculado vivamente a los problemas de la estética. Los tres diálogos que sobre ella aparecen en las Cuestiones. son páginas. cardinales, que no tienen muchos paralelos en la literatura americana. Hay en ellos atisbos. sorprendentes: La expresión literaria dice forma también parte de la vida y es como una compensación. Pá.
gina 233. Júzguese de la continuidad, inaparente por lo demás, de la obra de nuestro autor al ver que una sugerencia parecida se halla seis años más tarde en El Suicida. Entonces no queda más refugio que el arte inventivo: el teatro y la novela, en que el autor realiza todas las posibilidades de ser que en la vida no le ha sido dable desarrollar (Pág. 65. También vemos ya al autor ocupado en Góngora, sobre el cual interesantes opiniones críticas. Más tarde, trasladado a España, le va a ser posible a Reyes trabajar en forma erudita sobre Góngora, y el testimonio de sus exploraciones se halla en sus Cuestiones gongorinas. publicadas en la ocasión del centenario del poeta cordobés, en 1927.
No nos asuste, por lo demás, verle curvado sobre viejos libros, restituyendo textos discutidos y poniendo en linipio papeletas bibliográficas. Reyes se consagró durante varios años, en Madrid, a ese género de trabajo, bajo la dirección del benemérito, don Ramón Menéndez Pidal. Sus estudios publica dos en la Revue Hispanique. en la Revista de Filología Española y en el. Boletín de la Real Academia vieron a luz entre 1915 y 1919. Por el mismo tiempo salieron a luz tales y cuales tomos de Quevedo, Ruiz de Alarcón, Arcipreste de Hita, Lope de Vega y Gracián, prologados y anotados por Reyes. También de ese ciclo erudito so. su versión prosificada y modernizada del Poema del Cid (2. generoso intento para poner el venerable monumento de la poesía. castellana en contacto con las gentes presurosas de nuestros días, y una pulcra edición del: Polifemo. de Góngora, que lanzó la revista Indice. dirigida por Reyes y por Juan Ramón Jiménez. Estas labores disciplinaron su espíritu y le pusieron en contacto directo con la mejor literatura española.
de todos los tiempos. En el prólogo de las Cuestiones gongorinas hizo el elogio de su trabajo y. del de sus compa. ñeros eruditos, al hablar de la tarca humilde y paciente del erudito, tan se.
mejante al trabajo de la hormiga y tan necesitada de cristianas virtudes (pág. Concepto que completo y reafirmó en el mismo libro al exclamar: Agradecere que se me complete y rectifique: todo lo sabemos entre todos (pág. 137. Huelga tal vez decir que es ésta la ac.
titud propia del buen erudito. La soberbia no tiene cabida en una actividad en que todas las rectificaciones convergen al mismo fin que se propuso el in.
vestigador. Los resultados de una pe 3quisa no pueden ser jamás perfectos, y es de la concurrencia de otros investigadores al mismo fin, de donde habrá de obtenerse como término la versión correcta, la totalidad de los aspectos de la verdad, por decirlo así.
Mas la presencia de Reyes en los tra. bajos de erudición no debe ser conside. rada como una pausa en su trayectoria do creador. Precisamente, cuando estaba más interesado en sus investigaciones y cuando editaba textos antiguos con notas nuevas, apareció su libro de ensayos. El Suicida. que vió la luz en Madrid en 1917; en América las piensas trabajaban también para él: el mismo año salen sus Cartones de Madrid. Una hora con Alfonso Reyes De El Mercurio. Santiago de Chile Imaginad un hombre chiquito, levemente grueso, que no pocas veces se ha calumniado a sí mismo llamándose gordo. Imaginad además que tiene manos chicas y pies chis cos, caneza grande, frente ensanchada por la calvicie que comienza; pelo rubio; breve bigote, como pincelada de crayon en el labio; ojos vivos, soñadores, encerrados en unos párpados pesados. La cara es algo mofletuda, y bajo el menton se adiciona un nuevo mentón de carne. La vida diplomática y la sedentaridad del escritor lo han redondeado extraordinariamente. Sus gestos son vivos, afectuosos. Mira con simpatía y habla con cordialidad. Parece empeñado en suprimir la distancia que media entre los interlocutores.
Quiere ser un amigo, y lo consigue con facilidad sorprendente. Su lenguaje es claro, pintoresco. Habla con soltura de buen tono, como aleccionado por muchos años de vida diplomática. Pero no habla al desgaire: habla con estilo. Salpica su conversación de metáforas, introduce anécdotas, hace dialogar a sus personajes. Todo esto en tono medido, cometido a una pauta de buena compafía. No es, no podría ser un Fierabrás de la literatura. De pronto se incorpora del sillón y da algunos pasos. Pisa con elegancia masculina. Menudo y gordezuelo, es viril.
Fuma con frecuencia cigarrillos que extrae de una pitlera. No usa joyas. Sólo en el dedo anular de la mano izquierda, junto al anillo de casado, otro también de oro. Viste gene(Pasa a la página 235)
avanza (1) Publicados por la Editorial Calleja de Madrid. 2) Publicado por Calpe de Madrid (hoy EspaseCalpe. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica