REPERTORIO AMERICANO 111. Germinal erróncamente como una modalidad de concreto, a que antes me he referido, maíz y frijoles, y varias en gleba que nuestro personal orgullo.
que realza el edificio y concluye en el esperaban la sementera, transformaron Al segundo piso del edificio de la Fa vestíbulo. Pausadamente habríamos el baldío en rica estancia. En un alto del cultad, situado en Santa Clara, nos descendido unos cinco peldaños, cuan terreno, rodeada de luz y aire, estaba acostumbramos a subir por una escaledo de pronto, sin disimular su sorpresa, enclavada la cabaña. Ponderándome la rita de madera que tiene, en la parte señalándome con el índice en la pared, fertilidad de las tierras, aquellas buenas sur, bastante excusada para el público.
Alvaro me dijo: gentes hablaban todas a la vez; yo esCasi nunca hicimos uso de la escalera Mira!
cuchaba sonriente, feliz de saberlas feliprincipal, construída durante el rectoVolví la vista hacia el lugar que me ces. Un arroyo próximo a la barraca rado de ese gran internacionalista, culindicaba, y leí: acompañaba con su canto, como un aleto y patriota, que responde al nombre gre retozón, la vocinglería que armaban Alvaro de Borbón; de Antonio José Uribe.
Gastón de la Vanidad: mis queridos huéspedes. Rosenda, que Acabábamos de asistir a la clase de los dos tipos pedantes se había criado enteca, la hallé rolliza y Derecho Comercial, que magistralmende nuestra gran Facultad.
placentera. Quince abriles la habían te exponía, en luminosa conferencia, la arrullado. bien venidas las primaveras palabra persuasiva de Félix Cortés.
Qué opinas, bastante curioso, ver. en moza tan guapa y atrayente! Quería Contrariando aquella mañana, nuestra dad? Comentó, en tono irónico, Alvaro a María como a su propia madre, era vieja costumbre, bajamos al primer piY yo sonreí compasivamente.
claro. Aquella santa mujer la prodigaba so, rumbo a la calle, por la escalera de Gastón de la Barca sus cuidados como si a sus pechos se hubiera amamantado. Todos en fin, eran dichosos en aquellas soledades, llenos de salud y con la despensa al raso y bien surtida, no tenían qué pensar en el mañana. Envio del Aufor. San José de Costa Rica Una semana estuve al abrigo de aquel. A1 fin nos vamos. Dejamos la ciu Fuesc él el primero, con sólo veinticinco techo milagroso 2, guyo amparo todo se dad donde se me antojan las gentes y colones en su escarcela y llena el alma multiplicaba y, reía. Hice mi regreso sin las cosas tristes. Busco la alegría del de ilusiones, para dar principio al abra sentir las molestias del camino, pues que campo; llevo la más grande ilusión. Ma y edificar el rancho. En dejando regada traía el magin cavilando todo el tiempo ñana tempranito, arreando las parejas la simiente en la primera, y techada la sobre lo que había visto, y desatento a de animales que Dios me ha deparado, barraca, decidióse a venir por su madre cuanto no se relacionaba con el vivir dicomo quien embarca en una Arca de y, el resto de la familia. Adoraba en su choso que dejaba a mis espaldas.
Noé, tomo soleta con mis dos varones vieja y quería que lo demás fuése a ojos Meses después, al filo de la madrugaque he parido, y con Rosenda, a quien de ésta formándose y creciendo. Ya den da desperté una vez a los lamentos ahisu madre me entregó desde pequeña y tro del rancho estaban listos los camas lados de alguien que arribó a mi puerquiero como a hija. Bendita tierra és. tros, y tres piedras sobre una repisa fir ta. Corrí a abrirla, y di paso a una, fita, donde para todos da Dios! Formare me, que harían de hogar, esperaban gura de mujer, que envuelta en una de mi predio un Paraíso, y viviré, no co lumbre.
manta, toda enlodada y haraposa, como mo Eva, desnuda y curiosa, sino apega así fué. Yo les ví salir muy tem un fantasına, parecía requerir abrigo.
da siempre a mis añejas costumbres y prano sin mengua de comistrajo para la Era María. Sola, sin más amparo que religión. No, de allí no me echará el jornada; recoger en una hacienda veci Dios, según luego me dijo, había huído Angel, ni me condenará a la vida no na las parejas de animales, venidas unas de aquella cabaña maldita donde tan femade.
de regalo, por compra barata otras, y liz poco ha la había dejado yo. Por enEsto me decía María, la vieja insepa todos, arreados, unos, arreando otros, tre montañas, dejando jirones de su inrable de mi familia, amiga dilecta que ponerse en camino de la tierra de pro dumento, y aun de sus propias carnes, recordamos con el mayor afecto. Era misión, en las zarzas y malezas, catorce días menudita y morena, de facciones suma Al año les fuí a ver. Tres días con sus noches había caminado con el alma en mente finas y correctas. Sus ojos pare noches, por riscos peligrosos, y andu un puño y lacerado el corazón.
cían ascuas, tal su viveza, y juguetones, rriales que más parecían vecindades del Soy la mujer más infeliz del munaun en horas tristes, pues que nunca se infierno que antesalas de gloria, hube de do me dijo, echándose en mis brazos, sometieron al sosiego. Yo la miraba co pasar para llegarme a aquellas buenas que la recibieron cariñosos. Ya ve.
ve.
rrer de aquí para allá, en la estancia gentes que ya sabían de mi próxima vi Roserda. Rosenda, donde Federico, el mayor de sus hijos, sita, y que en su deseo de regalarme. Muerta. pregunté. asombrado.
zancajéaba en los preparativos del viaje. con esplendidez, habían sacrificado el. Federico, Federico, el que era María era aparatosa en todo, más en cerdo mejor cebado de los nacidos de la hijo de mi alma siguió diciendo, tamel hablar. Estrecho se le hacía siempre. pareja que vi hozar en el camino pol baleándose, cubriéndose con las manos el lugar en que despotricaba. ella tenía voriento, aquella mañanita en que des. el rostro.
que ser gráfica en sus narraciones y pa pedí a la dichosa caravana. Muerto también. liques, y de ahí ese ir y venir de su fi qué prodigio de la naturaleza y del S; Más valiera. Tuvieron un hijo.
gurita graciosa, ese reir y llorar porque poder humano; divididos en parcelas y sin que Dios les bendijera su, unión.
sí, ya llevándose las manos a la cintura, los sembrados, daba todo aquello la ilu Pobre María. exclamé estrechánimprimiéndole al cuerpo un movimiento sión de un portal de navidad. Tres man dola. Pero, ya ves, en una Arca de Noé peculiar de bailarina, ya levantando los zanas de banano, seis en dehesa, dos de te embarcaste; a ella fuiste feliz, llevanbrazos al cielo, andando a gatas, si lo do un toro y una vaca, un cerdo y su que contaba requería la pose, y siempre INDICE pareja, gallo gallina, un potro y su llena de nervio y de vida. Delicada en todas sus costumbres, era menester adiCON EL ULTIMO CORREO: yegua. y a Federico y Rosenda. Qué esperabas, pues. Todo fecundizó; cam.
vinarle el estado de su hacienda cada: Pedro Prado: Un Juez rural.
pos, animales y personas. Bendito Dios!
día, que nunca hubo cosa más veleido Pedro Prado: El llamado del mundo. 50 ella. pálida como un espectro, en Salvador de Madariaga: Arceval y los insa, para con disimulo proveerla de algo, gleses. Juicios póstumos sobre Inglaterra medio del zaguán iluminado por la espues que ni en los mayores apuros deque escribió Julio Arceval.
casa luz del alba que comenzaba a descidióse a amprar.
Cuadernos de Política, IV. Alfredo Weber: puntar, alzó los brazos, y mirando al Federico había tomado cincuenta hecLa crisis de la idea moderna del Escielo, exclamo: tado en Europa.
táreas de terreno fértil en el litoral del 00 Conde de Keyserling: Norte América liber Maldita fecundidad!
Pacífico, casi llegando a la costa, am fada.
parado al derecho de cabeza de familia.
Solicitelos al Admor, del Rep. Am.
Jorge Orozco Castro 00 50 11. 00 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica