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REPERTORIO AMERICANO 25 Muere un poeta español: Salvador Rueda De La Nación. Buenos Aires Colorista español Una expresión ha corrido ya por las breves notas de necrología que, en general, hari sido el único homenaje tributado a un poeta español que acaba de morir. Es seguro que las necrologías españolas habrán empleado también esa expresión: sobrevivirse. Salvador Rueda, qu: ha llegado a vivir cerca de ochenta años en su fecha de nacimiento historias literarias y antologías no andan muy conformes. ha pasado buena parte de ellos sobreviviéndose. la verdad. qué es un poeta, si no se sobrevive? La poesía es esto: supervivencia, paso a través de la destrucción y del olvido, negado al hombre como ser físico, otorgado al poeta por la virtud alada de unos renglones a los cuales logró prenderse una ráfaga de espíritu.
Pero la supervivencia de que así se habla es otra. Supervivencia de un poeta en vida; cambio de gusto, baja en la estimación pública, definitiva tal vez, o acaso momentánea. Se llamó amados de los dioses a los que morían en plena. juventud. Todo poeta muerto en flor ha gozado de un privilegio, como del amor de los dioses. La aprecia ción literaria se tiñe para él de melancolía, En cambio, el poeta llegado viejo.
Se hablará de la vejez gloriosa de un Hugo de un Guerra Junqueiro, de un Carducci. No se hable de un Zorrilla, de un Campoamor: he aquí otros que se sobrevivieron. no intentaré yo comparar a los españoles con los extraños.
No porque los considere inferiores o superiores, sino porque no es eso lo que aquí me interesa. Me interesa su aura popular, su consideración en el concepto de los letrados, su autoridad ante las nuevas generaciones poéticas. En este sentido, aun tratándose de los mejores, podría hablarse mucho. Salvador Rueda le olvidaban, le desconocían los poetas últimos. Y, sin embargo, ciertas tendencias muy, de ahora, por lo menos entre los poetas de España, tenían ya gérmenes en la obra de Rueda: un sabor de copia popular, un atavío de metáforas. Todo envuelto, es verdad, en elocuencia a menudo verbosa quiere decirse: en más palabras de las estrictamente necesarias y, desde luego, una producción copiosísima, desigual, fría y repetidora a veces.
Mas en sus momentos de poeta, qué gran poeta es Rueda! Yo no vacilo en expresarlo rotundamente. Sin embargo, tampoco me costaría trabajo parodiar a Nerón, diciendo ante uno de esos momentos maravillosos, seguido de una tirada trivial, de un canto hiperbólico, a que le inclinaba su temperamento andaluz sin freno de cultura. qué gran poeta pierde el mundo!
Si la muerte de Salvador Rueda sirviese para que todos los aficionados a la poesía le releyeran, mejor que en esos dos tomos caóticos que se llaman, el primero, inexactamente (aun cuando se recopiló) Poesías completas. y el otro, Cantando por ambos mundos. mejor que en esos dos tomos, digo, en les, cdiciones originales de sus diversos libros, desde las colecciones breves de cu juventud hasta las de su primera madurez iCantos de la vendimia. En tropel (que ostenta el radiante Pórtico. de Rubén Darío. y, más adelante. El país del Sol. Fuente de Salud. Trompetas de órgano. Lenguas de fuego se vería el desarrollo de una personalidad cuyo punto de arranque está, de acuerdo con el sentido de la época en que se formó su ingenio, en una tradición. Pero, y ésta me parece su novedad esencial, su aporte y nensaje no enlazan con la tradición predominante de la poesía académica, alumbrada en los cantores neoclásicos, ni con la inimediata tradición romántica de matiz becqueriano, contrapuesta a la brillante, palabrería de los comienzos y contradictoria con ella, de manera distinta Salvador Rueda que lo era el empeño campoamorino ea solicitud de expresión poética íntimamente ligada a la prosa, sino con una tradición no cultivada y atisbada ape De El Sol. Madrid nas por los poetas cultos: la tradición de Un diario de Madrid, en su nota necrolóla poesía popular.
gica sobre Salvador Rueda, dice que el co El poeta como hombre del pueblo: lorista malagueño influyó en mis tempranos esto es Salyador Rueda, visto a su mejor intentos poéticos. Es verdad.
luz. Un campesino de Andalucía que Conocí a Salvador Rueda (y a Rubén Dano se contenta con decir sus amores al rio, Jacinto Benavente, Ramón del Valle Inpie de un reja, guitarra en mano, imclán, Azorin. el mismo día de mi primera provisando una copla insegura. El fonllegada a Madrid. 1898. Peregrinación excido de su poesía puede reducirse a eletada y pálida por las tertulias literarias de la época, guiado por Francisco Villaespesa, sommentos de copla andaluza: a pasión y sentencia. como dicen brero de copa, levita entallada, empaque los Machado.
annunziano, adelantado general entonces de También a comparación tomada en vitodos los ismos habidos y por haber. Lo vi vo, a imagen naciente.
después en casa del escritor colorista Julio Cierto andalucismo de la poesía, esFellicer, cordobés hostálgico, que tenia una pañola, no el de Jiménez, emparentado. tarde andaluza con montilla disimpulado basi acaso, con Bécquer (el germano anjo bandera nacional; y en la de los Martínez daluz, como Jiménez es el andaluz uniSierra, amigos fervorosos de Salvador Rueversal. pero tal vez algo del que brida. Más tarde lo visité en su oficina del Ca.
lla en los Machado. con fuegos más són, almagra y fría, que él creia Grecia. Tupuros y timbres más selectos, y aun vo la bondad de visitarme en mi Sanatorio del Retraído, con traje blanco de albañil, a en jóvenes como García Lorca, cuyos versos de mocedad tenían extraño pareveces gorra y alpargatas, que uso, Juanito me decía para mezclarme de veras con cido con los comienzos de Rueda, sin el pueblo. La última vez que lo vi fué, creo, duda desconocidos por el poeta del Ro¡cuánto tiempo. en 1903.
mancero gitano. No hablo, pues, de Salvador Rueda era normalmente como un imitación, ni siquiera de influencia: sí simpático ebanista en domingo. Moreno rude parentesco, esto es, de tradición. Salbio, ojos leonados, tupé y bigote floridos. An vador. Rueda, en esos momentos en que daba con paso ligero y menudo, y para salusu literatura parece desprendida de todar en la calle giraba todo el cuerpo. Hay do contacto literario, lo estrecha con el un andaluz así, tipo general equivalente: el pueblo, poetizando a su modo, sin tamdoctor Gálvez, de Málaga; Joaquín Turina.
poco imitarle, vuelto sólo a la naturaleza.
de Sevilla, por ejemplo. Tenía sus fobias: no le era posible cruzar una plaza ni pisar las Tengo a la vista por dichoso azar, juntas de las aceras. Hablaba melogo y ba entre inis papeles alejado de mis libros jito, con muchos suspiros, modismos e inter y cartapacios por circunstancias que no jecciones populares.
importan aquí unas cartas de Rueda; y al releerlas, encuentro palabras y con30, 40, 50 años. Romanticismo, parnasia. ceptos que transcribiré para dar apoyo nismo, prerrafelismo, naturalismo, simbolisy sabor auténtico a estas reflexiones.
mo, impresionismo, colorismo, modernismo, No dirán lo que es Rueda; dicen, sin cubismo, unanimismo, futurismo, expresionisduda, lo que creía ser; lo que quemo, imaginismo, creacionismo, monologuisría ser.
Son de una larga carta de mamo, primitivismo, ultraísmo, deshumanismo, superrealismo, neorromanticismo. Total, yo de 1925 que utilizaré también más que como la poesía no se cuenta sino por si.
adelante en otro aspecto. Pretende la glos, seguimos (y lo que queda) en el Rena primacía (sic) en la evolución de la cimiento.
lírica española moderna y aquí hay, en (Pasa a la págira 28)
el fondo una disputa tocante a Dario. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica