Democracy

184 REPERTORIO AMERICANO Castelar: apogeo y perigeo del excelso tribuno (Con motivo del centenario de Emilio Castelar. De El Liberal. Madrid, Envio del autor CUADRITO DE EPOCA Emilie Castelar Una vela blanca y pura como una pluma de gaiza va trazando no sé qué misterioso signo sobre la línea del horizonte. El viento del Este arruga la reluciente lárrina del mar Menor y encrespa los árboles de la murciana costa. Mayo hace espuma en los naranjos.
Es el tiempo en que la morera de vellosas hojas sc cubre de nuevos brotes y en que las guitarras y bandurrias turban el sueño de las mozas y el silencio susurrante de la huerta. En las barracas, de muros de adobes y caperuza de paja, hacen su visita los primeros ramos de flores, junto al tinajero, el fogón y el arca grande de pino, oliente a pan y a frutas maduras.
Una luz marinera y huertana da lustre a las arenas, a los frutales y a las altas ventanas de la. quinta de los Servet, en San Pedro del Pinatar, Don Emilio abre las vidrieras de su alcoba y echa una ojeada sobre el campo. Aspira con fruición el buen olor de los granados, cidroneros y limoneros, que viene cabalgando en el aire. Luego se pone a escuchar cierto v:go rumor que intercepta a veces el chillido de los pájaros. Algunas zancudas pasan a lo lejos, sobre el acantilado. El rumor se ha ido haciendo cada vez más perceptible, hasta llenar con su sonoridad el paisaje. Todo adquiere como un humilde candor al imperio de las musicales ondas. Es la campana del oratorio de la quinta, que llama a misa dominical. La campana campesina va filtrando desconocidas y celestes mieles en el corazón del contemplador, Don Emilio cierra la vidriera, pone en orden su mociesto atavío y asiste al oficio cristiano. El viento del mar, a paso de carga por los corredores, penetra en el oratorio como en su propia casa. Los cirios tiemblan ante la presencia del intruso y las colgaduras se inflan como velas anhelantes de partir. El oleaje marino resuena como un órgano distante.
Esta es una especie de misa panteísta, la misa por excelencia que acompañan, a modo de monaguillos, los elementos y que la primavera satura con sus rurales fragancias. Los huertanos lucen orgullosamente su manta espinardera lorquina, sus almidonados zaragüelles y sus alpargatas de cintos negras. Con su sombrero de anchas alas dando vuel entre sus manos rugosas, sienten penetrar en su alma, como un chorro de frescura, la beatitud de su tierra, de su mar y de su cielo.
Después, el paseo a lo largo de las rocas aborregacias y las sinuosidades del litoral. Guitarras que zumban como abejorros mayores de la primavera. Carretas de bueyes que transitan por los senderillos llencs de sol. En un claro, frente a un redondo moral, jóvenes parejas bailan la típica parranda. Los huertanos se alegran de domingo y de vino.
Don Emilio, lento y claudicante, sigue su paseo con los ojos puestos en el sosegado mar Menor. Unos. barquichuelos se mecen en un fondeadero.
Más allá, unas palmeras, los ápices agudos de unas piantas de pita. Litoral peñascoso. En el horizonte, naves que vienen de Cala Blanca con su carga de mineral de hierro.
Los pescadores canturrean mientras preparan sus alquitranadas redes. Los botes crujen. Dan sus últimos golpes en el agua los remos chorreantes. He aquí que la red, ya lista, se sumerge en el mar y sólo quedan visibles sus flotadores de corcho. Un paréntesis de espera en que se cargan las pipas. Una quietud paciente y silenciosa en la que salta de vez en cuando un agudo chascarrillo regional. Luego, los desnudos brazos musculosos tiran de la pesada red, donde se debaten prisioneros centenares de peces. Angustioso batir de aletas y fugaz relucir de escamas. Saltos y cabriolas sin fin de los que sienten escaparse el aire branquial, la respiración bienhechora y con ella la, vida. De la red a los cestos van pasando los pequeños cadáveres de plata, contados por expertas manos: Cerca de los pescadores, don Emilio contempla, con los ojos bañados de trisÚN CENTENARIO teza filosófica y el bigote caído, los episodios de la pesquería. Las convulsiones agónicas de los peces que mueren La marcha de Cádiz asfixiados le hacen pensar en el trascendental tema de la existencia. Barrun De Luz. Madrid ta su próximo fin y le invade una bla de ¡Cádiz! Tuerto de arranque hacia to acedía. Su espíritu se conturba ante la dos los mundos hispánicos, interiores y idea de la muerte, y más aun de la an. exteriores. Un día son hombres, los viagustiosa muerte por asfixia. Flaquea el jeros; otro día, entre el asombro de mu cuerpo envejecido del pensador. Al buen chas gentes de España que aun aplauhombre que le acompaña le dice con una den la vuelta del necio despotismo, la voz débil como un soplo, señalando con que viaja es una Constitución. Al pensar su bastón el cesto de los peces. Quién en Cádiz, rebrincan siempre nuestros nervios al compás de una pasodoble. Mar sabe si yo moriré como ellos?
char, marchar! Cádiz es, ante todo, un punto de partida. Desde alli se va a reTEORIA DE LA ASFIXIA conquistar Iberia o a reconquistar AtlánLa laringe, la tráquea, los bronquios tidas. Kosa de los vientos. Primera piedra en cualquier monumento a los juveniles son los caminos sensibles del aire. El idearios de Europa. Cuna de la liberpulmón es la meta. Allí en ese órgano tad. Etc.
que los fisiólogos comparan graficaAl intentar erguir una pequeña consmente a un racimo, esas pequeñas uvas trucción en homenaje al gran apoloque son los alvéolos pulmonares, captan gista de la democracia española ¿cómo el oxígeno del gaseoso elemento. Ya nuno ibas a sulirnos al encuentro, Cádiz. trido de vital sustancia, el vino rojo de ¿Dónde mejor que en tu regało pudo la sangre recorre la intrincada tubería nacer Castelar?
de las arterias en un trabajo de superior fué la misma Constitución, en aquealquimia. El corazón acompaña motor lla su primera etapa heroica, enrique.
acompasado el funcionamiento del macida con mártires ilustres, ferozmente ravilloso mecanismo. Mas si el aire llega a ultrajada por el déspota borbónico y sus faltar, momentáncamente se aceleran los satélites, la que inesperadamente determovimientos respiratorios en un esfuerminó esta alianza simbólica entre la ciudad de 181 y el recién nacido. Porque zo por restablecer el perdido equilibrio.
los padres de Castelar no eran undaEnseguida el mecanismo funciona con luces.
mayor lentitud y el corazón se para. La Levantino con gotas del Sur fue nues.
muerte lia sido cosa de pocos minutos.
tro héroe. Quien se juzg uc capaz de Este fenómeno que se observa en el camaquilatar esencias geográficas, de medir po de la fisiología, suele suceder tamel alcance de esos zumos vegetales que bién en el mundo de la política. El fracorren desde las entrañas de la tierra caso de un régimen, de una doctrina o (Pasa a la página 188. Pasa a la página 191. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica