154 REPERTORIO AMERICANO ber nada. Decirse nada. Bañarse de razón y definirse.
tarde el Quijongo que está en nuestras manos.
En Sonaja. hay mucho de querer encontrarse: Todo lo que es canto en Gleba. se reduce a un poema en Sonaja. Que los restantes, empiezan a mostrar su condición de adivinanzas. Nunca más distantes, de la aplicación, que en el caso presente. Nunca menos inclinados, a aplicar lo apuntado al caso poético de Max Jiménez.
Porque lo por nosotros apuntado, es lo que Max Jiménez duda. Desde el momento, que dentro de esa duda, se integra su poesía. Que es en ella, en donde arranca.
No es Quijongo. en esta duda, distinto de Gleba. o diferente de Sonaja. Toda la poética de Jiménez, se pierde, en ciertos poemas, en el canto, encontrándose en lo poético, en algunos poemas. En pocos, en Gleba. En pocos en Sonaja. En bastantes, dentro del último libro de este autor, llamado Quijongo. Cuál la trascendencia? refiriéndonos.
a una trascendencia personal, única necesaria al poeta de su nuevo libro? La callada demostración que de él se desprende. La ligera noticia, que el comentador, mejor, quiere utilizar, como elemento demostrativo. Convincente.
En Gleba. el poeta, marcha a la aventura. Insiste en la busca de nuevas emociones. Quizá, huye a la busca de originalidad. Max Jiménez, no se ha encontrado. Max Jiménez, pretende centrar una poesía, para la que no se buscó. En la que no se erigió, céntrico problema.
Por ello, salvo destellos en los poemas De Otoño. La luna. Los faros y. El sol se hace oro. no es Gleba. sino iniciación. sin embargo, es el libro más rotundo de su autor. Menos poético. En Gleba. se anota, todo el pensar de Max Jiménez. En Gleba. por el contrario, en un afán de decir todo. está ausente el sentir, el sentir mucho.
El decir lo necesario.
Desde las líneas, que inician el volumen, Gleba. es un querer hacer. Por todo Gleba es un prólogo. En el prólogo, perdida, por el autor encontrada sin buscarla, lina metáfora. Esa música tiene de ola que estalla en luz! en ella, todo Gleba. desdiciéndose. Max jiménez, en Sonaja. no es ya, el que marcha a la busca de aventuras.
Pues decir, ir en busca, supone siempre encontrar. Max Jiménez, en este volumen, se obstina en encontrar. Intenta buscar. Nos mostrará versos deshechos.
Versos influenciados. Muchos versos influenciados. en el de máxima influencia, irguiéndose cailadamente, y sin dejar a Rimbaud, en su O humanizando en lo posible la abstracción, que a pesar de la naturaleza del poema, no se muestra helada, apuntará, que la no está resuelta, es más incógnita que insertará un primer poema, que tiene puro entronque con Quijongo. Por qué en un libro, transido, de influencias, apuntar una trascendencia?
Max Jiménez, en Sonaja. no llega a perderse. No llega a perderse, porque los motivos de su influencia, quizá han sido por él buscados. Ha intentado un prólogo sometido, que originará más Dónde el valor de Quijongo. En los poemas, en las imágenes, sin terminar. Terminadas formalmente. Incompletas, mejor, inacabadas, desde un punto de vista emocional.
Para nosotros y no es consecuencia de una dedicatoria, el mejor poema de Quijongo. será La tarde que es mía. Por qué? En primer lugar, porque primer lligar ocupa en un hallazgo. Ya Las horas tema predilecto de Max Jiménez, que aparecerá en Gleba y er Sonaja como Nueva York. coadyuvan al hallazgo.
Que Max Jiménez en él, comprende o consigue, una más pura construcción poética. Una forma exacta, estrecha. la fuente de palabras se estrecha bajo un ritmo. dispuesta sin embargo a un.
amplificación.
Forma que se repetirá en todo el libro, salvo en algunos poemas, en los que el poeta, quiere no deslastrado por completo hablar en exceso. Salvo en aquellos poemas, que no comprendieron, que lo poético está en la iniciación. En lo que hace del poema, un problema, al construirlo, como una adivinanza, para resolver la cual, conocemos una letra. Qué hay en los abundantes poemas positivos de Quijongo. Lo indispensable en toda poesía. Un centro y miradas emocionadas.
Pueden confundirse, dos modos de hacer. Dos maneras de sentir: Construir con imágenes aisladas. Sentir a saltos.
Pero es evidente que en Quijongo. no es una superposición de imágenes, ni una yuxtaposición, lo que observamos.
Sino series de imágenes. Independientes? Por el contrario. Esclavas de un algo central. Dónde el máximo valor de los poemas, sin embargo? Donde ese algo, casi no es advertido. Donde lo transcendente es adjetivo, y lo adjetivo transcendente.
Allí donde la forma, muestra la idea, obligándonos a adivinarla. En donde todo es magia!
Nos acercamos al poema, nunca con afán de preguntar. Más tampoco con el afán de saber, si buenos lectores somos.
Por ello, al buen lector, La tarde que es mía. no le responderá. No le asegurará que es nada. Que existe planteado, en virtud de algo. Mas no cesará de preguntarle. De obligarle a preguntar.
Podremos adivinar, una cierta música.
Mas estamos incapacitados ;máxima virtud del poema! para creer aquella existiendo en una extrínseca musicalidad, en una abundosa palabrería.
Frents a ciertos poemas de Quijongo. el ritmo no es algo fácil. La música, no nos suena. Que la música está perdida en ellos. Que el ritmo, no es són.
Contrastemos dos poemas del nuevo libro. Elijamos Trópico y Nocturno de granja. Cuál la diferencia? La única diferencia que en poesía puede existir. El primero, su mismo nombre lo indica, obsesiona al autor hasta tal punto, que Max Jiménez, pretende plantear un ritmo. El segundo es recordado por Max Jiménez, de tal modo, que se le plantea al autor con un ritmo propio. Con un ritmo poemático, íntimamente poético, que el autor no formó, y por el que el autor fué formado.
Igualmente, podemos contrastar la primera estroia del poema titulado Toledo. con una estrofa distinta, del poe ma mismo.
Al rimbombante, es la rimbombancia lo que le preocupa. Max Jiménez, ha de interesarle, el que la Virgen, que es pequeñita, de fiesta se arropa en manto marino de tantas perlas. más, que los cisnes por el agua se abandonan de sí mismog y engarzan con el cuello los espejos de los árboles.
Porque puede verse en esta estrofa, elegida al azar, como en otras hermanas, un ritmo quebrado, estrecho, estilizado.
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