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Giro bancario sobre Nueva York.
Correos: Letra SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA José Martí y Gutiérrez Nájera (Fragmento inédito de un libro. De Revista de Revistas. México, A las pálidas alas del arpegio, preso del cinto a la trenzada cuna, colgó liana sutil el bardo regio, de Ópalo tenue y claridad de luna. las trémulas manos de la ansiosa madre feliz, para el collar primero, virtió el bardo creador la pudorosa perla y el iris de su ideal joyero.
De su menudo y fúlgido palacio surgió la niña mistica, cual suba, blanca y azul, por el solemne espacio Heno el seno de lágrimas, la nube.
Verdes los ojos son de la hechicera niña, y en ellos tiembla la mirada cual onda virgen de la mar viajera presa al pasar en concha nacarada.
Gutiérrez Nájera Fina y severa como el arte grave, alis:a planta en la existencia apoya y el canto tiene y la inquietud del ave y su mano es el hueco de una joya.
Niña: si el mundo infiel al bardo airoso las magias roba con que orib tu cuna, tú la ornarás de nuevo el milagroso verso de Ópalo tenue y luz de luna.
de ojos José Martí Agosto de 1891.
Cuando en 1875 llegó Martí a México, Ma.
nuel Gutiérrez Nájera era, más que un adolescente, un niño todavía. Contaba quince afios, pero ya comenzaba a pulsar la lira de lo tierno a que se refirió don Rafael Obligado, y ya para entonces también lo consideraba Juan de Dios Peza entre los jóvenes escritores de la gerenación nueva.
Marti, por su parte, no le sobrepasaba mucho en edad; apenas un lustro, que no sig.
nifica nada cuando se trata de jóvenes y más si en ellos alienta la Jama de la inspiración.
Asi que, moviéndose ambos dentro del mismo ambiente, es seguro que desde entonces trabaron amistad y desde aquellas fechas dató su conocimiento.
Predestinados ya para una niisión renovadora en las letras hispanoamericanas, aque.
Vos dos ingenios que iniciaban su carrera triunfal por idéntico y áspero camino, o sea el de las letras, no pudieron menos que comprenderse y estirnarse, por más que no hayan dejado huellas visibles del comienzo de su camaraderia.
Martí abandonó nuestro país para marchar a Cuba, a Guaternala y a Norte y Sudamérica y entregarse a la par que a sus trabajos revolucionarios, a su infatigable labor periodística; y Gutiérrez Nájera, que permaneció en México, fué poco a poco abriendo brecha hasta colocarse en el pináculo de la fama. Uno y otro eran ejemplos de laboriosidad sorprendente. Verdaderos galeotes del periodismo, personificaban al héroe de Daudet que tenia cerebro de oro. es natural qur Gutiérrez Nájera, por las contingencias de su profesión, tuviera con frecuencia que referirse a Martí en los periódicos en que trabajaba y que seguir paso a paso la carrera política y literaria del apóstol de la libertad de Cuba, cuya firma aparecia a menudo en los periódicos del Continente, ya en las correspondencias que enviaba La Nación de Bucnos Aires, ya en los artículos que aparecian en La América, en el Economista Americano y en El Avisador Cubano, de Nueva York, o en La República de Honduras, y que reproducian constantemente las hojas periódicas de México.
No es difícil tampoco, y hay que suponerlo con fundamento, que sostuvieran correspondencia epistolar por más que no ha llegado hasta nosotros ninguna misiva que así nos lo pruebe; y siendo Gutiérrez Nájera fraternal amigo de don Justo Sierra y de todos aquellos que guardabari para Martí más afectuoso recuerdo, ello nos hace suponer que en El Duque Job vivia latente la memoria del autor de Versos sencillos.
Se consolidó esta amistad diecinueve años después de haberse promovido, cuando Marti, ya en ruta para el supremo sacrificio, fué tra do a México en 1894 para organizar la alta empresa a que había consagrado todas sus energias.
Gutiérrez Nájera, como todos los literalos de la época, recibió con los brazos abiertos al ya ilustre viajero, y fué su asiduo compañero desde que Marti arribó a la ciudad de México.
En la Revista Azul, el camarada peregrino encontro un sitial, mullido por la cordialidad de quien tra alma de aquel gran periódico y de los que estaban agrupados en su torno.
Gutiérrez Najera y Martí, como si presintieran su próxinio fin, querían decirselo todo. según rclatan sus contemporáneos, y tanMANUEL GUTIÉRREZ NAJERA EN EL AMERICANO No podia el ameno semanario El Ainericano estrenar la página literaria que en el ultimo número inaugura, con obra más graciosa y sentida que la Duquesita. verdes, la niña leve e imperiosa, la hija fina y mimada del Duque Job. or su imparcial vasto corazón es aún más notable Manuel Gutiérrez Nijera que por el marfil y oro de su verso; va por el mundo como fuera de él, no porque a la hora de la fatiga no le conozca las prácticas y bastidores, y pueda en il lucir y guiar, sino porque tiene ei si y en su recuerdo vivido de las obras de beldad excelsa, como suprema y preferible compañia. Las dos aristocracias tiene: la de la indulgencia y la de la admiración. Quien no sabe excusar ni admirar es intimo. De Najera no podria decir Goethe, como en el libro de los proverbios del Diván, que a la poesia la echa del mundo el poeta. Su alma es elegante y altiva.
José Martí Enero de 1895.
Estos versos, en que el poeta cubano vió en las pupilas glaucas de la hija los ojillos de Juno, de un verde diluído del padre, que nos rememora Urbina, fueron publicados inmediatamente en la Revista Azul, y cuando don Justo Sierra prology las obras de Gutiérrez Nájera expresó que su alma angélica trasmigró al alma de su pequeña Cecilia, un serafin a quien nuestro infortunado Marti consagró su última adorable canción. agregaba: yo he visto esa alma palpitar en el fon.
do de los dulces y claros ojuelos de la niña.
Meses después, el compañero de El Duque en la dirección de la Revista Azul, dor: Carlos Diaz Dufoo, evocaba también los versos de Martí en el principio de esta crónica, intitulada Alrededor del lecho: Allí, en la alegre casita de abierto corredor en el que jugueteaba la princesa de blondos cabellos y mirada color de pálidas esperanzas la que cantó el poeta de los amplios horizontes, las frescas praderas y los arbustos. cuajados de rosas blancas. En Nuestra América, Vol. II de sus Obras compiladas por Gonzalo de Quesada. La Habana, 1909. to y tan bien se comprendieron y de tal manera congeniaron, que El Duque Job, como antes le había abierto los brazos, le abrió también las puertas de su hogar. En efecto, un dia, según me lo ha referido por la simpatia que irradiaba de Cecilia, la hija mayor de Gutiérrez Nájera, que apenas levantaba dos pa mos del suelo tomó la pluma y escribió el lindo poema que dice así (1. Verdes los ojos de la hechicera niña, y en ellos tiembla la mirada cual onda virgen de la mar viajera presa al pasar en concha nacarada. EN EL ALBUM DE CECILIA GUTIERREZ NAJERA MAILLEFERT En la cuna sin par nació la airosa niña de honda mirada y paso leve, que el padre le tejió de milagrosa música azul y olavellin de nieve. En fiestas, en reuniones sociales, en tertulias literarias, como las que se efectuaban en el Restaurante de Montaudon, en las comidas del Tivoli, a las que asistió Martí, a pesar de que graves negocios le preocupaban, como veremos después, Gutiérrez Nájera, que lucia en la boutiniere a la vez que la gardenia cordobesa la insignia de diputado. le servía de amable conducto para realacionarlo con la gente de valor en política y en literatura. Amado Nervo, Balbino Dávalos y otros artistas a quienes entonces comenzaba a sonreir la gloria, entraron en relaciones con Martí precisamente por mediación de Gutierrez Nájera.
De sol voraz y de la cumbre andina con mirra nurva, el séquito de bardos vino a regar sobre la cuna fina olor de myosotis y luz de nardos. 1) Debo la copia de estos versos a la gentileza de la señorita Cecilia Gutiérrez Najera, quien actualmente vive en compania de su señora madre, en Nueva Orleans.
Ambas se sirvieron darme los detalles que aqui consigno en lo referente a la familia de Gutierrez Najera y su amistad con Maril.
Imprenta LA TRIBUNA José de Núñez y Dominguez Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica