REPERTORIO AMERICANO Quiere Ud. buena Cerveza. Tome Selecta No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube المعمولحوم nyp muy debilitada con la artera politica de Enrique VIII (1. aquel rey que fué tan poco regio. El mismo era un hombre a la moderna; pronto vemos que sus barones dejan el sitio a una nobleza de hombres modernos. aun las viejas familias se pliegan a las nuevas orientaciones. Algunos, los Howrads (2. por ejemplo, a la vez figuran como familia vieja y familia nueva. El espiritu de las clases superiores se va renovando visiblemente. La aristocracia inglesa, que es la principal creación de la Reforma, merece, sin duda, cierto aprecio: fué siempre una clase progresista. Se acusa a los aristócratas de enorgullecerse de sus antecesores; pero de los aristocratas ingleses de entonces sería más justo decir que se han enorgullecido de sus descendientes. Para sus descendientes alzaron robustos edificios y hacinaron riquezas; para ellos procuraron ganar un puesto cada vez más alto en el gobierno; para ellos, sobre icda nueva ciencia o todo nuevo plan de filosofia social. Se apoderaron de los beneficios de la ganadería y pas turajes; pero de paso, desecaron todos los pantanos. Rechazaron a los sacerdotes, pero escucharon los filósofos. Durante el reinado de la nueva casa de los Tudores, se va formando una civilización nueva y más racional que la otra. Los humanistas discuten la autenticidad de los textos, los escépticos desacreditan, no sólo a los santos cristianos.
sino también a los filósofos paganos; los es pecialistas examinar e interpretan las tradiciones. y los carneros devoran a los hombres Ya hemos visto que en el siglo xiv hubo en Inglaterra una revolución de los pobres. Es tuvo a punto de triunfar, y no puedo disimular, mi convicción de que eso hubiera sido lo mejor para nosotros. Si Ricardo II hubiera saltado sobre el corcel de Wat Tayler, o mejor dicho, si su parlamento no lo hubiera desmontado después, si hubiera logrado confirmar la libertad de los campesinos con alguna fórmula de autoridad real, como era ya habitual que confirmara con una carta real Ja Constitución de las Trade Unions, segura mente entonces la historia de nuestro pais seria un espectáculo de felicidad tan comple: tą como cabe en lo humano. Entonces el Renacimiento habría llegado a ser en su hora, un sistema de educación popular, y no la cultura de un Club de estéticos. La nueva ciencia habría sido tan democrática como la antigua en los lejanos dias del Oxford y el Paris medievales. arte exquisito de la escuela de Cellini no habría sido más que el grado superior en la escala de los oficios de un gremio. El drama shakespereano hubiera sido representado por obreros sobre tablados erigidos en mitad de la calle, como Punch y Judy, la más bella realización de los milagros medievales, que corría a cargo de un gremio. Los actores no hubieran sido entonces los criados dei rey. sino los amos de si propios. El gran Renacimiento habría sido liberal, y la educación, liberal. Si todo esto es un sueño por lo menos era una probabilidad irrefutable en determinado momento. La revolución medieval tuvo comienzos muy afortunados para que alguien pudiera prever su fin desastroso. Pero el parlamen to medieval prevaleció, y otra vez hundió a los campesinos en aquella situación embarazosa y equivoca. Decir más seria exage Par y anticipar acontecimientos. Cuando Enrique VIII vino al trono. ya los grumios estaban algo oprimidos, aunque en apariencia tada había cambiado, y aun puede admitirse que los campesinos todavía pudieron recobrar su terreno. Muchos de ellos eran aún Siervos en la teoria, pero vivian bajo el cómodo señorio de los abades. Es decir, qu: el sistema medieval aun se conservaba. creo que hubiera podido seguir desarrollándose, cuando he aqui que hechos inesperados sobrevinieron y lo trastornaron todo. El fracaso de la Revolución de los pobres dió lugar a una contrarrevolución: la revolución de los ricos; y ésta si tuvo éxito.
El eje de tal revolución era un conjunto de hechos de carácter politico y hasta personal, que pueden reducirse a dos: los matrimonios de Enrique VIII, y la cuestión de los monasterios. Los matrimonios de Enrique VIII han sido por mucho tiempo, y hasta el cansancio, motivo de burla popular; y en toda burla popular, y más si ha llegado hasta el cansancio, hay una verdad de tradición.
Porque una cosa burlesca no purde llegar hasta el cansancio si no contiene un elemento de seriedad. Enrique fue muy popular durante sus primeros años, y los extranjeros contemporáneos nos han dejado gloriosos retratos del joven principe del Renacimiento, radiante en su maestria de todas las nuevas disciplinas renacentistas. Pero ya en sus últimos días, el rey parece casi un maniático, ya no inspira amor ciertamente, y el miedo que infunde no es el que infunde el perro guardián, sino el perro rabioso. no hay duda que en este cambio influyó por mucho la incongruencia, más aún: la ignominia de sus bodas a lo Barba Azul. Pero es justo reconocer que, acaso con la excepción de la primera y la última, fue casi tan desdichado con sus mujeres como ellas lo fueron con semejante marido. Lo que rompió la entereza de su honor fué, seguramente, su primer divorcio; asunto desagradable que, de paso, rompió también muchas otras cosas valiosas y universales. Para entender las razones de su furia, hay que penetrarse de que el rey no se tenía por enemigo, sino por amigo del Papa: hay en esto como una sombra de la historia de Bécket. El rey habia defendido al Papa en el terreno de la diplomacia, y a la Iglesia en el de la controversia; y cuando se canso de su reina y empezó a apasionarse por una de las damas de esta (Ana Bolena)
se figuró que en aquella época de concesiones cínicas, bien podía un amigo hacerle una concesión cinica a su amigo. Pero es propio error, causado por la desigualdad con que las manos de los hombres administran la te cristiana, el que nunca pueda preverse en qué instante la fe se manifiesta precisamente en toda su pureza; y el solo hecho de que la iglesia, en sus peores épocas, no diga o no haga tal o cual cosa ni por casualidad, es ya un hecho digno de sus épocas más gloriosas. Sea, pues, como fuere, Enrique quiso recostarse sobre los almohadones de León, y sintió que su brazo habia chocado contra la dura roca de Pedro.
El Papa le negó el nuevo matrimonio, Enrique, bajo la negra tempestad del despe cho, rompió todas las antiguas relaciones que había entre su trono y el papado. Acaso no se dio cuenta clara de toda la trascendencia de su acto, y puede mantenerse que hoy tampoco nos damos cuenta. Desde luego, él no se consideró anticatólico, y por muy cómico que parezca, no podemos considerarlo como antipapista, desde el instante en que él se consideraba, en cierto modo, como un papa.
De aquí data, pues, esa doctrina moderna que tanto ha de influir en la historia: la doctrina del derecho divino de los monarcas; doctrina que es preciso no confundir con la doctrina medieval semejante. esto embrolla mucho la continuidad de la vida católica dentro del anglicanismo, porque representa una pleta novedad, y provocada precisamente por el partido más antiguo. Por desgracia, la supremacia del rey sobre la Iglesia nacional británica no era un mero caprichillo monarquico, sino que vino a ser, durante algún tiempo, un capricho de la misma Iglesia. Per ro depende aparte puntos controvertibles, no cabe duda que la continuidad de nuestra tradición se interrumpe peligrosamente al llegar aquí, y se interrumpe en un doble sentido, a la vez humano e histórico, Enrique no sólo cortó a Inglaterra de Europa, sino, lo que es más importante, cortó a Inglaterra de Inglaterra, comINDICE Hagase del último No. de la excelente revista Sur, de Buenos Aires. Es el No. 19.
Acabamos de recibirlo. Precio del ejemplar 2. 5o.
André Gide: Perséphone. Julio Irazusta: Libertad y organización en el siglo xix. Lirardo Zia: Luz y sombra de Bécquer. Contribucion surrealista especial para SURA. André Bretón: El castillo estrellado. Valentine Hugo: Re.
tratos. Paul Eluard: Tres poemas. Juan José Castro: Strawinsky.
NOTAS: Jorge Luis Borges: Dos films. Julio Rinaldini: El nuevo plan de esludios de la Escuela de Bellas Artes.
NOTICULAS: El primer debate de Sur. El buque. Nocturno europeo.
Goblerna de 1445. 1809 (2) Blusire familla inglese, que acaso procede de los Herewardo del siglo X, Duques de Norfolk desde el alFlo xv.