REPERTORIO AMERICANO 29.
Poesías de Porfirio Barba Jacob Del tomo Rosas Negras. Guatemala, 1933 LA ESTRELLA DE LA TARDE Leopoldo de la Rosa, el gran poeta Un monte azul, va pájaro viajero, Hermano mio en el impulso errante, se acuesta a mi lado.
un roble, una llanura, nunca sabremos nada. mi madre a los dos nos ha besado.
un niño, una canción. Y, sin embargo, Y, sin embargo.
nada sabemos hoy, hermano mío.
PLENITUD ¿Qué mística influencia Adolfo Drago Bracco Bórranse los senderos en la sombra; vierte en nuestros dolores un balsamo raUn viejo triste, huraño, sórdido, el corazón del monte está cerrado; diante?
cruzó mi tierra maternal: el perro del pastor trágicamente ¿Quién prende a nuestros hombros tras lo turbio de sus pupilas aúlla cntre las hierbas del vallado.
manto real de púrpuras gloriosas, hallé tan sólo ruindad.
y quién a nuestras llagas ¡Cuán malo es! dije en mi mismo: viene y las unge y las convierte en rosas?
Apoya tu fatiga en mi fatiga, que no le vea nunca más!
Si no reprimo mi cólera.
que yo mi pena apoyaré en tu pena, Tú, que sobre las hierbas reposabas los perros le voy a azuzar.
y llora, como yo, por el inſlujo de cara al cielo, dices de repente: de la tarde traslúcida y serena. La estrella de la tarde está encendida Después. oh hermosura de la vida! Avidos buscan su fulgor mis ojos de aquel horrible hombre en pos Nunca sabremos nada.
a través de la bruma, y ascendemos iba. un niño por el sendero, por el hilo de luz.
y en el sendero era una flor. Quién puso en nuestras almas, anhelante, Un grillo canta Un vaso de agua, con voz dulce en los repuestos musgos del cercado, vago rumor de mares en zozobra, me pidió por amor de Dios; y un incendio de estrellas se levanta emoción desatada, tembloroso y lleno de lágrimas quimeras vanas, caridad sin obra?
en tu pecho, tranquilo ante la tarde, dije. Por amor tuyo te la doy!
Hermano mío, en la inquietud constante, y en mi pecho en la tarde sosegado.
Era aquel niño vivo y fino nunca sabremos nada.
y lindo cual lirio de abril; LA HERMANA a través del cristal yo veía ¿En qué islas de grutas misteriosas La tarde perlina, de azúleos cabellos, de su boca el puro rubi.
arrullaron los Númenes tu sueño?
muchacha romántica. Pequeñuelo, te doy mi granja. Quién me da los carbones irreales yo, deshecho en lágrimas, mi pan, mi afecto; mora aqui.
de mi ardiente pasión, y la resina niño consentido. Mi viejo padre gana el pan de cada día que elunde en mis poemas su fragancia?
y es dichoso en mi amor. Qué voz suave, qué ansiedad divina En mi llanto las casas y el pueblo se han ¡Ya, comprendi!
tiene en nuestra ansiedad su resonancia?
hundido. Tal vez las astromelias florecerán mañana. Oh plenitud! desde entonces En un árbol que canta un mirlo forma el nido, a ningún padre odio jamás: Todo inquirir fracasa en el vacío, va un principe a buscarlo, el mirlo está estoda miseria la redime cual fracasan log bólidos nocturnos condido, una corona paternal.
en el fondo del mar; toda pregunta vuelve a nosotros trémula y fallida, y mi madre me arrulla y estoy adormecido.
Quien tiene un niño, ha ejercitado divinam. ente el don de crear: como del choque en el cantil fragoso La tarde que iba jugando, quien tiene un niño sublima el mundo la flecha por el arco despedida.
hermana de azules cabellos, y lo nutre de eternidad!
LA INFANTA DE LAS MARAVILLAS Ofrenda lirica a la Srta. Nena Morales Górriz Un día en mi niñez. Crepúsculo inefable, Entre coros de jóvenes, yo siempre me decía: y, sin saber por qué, yo en la campiña profunda.
Brillaban unes flores en toda la campiña. Dónde estará la Infanta. Cuál Infanta. y absorto en mis cinco años, temblando interrogué. La Infanta de las inaravillas. Madre, qué flor es ésta. La flor de las maravillas. andando, andando el dulce tiempo juvenil Un dia en mi niñez, y sin saber por qué.
vi el monte dar la miel de sus colmenas. La alegria, con la miel del monte, ao cesa de fluir.
De súbito hacia el fondo del campo enardecido, Un beso conmovido, la luna y las guitarras, ávido el corazón, insaciado, encendido, uria Infartina esbelta, una niña inosible, la mano firme, un freno de oro a la ilusión.
que era las maravillas y el crepúsculo.
Mi madre ibil colmando de flores un copón. Oh jubilo cxaltado! La vida es la alegria y su aleatorio impulso nos lleva el corazón.
y entre las maravillas, en medio del crepúsculo, El vino loco al declinar el dia.
la nina esbella, la veste blanca y roji azul el pañolón.
y entre coro. de jóvenes yo siempre me decía. Dónde estará la Infanta. Cuál Infanta?
Mas luego, andando un poco la noche y la pradera, con voces impasibles dijo mi madre abuela. La Infanta de las maravillas. Donde se ve ese surco de hierba naci yo: ino quedan ya ni aun tapias. La hierba es altamiza. Silencio. Un gran silencio. al cabo, estar colmadas las noches de infortunio.
Hierba de las ruinas. Qué silencio tan 16brego. Qué frío el corazón!
En la noche sin sueño en que croan las ranas, Llanto de lo inefable preñaba mis pupilas.
qué fantasmas y cuánto delirio que pasó.
La Infanta me dió un beso y el llanto desbordó. Un vino aurifulgente, de ensueño mortecino.
Un aroma que huye, la viola encantada, En medio de las ruinas ataban maravillas la seda tornasol, la miel de la granada a la luz de la luna.
y un anhelo que no lo colma nada. Entre tapiales rotos, la lúgubre altamiza: sangrando en sus ruinas mi propio corazón.
Después, andando el tiempo, la vida y los países, en medio de mi pena, yo siempre me decía: vi mil cosas. Vi arder la tierra en su extensión.
Paisajes de montañas, doncellas que suspiran. Dónde estará la Infanta. Cuál Infanta?
dünzar entre guirnaldas. La mies ya está malura y al júbilo es el dia, la noche a la pasión. La Infanta de las maravillas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica