REPERTORIO AMERICANO 377 UNA FIGURA Ana de Brancovan, condesa de Noailles, poeta por la gracia de Dios.
e muerte es el de la emoción de aquella poesía. Aparte Verlaine, el último hijo de Apolo y de María. qué se oye y reluce en medio del coro delicuescente de poetas de dentistas de París? Sólo Morćas, el griego, y Noailles, la rumana, envolvían en la gasa de oro de la lengua franca frescos y sonoros corazones de seres humanos, y no sólo heladas y premiosas habilidades técnicas. Y, desde luego, mucho más la Noailles que Moréas, afectado también insincero, aunque seducido y arrastrado por el coro de las sirenas clásicas. Noailles le bastaba con oír el ritmo de sus venas obedecer al ímpetu juvenil de su instinto. La maravilla producía en el acto. Los torrentes se despeñaban de las cumbres. Los prados verdes se empapaban en rocío. Las manzanas, los melocotones sonrosados de sol, apetecían como mejillas de fresca doncella. Los sesos ardían. Los corazones exultaban. Un cálido aliento de brama llenaba los ámbitos y hacía respirar fuerte a los hombres, a las De, El Sol. Madrid.
La muerte ha puesto de moda a Ana de Brancovan, condesa de Noailles, que ſué, De la además de gran señora, un poeta.
Kvas Lo tuvo todo o casi todo: la alcurnia, la riqueza, la gracia seductora, la pasión, el estro. En el París de comienzos del siglo, la figura de Ana de Brancovan, condesa de Noailles, pone su nota purpúrea, muy personal, de pasión y poesía.
Mujer simpatiquísima y ju.
venil juvenil para entonces. si no hermosa, armoniosa; de abundantes y pesados cabellos. con qué gracia sabía encantar en su doble aspecto de gran dama y gran poeta! Por sus ojos oscuros y profundos solía cruzar la caravana de camellos cargada de ensueños orientales.
Lo oriental no era adjetivo en ella, sino esencia. De origen rumano, acarreaba en su sangre la fantasía de Las mil y una noches.
Sobre la co. medida retórica de la poesía francesa, como sobre una pista, corrían desbocados y cuLOS QUE SE VAN biertos de espuma los potros de Transilvania.
Sólo quien envejece cosecha en abundancia recuerdos. De El Sol. Madrid. medida que la vida se va adormeciendo, apagando, apa La inagen de la condesa de Noailles, surge en mi memoria, recen para reemplazarla plamezclada en absurda confusión, con el recuerdo de mis primeros entusiasmos literarios y de mis primeros poemas.
teadas y grises sombras amiNuestro encuentro, ya lejano, Relas páginas de una gas: las remembranzas.
antología, dejó en mi espíritu una impresión vaga y lumimr. emoro en este instante al nosa, semejante huellas de sol que persisten entre príncipe de Brancovan, her: los párpados cerrados. Aquellos versos impetuosos, quizá algo mano de Ana, de perfil de enfáticos, en los que palpitaba una vida que yo ignoraba aún, me águila, hombre señero a alucinaron totalmente. Durante mucho tiempo la poesía de esta tiempo y cordial.
mujer personificó para mí un mundo de sensaciones punzantes e Con motivo relativamente inetables, de aromas exóticos: es senteurs héliotrope et de vainifútil envié un cartel de desalle. que resumen la fragancia sensual de casi todos sus libros. Les forces eternelles fué el primer volumen suyo que cayó fío al príncipe. Eran días juen mis manos. Tras los recuerdos de guerra, que componen una veniles y exagerados, en los parte del tomo, encontré fácilmente la voz auténtica, el grito voque una mirada o palabra, luptuoso y pagano que más especialmente me atraían. Una compouna línea, aparejaban un due sición titulada silence me conmovió de tal modo que asimilé lo. Dos caballeros franceses inmediatamente su contenido, sin poder evitar luego que sus re.
a quienes adrede y con espeminiscencias tropezaran frecuentemente con mi pluma. cialidad molestaba en la carOui; le silence est frais ainsi que eau qu on bolt, ta al príncipe se batieron conil est prudent et fier comme un faon dans les bois, migo sucesivamente. Después il parait assoupir et cependat il danse!
de ambos encuentros, recibí una carta de Brancovan. Ya Anna de Noailles me enseñó a escuchar el silencio, onduleux era inútil aquel otro duelo. La comme onde. y a sentir las vibraciones humanas del paisaje.
diferencia había quedado zanHoy su muerte aviva mis recuerdos, impulsándome a trazar estas líneas, ajenas a toda intención crítica y únicamente inspirajada y el orgullo en su puesto, das en un sentimiento de simpatia personal. Pocos escritores femebien alto.
ninos han sabido serlo como la gran poetisa francesa. En ella la La muerte de la excelsa literatura no traiciona un solo instante las características del sexo.
poetisa Ana de Brancovan ha.
Leyéndola, nunca se olvida que escribe y habla una mujer.
despertado estos recuerdos de Evoco ahora sus retratos; el de Laszlo, el de Zuloaga. ni las mocedad. Pero el principal gasas románticas ni la pose estudiadísima borran el hálito de parecuerdo que suscita esta (Pasa a la página gulente)
La condesa de Noailles mujeres, a los animales. Entrábamos en contacto con una de las fuerzas vitales de la Naturaleza.
en a esas un Naturalmente, muchas mujeres de letras han tratado de imitar a la musa francorrumana, también, naturalmente, sin éxito. Faltaba el temperamento, la hondura de emoción, la sinceridad de expresión y el arte.
Las mujeres de lengua española no han sido en esto excepción. La señorita de Champourcín, en España, comenzó por beberle el aliento a la Noailles, aunque después haya seguido un rumbo distinto, influída por poetas jóvenes por lo menos nuevosde Francia y de España.
En América también ha encontrado eco el fervor líri.
co de Ana de Noailles. Pero en América existe una joven y linda mujer que rivaliza con la Noailles, sin sujetársele.
Se llama Juana de Ibarbourou. En ambas damas coincide un temperamento muy semejante, e igual desborda: miento de pasión y poesía.
La sinceridad de expresión Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica