206 REPERTORIO AMERICANO Pastel fosco de una grácil ida Arturo Zapata, gallardo espíritu de selección.
Manizales, diciembre 10, 32.
Hace dias que no le envio nada para sul Repertorio. Hoy quiero violar ese silencio acompañándole un poema de Alberto Gil Sánchez, otro de los muchachos de la generación intelectual de vanguardia colombiana.
Gil Sánchez es de Medellín, pero no pertenece a los hombres gordos de que habla Fernando González, sino a los otros, a los que no son gordos, ni politicos, ni accionistas de sociedades anonimas.
El poema que le incluyo y que a estas horas hace parte del equipaje espiritual de doña Berta Singerinan, parece que tué escrito en momentos de hiper emotividad sensual, si asi puede decirse, y en todo él se entrelazan las imágenes frescas con los motivos ornamentales suntuosos, que dan al conjunto una exquisita musicalidad. En medio de los gritos de duda aparece la tendencia al nocturno modernizado.
Algunos críticos nuestros sostienen que Gil Sánchez está influenciado por Leon de Greiff, pero el poeta asegura que ello no es cierto. No sé por qué soy poco critico.
En todo caso, dejo en sus manos el poema de Gil Sánchez y lo saludo con toda cordialidad.
XXX1 Ese viento.
Dibujo de. Sánchez (Renglones alusivos de una carta al edifor del Rep. Am. De un amigo y colaborador en Colombia. Ni en Nischapur de Khorassin, ni en Singapur, ni en Dchnistán, ni en los países del azur, ni en Capri, en Chipre o en Catay, ni en el exótico Indostán, ni en el silente Afghanistán esti.
Lituania hostil, livida Estonia, albo Judá, negra Etiopia, verdes kimonos de Tokio, costas de Alaska y Patagonia, playas del Bósforo.
En el Cairo tampoco Astulfo la encontré.
Del Polo Norte al Polo Sur por todas partes la busqué. no la hallé. y no la halle.
še fué. se fué. y yo no sé en dónde está. Tal vez alla?
Dónde es allá? No sé. No se.
Quién me dirá dónde es alla?
Ni aquí. Ni alli: Tal vez en mi.
Seguro si que. alli estará!
Alguien me dice que está en Dios y Dios existe entre los dos! están sus manos álgidas, y están sus manos rigidas, sus manos que eran rios donde me hundia yo.
En la dormida anemia de las mañanas cálidas, sus manos que dejaban mi cuerpo untado en luces y en mi cabello musicas elásticas de amor!
Ya no es el candelabro magnifico que fué. está la boca grisea, que rósea boca ſué.
No es ya la lumbre roja que fue cuando la amé.
La hoguera que con agua de besos apagué.
El mástil que con llama de besos encendi.
Sobre la cristalina ciudad de mis pasiones bruñida al soplo recio de tropicales oros, con mirtos que coronan sus ambarinas cúpulas, su vida fué un viajero sin brújula y sin ruta.
Sobre este mar con olas de sangre de mi vida su vida fué un grumete que pereció en el mar.
No ya guarida arritmica para mis versos rítmicos su espirituosa carne será como antes fué.
No ya entre sus guedejas abiertas a la tarde con tintas de violeta, de múrice y naranja, ni entre sus muslos blancos abiertos a la noche como granada en francas dehiscencias purpurinas que en dos mitades taje la hoja de la vida, caerán como semillas que maduró el estio, sobre los montes pardos, y verdes, y cenizos, la luna, el sol, y el pálido anillo de Saturno!
No ya el maiz en oro violento de mazorcas serán sus lacios bucles que no veré ya más.
No ya veré la ajorca bajo su pelo rubio hacer dorados juegos de rútilo sabor.
No ya volutas de humo salpicarán su frente con realidad, como antes en el espacio biblico, que ahora en el recuerdo ya le han de salpicar.
No ya serán sus ojos carbones de esmeralda ungidos al crepusculo con cintas de topacio, con Ópalos de fuego y encajes de amatista, y trémulos, y erráticos, y breves, y dinámicos, y deambulantes suaves por la amarilla alfombra que pisa los collares de carne, suspendidos al cuello de mis huesos por nácares en lis.
Sus vacuos y acres ojos entre mi vida están clavados cual sangrientas y turbias banderolas y están mis ojos llenos de liquido estupor.
Cuántas más picas clavará la ética fragil del amor! Yo ya la arcilla albisima tendré de su garganta, sus brazos y sus hombros madera del ombu; no ya tendré en mis manos su pecho frutecido como la copa de una magnolia cuyo cáliz remate la fontana cereza de un rubi.
No ya vendrá a la plácida esquina de mis horas, su islámica diadema con gemación de granas, orquidea que en los ácidos de las tinajas hảinedas se perfumó de menta, arroz, anis y sal.
No ya verd en albadas a sus sandalias, cunas donde nacieron esos poemas de sus pies. negra fué la ojera que ayer violácea fue!
No ya sobre sus labios mis labios un instante a las cascadas plenas de plata de su risa suspenderán con vallas elípticas de luz. blanca fué la boca que en bermellones fue!
No ya su fina imagen, carminea a puntos, y antes virginea, el bello espejo florar verá ciñendo a las imperias formas aquel vestido en crema que luce los caireles antiguos de un estuche.
No ya sus ojos miran, no escuchan sus oidos, no huelen las grutillas en for de su nariz, no ya su lengua sabe gustar ni hacer que gire en nitidos columpios la esencia de su voz.
No palpa su epidermis ni timida el reclamo del tacto acepta. lúgubre, y exánime, y exangüe recuesta en las arenas el junco de su talle.
No es ella. ya no es ella. no es ella la que fué, El odre que tallaron en porfido o en onis, en ágata o en jade donde exalté mi vino, no es ya sobre ninguna peninsula de espuma, sobre ninguna ciscara de tierra lo encontre; esdrújulas comarcas y agudas recorri, con ágil lampadario su huella iluminé, con grávidos vocablos de grave presumi, el foco de mi llama su sombra prolongó, el lampo hasta las dióseas alturas perfiló; ni en las etéreas simas su rastro vislumbré, y apenas sé que existo entre los hombres yo!
Tal vez porque mis barcos la llevan al olvido y entre las grietas áureas de mi memoria ajada, definitivamente desaparece ya. ia tengo tan presente que entre mis versos boga, errante marinero que en ellos vivirá: como las uvas viven entre pincel de Zeuxis y como vive el mármol entre el cincel diss, que yo he resucitado la sombra de la ausente tal vez porque mis barcos la lleven al olvido!
Así después pregunto al mundo: Astulfo, Astulfo, en donde está?
Yo no la halle! Yo no la halle!
Ni en Nischapur de Khorassán.
ni en Singapur, ni en Dchnistan, ni en los países del azur, ni en Chipre, en Capri o el Japón, ni en el magnifico Indostán, ni en el dorado Afghanistán está.
Livida Estonia, hostil Lituania, albo Judá, negra Etiopia, lilas piyamas de Catay, costas de Alaska y Patagonia, playas del Bósforo.
En el Cairo tampoco Astulfo la encontré.
Del Polo Norte al Polo Sur por todas partes la busqué, y no la halle! y no la halle!
se fue, se fue. y yo no sé en donde está. Tal vez alla!
Dónde es allá? No sé. no sé. Quién me dir dónde es allá?
Aqui o alli. Tal vez en mi.
Entre mi verso la hallaré!
Alguien me dice que está en Dios y entre mi verso está su voz!
Alberto Gil Sánchez fué su boca grisea que rósea boca fue!
y fué su piel azúlea que piel marfilea fuc!
fueron la boca y el pezón, jugo de fresas de Circasia, sobre un pináculo del Asia!
No ya dorados remos azoten su epidermis que lactea cual la leche sobre las horas lácteas, sobre sus blondas aguas sintió nadar mi ensueño perdido como un leño, perdido entre la mar.
Entre la urdimbre tenue y azurea de sus venas el jugo de mis hispidas voces circuló y rauda y ronca y ríspida sobre su sed corrió mi sed que en mallas diáfanas un limite busco!
No ya los vientos gélidos sobre su pliegue eléctrico la nivea mano pueden tender, ni el aire leve la besar: con fiebres sutiles y esporádicas como cuando era surco de luz en el espacio!
Ya no, ya no es rosáceo camino de semillas!
Ya no, ya es un grisáceo camino de ceņiza. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica