Enrique EspinozaTrotsky

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXVII San José, Costa Rica 1933 Sábado 28 de Octubre Núm. 16 Año XV. No. 666 Qvargis Lugar do muerte de los puenacos. Qué es la Revolución de Octubre. y La música maquinal.
Un homenaje francés a Rainer Maria Rilke Enrique Espinoza y su libro Trinchera.
El marango.
La libertad fomóvil SUMARIO (mo. Enrique Hudson Paradojas de Detroit.
Leon Trotsky.
Lor pueblos, no se hacen justicia rápida, no la lenLeopoldo Lugones drán nunca.
Enrique Espinoza La semana de Masferrer Rincón de los niños: Francisco Amighelli Los hijos.
Ezequiel Martinez Estrada La lerción del pastor Benjamin Jarnés.
Otros ejemplos.
Edmundo Wilson Juan del Camino Mario Vargas Morán Fernández Moreno Pio Baroja Fray Luis de Granada NUMERO. DE LA REPUBLICA ARGENTINA (Bajo la dirección de ENRIQUE ESPINOZA. Buenos Aires, Rep. Argentina)
los guanacos vía.
confín austral de la Patagobuscaran el lugar de segunia los guanacos tienen un ridad. Una costumbre fué así sitio para morir: un lugar formada. Esa tradicional en el cual todos los indivicostumbre se hizo instintiduos que habitan las llanu De El Hogar. Buenos Aires.
va, de manera que los aniras de los alrededores se esmales viejos y jóvenes se diconden a la proximidad de rigían al lugar de refugio la muerte para depositar. cuando el viejo peligro volsus huesos. Darwin y Fitzroy fueron los primeros en El instinto maduró lentaseñalar ese extraño instinto, mente y se hizo perfecto y sus observaciones han sihasta impedir que la raza se do plenamente confirmadas extinguiera durante períopor los demás. Los lugados de peligro que duraron res de muerte más conoci cientos y aun miles de años.
dos están en las riberas de Aceptada esta explicaciónlos ríos Santa Cruz y Galleque el guanaco al abandonar gos, donde cubren los valles el rebaño para fallecer y moprimitivos, espesos matorrarir en el antiguo sitio de les y árboles raquíticos. Allí, muerte, se limita a buscar sobre la tierra, están los Ilustración de Aristides Rechaik un antiguo asilo la achuesos de innumerables geción del animal pierde mu neraciones, cha parte de su misterio.
Respecto al lecho de muerte del ani Visto en esa forma el instinto del gua Estamos en terreno firme, y vemos que mal y al instinto, Darwin agrega: Ignaco, podría ser considerado como algo no se trata de un instinto absolutamente noro la razón, pero debo observar que que perdurara en el animal desde un re único sin relación con los demás.
los guanacos heridos de Santa Cruz se moto ayer, tal vez modificado por el Encontramos, en efecto, que hay un dirigían invariablemente hacia. el río. tiempo; como una ceremonia ya sin sen instinto muy importante y bien conoSería sin duda aventurado. afirmar so tido, como un fragmento de historia an cido en otras clases de criaturas, que tiebre cualquier instinto que este es únitigua o una tradición que en el curso del ne gran semejanza con el del guanaco y co, pero apartando algunos dudosos re tiempo ha recibido una nueva y falsa in cuyo estudio puede sernos útil aquí. Me latos sobre una costumbre del elefante terpretación. La falsa interpretación, pa refiero a la costumbre de ciertos ofidel Asia, que pueden haberse derivado ra continuar la metáfora. es en este dios.
de los países fríos o templados de las historias de Simbad el Marino, caso que el propósito del animal al conque vuelven anualmente a la misma no conocemos ningún instinto similar al currir a un sitio determinado, que antes cueva donde pasaron el invierno antedel guanaco en ningún otro animal. Has nunca pisó, es el de morir en ese lugar. rior. Un ejemplo típico, es el de la sertà dónde sabemos, está solo; nada tieEs falsa la interpretación, porque es in niente de cascabel de las regiones frías nen que ver las otras especies mayores, creíble que un instinto sin ventaja pa de Norte América. Cuando el invierno ni suponemos alguna afinidad. Se pare ra la especie fuera a surgir y hacerse per se aproxima, estos reptiles se esconden ce menos al instinto de una de las razas manente y además porque es increíble y se ha observado que en ciertos lugares inferiores que a la supersticiosa obser que la posesión de un sitio de muerte le cientos y miles de individuos acuden a vación de los seres humanos que tienen fuera útil en algo. Debemos, pues, supo los alrededores a esconderse en la cueconocimiento de la muerte y creen, en ner que hay en las sensaciones preceden va ancestral. Allí las serpientes se reuuna continuada existencia después de la tes a la muerte, cuando esta viene len nen en masa para permanecer en un estadisolución de una tribu que en épocas tamente, cierto parecido con las sensacio do de semi sopor, hasta que la vuelta de pasadas hubiera concebido la idea de que nes experimentadas por el animal du la primavera las hace de nuevo salir pael espíritu libertado es el único capaz de rante ci período en que su curioso ins. ra volver a sus acostumbradas residenencontrar el camino de su futura mora tinto tomó forma y se cristalizó. Estas cias veraniegas.
da, comenzando en la muerte desde la serían sensaciones penosas que amenaEn este caso, el conocimiento de la antigua tumba de la tribu o familia y zaron su vida y para librarse de ellas, el cueva de invierno no es únicamente tradesde ahí hasta el Este o en dirección al animal buscaría ese paraje bien recorda dicional, es decir, trasmitido de generacielo, bajo tierra, sobre la huella inme do. Podemos suponer que en un princi ción on generación. El joven sigue al morial, invisible a los ojos materiales. pio bastaba la memoria de unos pocos, adulto, y así se forma la costumbre de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica