232 REPERTORIO AMERICANO Quiero honrar tu centena El final de Norma rio, don Pedro de Alarcón, autor famoso de cien ¿Qué pasa PALABRAS PARA EL CENTENARIO en la primera celebrados relatos (1. Mas parte? En la primera parte de deseo celebrarte solamente coDE PEDRO ANTONIO DE ALARCON la obra acaece lo que debe mo autor de El final de Nor De La Prensa. Buenos Aires acaecer en toda obra iniciátima. esa obra singular que, ca. Ya lo veréis. Serafín es el hombre niño. Tiene aún musegún tú mismo dijeras en subsiguientes confesiones, hubischísimo de ángel. Este homte de escribir en muy tembre niño está en el umbral de prana edad. acaso ni de 24 la vida. Qué sabe de ella?
años cumplidos, cuando sólo Cuenta para juzgarla únicaconocías del mundo y de los mente con las confidencias de hombres lo que te habían en. su violín. Es músico. Es direcseñado mapas y libros. de tal tcr de orquesta en un gran teasuerte que fué la tuya una tro de ópera. Tiene amigos?
novela que careció juntamenSí. Uno, sobre todos: Alberto.
te de realidad y de filosofía, Este Alberto es el héroe que de cuerpo y de alma, de vese ignora a sí mismo; la perrosimilitud y de trascendensonificación del heroísmo alecia. Por todo lo cual vino a ser tu Final de Norma una gre y generoso. Por consiguiente, será el aliado natural gran novela simbólica, bien de Serafín, de ese hombre nique fuese una obra de pura imaginación, inocente, pueril, ño que se enamorará para fantástica, de obvia y vulgarisiempre, desde su puesto de sima moraleja, y más a prodirector, de la cantante mispósito, sin duda alguna, para teriosa (ide dónde viene. entretenimiento de niños que za dónde va. de la cantante para aleccionamiento de hommisteriosa (joven, rica, divibres. Obra, en suma, de la namente bella) que recorre el que no te ufanabas, así el mediodía de Europa cantando público se devorase las ediciones.
por capricho y beneficencia Tú no sabías, no, don Pepública, en las ciudades que dro de Alarcón, que al fulvisita, nadie sabe para qué ni hasta cuándo, acompañada de gor de los relámpagos musicales de Norma y como al Pedro Antonio de Alarcón dos no menos misteriosos perconjuro de su misterio druídisonajes: un joven enigmático, co, habías trazado de tu maantipático, de gesto inmóvil, no, como otras tantas veces fué trazado, Alarcón, evocado cruel, y un viejecito impenetrable. Lo el argumento soberano del itinerario del alma por la vida.
en su centenario que dicen sus ojos y lo que solloza su En consecuencia, gran novela. Su canto: oscuras cosas de un extraño cau De El Sol. Madrid realidad, las supremas realidades trativerio espiritual; secreto, inmenso anvés de una limpia alegoría. cuerpo y helo de liberación y amor. Serafín y la En las evocaciones a que dan pie los cenalma, la quimera y el ensueño; verosi tenarios, la imagen de Pedro Antonio de Alar Hija del Cielo que todos llaman así a militud, la fábula trascendente. Lectura cón, para surgir de nuestro recuerdo, no nela divina criatura se interrogan y se para niños y también para hombres, y cesita de insistentes conjuros. Fácilmente se responden, alma con alma, a los druidiacaso más para éstos que para aquellos destaca del fondo incierto en que bullen nues cos relámpagos del antiguo argumento tras memorias de infancia. Porque Alarcón precisamente porque en El Final de de Norma. el canto de ella y la múNorma no se dan a nadie malas noes de los autores que leímos entonces, y no sica de él vuelan juntos.
después. Pero ¡qué expresiva es su huella. ticias ni se levantan falsos testimonios Serafín y la Hija del Cielo se reconoComo que indica ei paso de un autor por al alma humana.
cieron, alma con alma; mas para qué?
el alma de los niños, levantando irisada y liAsí fué como, sin saberlo, sin coleTodos dicen que ella se irá muy lejos, a gera polvareda de primeras emociones. Progirlo siquiera, escribió Alarcón a la edad bablemente no se propuso Alarcón que sus su remoto país natal, allá por las nieblas de las mayores adivinaciones una obra libros impresionaran, en primer término, a del Norte. En cuanto a Serafín, está de de elevadísimo simbolismo; un mensalectores de corta edad. le enojaria saber viaje a Italia, el país del arte. Nunca je de su alma para todas las almas; que gentes de mayor complicación pueden más, nunca más sc hallarán en la vida.
tildar sus libros de pueriles. Pero el propio una verdadera historia hermética sobre Por su parte, el buen Alberto, el héroe autor tenía una visión sencilla y elemental el patético destino del alma en la tiegeneroso, el muchacho del heroísmo aledel mundo, la vida y la literatura; visión inorra y su infinita nostalgia celestial.
gre, también se va. Años hace que surca cente que da a los libros de Alarcón un enLectura fundariental para el espíritu.
los mares. Ahora está, como siempre, de canto singular, situándolos fuera del mundo Lo sé por mí mismo. Tanto lo fué para afectado entre romántico y naturalista que viaje. Zarpará rumbo a Laponia. En el mi, allá a las primeras luces de la ado enveneno a tantos y tantos de sus contem puerto hay un buque sueco listo para lescencia, que por muchísimo tiempo no poráneos. Más csportáneo y simpático que hacerse a la vela. En ese barco ha convolví a leer novelas. Ninguna me conlos demás, en el tono amable de sus narra seguido como por gracia especial un biciones, Alarcón tiene mucho del viajero que taría ya lo que me contó la de Alarllete. Laponia! después a Spitzse aposenta por linos días en la casa de cón; lo que cuentan todos los auténtiberg. correr mundo, a conocerlo todo, un pariente con nijos pequeños, a los que encos cuentos a los niños; ninguna me tretiene con cuentos, anécdotas, estampas de a olvidar, a su vez, un amor imposible.
ofrecería nunca más aquellos fascinaporfolio, impresiones de aquí y de allá. Qué cosa mejor podrán hacer podos espacios.
bres amigos que beber en un figón veUna encuesta que se dirigiera a investigar cino al puerto, mientras llega la hora del las lecturas predilectas de los niños españoembarco? Basta con que sepa el marine(1) Nació en Guadix (España) el 10 de marzo de 1983 lalleció en Madrid el 19 de Julio de 1891. Pasa a la página 237. Pasa a la página 239. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica