Liberalism

98 REPERTORIO AMERICANO de un discurrido largos tres y medio. tre sonrisas, la arista nítida indicada para el paso le misma de su siglos, sin que ni aun los hom de un pensamiento sólidamen voz grave: todo esto se sumapersonalidad; que se arrastran detrás de los bres destructores hayan podi te edificado. Mas no acontece ba como un obstáculo para honores y que se empinan en do abatir ni su grandeza, ni esto en la ancianidad de los colocar don Diego fuera del las más insignificantes exposisu gracia.
radicales que se formaron opo campo de la amistad corrien ciones. Cuán lejos de todo Esa casona de Gonzalo niendo su verdad a los contra te. Y, sin embargo, era tal la esto iba la autoridad de don Suárez Rondón, es hoy la ca rios en una época de luchas riqueza de su espíritu, había Diego: autoridad de autor, sa de los Mendoza Pérez. Por bravas, cuando se jugaba la transitado él por tantas comar respeto que lo acompañaba no sus corredores, que tendrán vida sobre la carta de una idea, cas del saber, que esta sola más que por lo respetable de dos lanzas de ancho; por las De esta manera daba gus circunstancia convidaba a rosus propias ideas, severidad alcobas inmensas, de arteso to leer en el semblante de don dearle, a escucharle, a descu de altos pensamientos, y sennados mudéjares; por la an Diego, semblante magistral brirle. Así pudieron ser los cillez infinita para defender churosa escalera de piedra; en donde las cosas parecían primeros maestros, hombres este tesoro desde el fondo de por el amplio zaguán en don estar escritas de la propia que parecían remotos, dueños una vida silenciosa.
de podría retozar una escue manera que en los retratos de de claves extrañas, a cuyas la, debió desparramarse la in los buenos pintores. Bastaba cátedras colocadas bajo la Las obras del maestro fancia de don Diego bajo la con observar un poco para adusta sombra de los convenmirada severa de las viejas. ver que su rostro nada tenía tos, acudían los jóvenes de Cuando empezábamos nosapergaminadas y encogidas de equívoco, nada de incierto. todas las naciones.
otros, libres ya del horizonte sobre minúsculas banquetas. Ocurría a veces que las genExcusado es decir que no limitado que tuvimos por uniLas gruesas esteras de espar tes no se atrevían a él, que había en don Diego el aire de versidad; cuando salimos a la to impondrían el silencio a suponían infranqueables los autoridad que suelen darse vida y comenzábamos a indasus carreras; la misma ampli abismos abiertos por su aus quienes sólo por esta presión gar sobre el espíritu mismo tud del edificio repleto de pe teridad. La frente, que era externa logran infundir el res de la patria, que con tantos numbras, llevaría a su ánimo plana bajo el marco regular peto en torno suyo.
Yo he desvelos nos ocultaron maesel reposo y aun la medrosa formado por las canas peina tenido, todos habrán tenido tros oficiales, hallamos en la profundidad de la colonia; el das del centro de la cabeza maestros de mucha prosopo ciencia de don Diego derrotetono de la casa maduraría hacia los lados, parecía un peya, inflados de vanidad, que ros insospechados que nos, putempranamente sus años. Lo asiento de ideas en reposo; la a falta de ideas llevan en su sieron sobre las rutas que buscierto es que de allí salió don viveza de sus ojos quedaba cabeza una exagerada apre cábamos.
Es ahora, repasanDiego como un joven ilustre descrita como una viveza de ciación de su propio valer. do en las horas de nuestra inia la edad en que los más no gabinete detrás de los gruesos Los he tenido que parecen ga ciación, cuando vemos hasta pasan de meros badulaques. cristales de alarmantes cur ñanes, insolentes y fanfarro dónde fué él un maestro de En el patio florido, donde los vas; la boca ancha, bajo el bi nes que sacan la cabeza y la verdad y cuán hondo penetró geranios rebosan en una es gote que le caía. inanera de levantan por encima en nuestro espíritu.
puma rosada que forma la ce espesa cortin. era la puert? abdomen que es la sustancia Debo engarzar aquí un renefa de los altos corredores, cuerdo personal. Fué don Diela vida familiar y perfumada go Mendoza uno de los más despedía a don Diego cuando, Nota alusiva.
constantes colaboradores de camino de las tertulias lite Universidad. la revista desrarias y de las fiestas sociales. Viene de la página anterior)
venturada que no pudieron iba a imponerse como una se algunos otros: es lectura sustanciosa y de forma irre sostener sino por breves años persona prochable.
discreta, erudita e mis manos inexpertas. Pero Sanin Cano.
hidalga. Entonces Tunja era (De una carta al Director de El Convivio. desde el primer día, don Diela capital del Estado, y el viego fué trazando en aquellos jo liberalismo, el radicalismo En respuesta a su carta del de marzo último, tengo Cuadernos un panorama de la de principios severos e infleel gusto de comunicarle que hoy mismo me he dirigido a vida colonial en la Nueva Gra.
xibles, modelaba la estructumi amigo doctor Diego Mendoza Pérez, pariente político de rada que nos dió las claves de ra moral de quienes fueron don Santiago Pérez y literato de vieja data, participanmuchísimos problemas. Escrisus egregios varones.
dole los deseos de usted. Creo que nadie aquí mejor que bía don Diego allí, entonces, Mendoza, puede hacer la selección y escribir el prefacio aquella parte de la historia La figura del maestro biográfico para el Convivio. Hispano.
de nuestra cultura en donde Yo conocí Diego (De una carta al Director de El Convivio. alternaron los espíritus de José Celestino Mutis, de Franera un viejo de Franblancos cabellos.
Lo suponcisco Antonio Zea, de El último correo me trajo un ejemplar, de El Convigo de sesenta y cinco años.
vio que contiene los cuentos filosóficos de José Enrique cisco. José de Caldas, de CaEra de buena estatura, ancho Rodo, muerto, por desgracia, para las letras americamilo Torres. Tal vez no haDentro encontré una tarjeta de usted en que me de espaldas, macizo, y el aire va habido ningún otro colomhabla del deseo que tiene de publicar algunos de los esde que parecía envuelto era biano que haya avanzado tan critos de mi tío Santiago Pérez. De esto me había hadocude imponente austeridad. La certero, con tan seria blado también el señor Ismael López, y yo le había dimentación, con tan fina penepropia justicia o justeza que cho que esperaba una insinuación directa de usted.
le había servido de criterio Es tanto y tan bueno lo que escribió, que la difi tración dentro de esa era, la para valorar las ideas y escocultad está en la selección. Hay, por ejemplo, tres dis más agitada y decisiva de la cursos sencillamente admirables: no ha dado la literahistoria patria. El explicaba ger las que mejor se acomotura americana, hasta donde yo la conozco, notas más dasen a su temperamento, hatodas las circunstancias que altas ni más hermosas. Le enviaré lo más pronto que le sirvieron de fundamento a cía que en su semblante a un pueda, algo de lo mucho que Pérez Triana y yo estábamismo tiempo estuviesen exmos recopilando para una edición completa de las obras la política de don Carlos III; de mi tío.
las razones que movieron al presándose la ecuanimidad y Diego Mendoza.
conde Aranda y a Floridala firmeza, pero más la firmecualidad (De una carta al Director de El Convivio. za porque era una blanca para expulsar a los jearrancada de la sustancia missuítas, para organizar las exY otras cartas del doctor Mendoza que se guardan. Hasta ma que nutrió las primeras grabados me marido: los de Astillas de mi talier, con el ánimo de pediciones científicas a Méxihoras de su vida. Suele ser la co, a Guatemala, a la Nueva reproducirlas de El Gráfico de Bogotá. Porque eso le encantaba Granada y al Perú; los anteceedad de las canas un sutil veal doctor Mendoza: que se conocieran más allá los proceres radidentes lo de bondad que disuelve en cales de Colombia y las circunstancias ¿Cuántos como él. a don cuando ya nas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica