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REPERTORIO AMERICANO 329 Motivos sobre. Juan Juan Ramón Este es uno de los ensayos que componen el excelente libro Letras.
Notas de un lector. Por Francisco Valdés. Espasa Calpe, Madrid, 1933 Pensamiento y sentimiento resa, Verlaine, Musset, Larra, Juan Rao món Jiménez. Quisimos, en el claro instante, que se fundiesen nuestras asp:raciones en uno de los elegidos. se tendió el brazo hacia la mcsita y las manos enlazaron un volumen de cubiertas amarillas, en la que resaltaban unas letras de finos trazos: Melancolía. una voz lenta, acorde, opaca y sedeña musitó: Fué en mi primer viaje un pueblo grande de la vieja y venerable Castilla: aquel donde cunó el Rey que ordenara pintar al cretense el Martirio de San Mauricio, y luego no le plugo, desdeñándole, Fué una tarde morena como el color de la corteza del pan bien tostado y cocido. Ya caían las luces castellanas en un poniente de cubismo.
Una estancia pequeña, ahogada, recogida, con un ventanal desde el que se dominaban los rojos tejados cubiertos de verdín, las bardas que separaban unas corraletas de otras. En ellas, las ainplias parrillas dormitando las gallinas.
Muchas, incontables ventanitas, con los cristales rebrillantes por los débiles rayos cansados del sol en otoño. allá, lejos, al fondo, como un monjil guardián de todas aquellas deslumbradas ventanitas fulgores en sepia, en oro cárdeno, en vion Juan Ramón Jiménez Retrato de Vázquez Díaz El tren arranca lentamente. El pueblo viejo tiene en sus grandes casas, sucias y sienciosas, una opaca, doliente y suave caridad, perdido entre las gasas azules de la aurora.
Se ven calles sin nadie, con las puertas cerradas, un reloj de la hora desierta y melancólica, y en una pared última, cerca del llano verde, vacila, polvorienta, una triste farola.
Llovizna. Algunas gotas mueren en el cristal.
Los molinos de viento son vagamente rosas.
Huye más el paisaje. en la ciudad se pierde allá en el campo inmenso que un sol dificil dora. Desde el lecho, abrazados, sin nostalgia y sin frío, fundiendo en una sola las ascuas de sus bocas, dos amantes habrán oido, como en sueños, este tren lento, largo de cansancio y de sombra.
bronce, en encendido gualda la torre de Lección de poesía Platero la Antigua, con sus divinos ajimeces con su remate piramidal esbelto, entocado por las rojas tejas romanas. tan simétricas, tan perennes!
En la reducida estancia había unas curvadas sillas de anea y un panzudo sofá isabelino, tapizado del color que tiene el obscuro vino de Burdeos. En las paredes, encaladas, una reproducción, en sepia, del gótico Palacio de Justicia de Rouen; otra del retrato que hizo Anselmo Miguel Nieto de la danzarina Tórto.
la Valencia, y una tabla flamenca con un medio busto de mujer, semejante, en la traza, al retrato que de su esposa pintara, con pincel de plumas, Van Dyck.
El techo era un sencillo artesonado de pino. Cercano al rechoncho sofá, un velador de palo santo con profusión de incrustaciones nacaradas del lejano Oriente. Sobre él unos libros, unas cartas, Hacia un rincón, en uno de esos insuperables muebles con cajoncitos que construían en Bargas, una miniatura do mujer castellana ¿Esquivel? Rafael Tejeo? en la plenitud otoñal, en un inarco ovalado de repujada lata, y otros libros con doradas encuadernaciones a la holandesa.
Hablábamos, rememorábamos, soñabamos. Pensamiento y sentimiento. La firme y férvida amistad hasta aquel instante no había vencido la distancia. Solamente vivió en cartas, cruzadas, con promesas de asegurarla, de hacerla íntima y cercana algún día. Manaba la palabra, sosegada y tranquila, de un cruce de almas. Almas eniermas de adolescencia y literatura. Con suavidad y con mesura rozaba nuestros labios. La frente pensativa, la mirada encalmada, la mano ardiente y trémula.
Unos cuantos nombres lograron apretar nuestra amistad Allí estaban sobre las lacas del velador: Ganivet, Santa Te De El Sol, Madrid. 11 1933 Esta Poesía en prosa y verso (1. de Juan Ramón Jiménez, que se renueva ahora en volumen sucinto de limpia lectura, constituye un breve e irreprochable espicilegio de belleza. Segregada por mano de mujer, y de mujer propia la mujer del poeta para los niños, aquí y acullá, con celo y tino singulares, de la obra en marcha del andaluz universal cansado de su nombre, es, a la vez que Ofrenda entrañable y exquisita, vital norma segura y delicioso canon artístico que la sensibilidad infantil, lorra de prejuicios seudopoéticos y de turbias reminiscencias, podrá absorber directa y adecuadamente. Tan plausible el designio como la realización, el éxito ha de ser cabal. Un libro, y un libro perfecto, para los nifios! Lección de poesía. Pedagogia insólita. Esperemos, pues, que los infatigables curiosos que cabalgaron ya gozosamente lomos de Platero reanuden esta clara amistad y se aproximen de nuevo a la serenidad perennemente recién nacida y sin mancha del lírico de Moguer.
La publicación de una obra de Juan Ramón Jiménez, aun cuando esta obra no traiga consigo ninguna aportación inédita, como en el caso que da origen a estas líneas, es siempre un acontecimiento de interés sumo, que exige atención y gratitud, curiosidad fervorosa. Si existe en la España de hoy una vida absolutamente consagrada a la Belleza, esa vida es la de Juan Ramón Jiménez, Juan Ramón Jiménez, prototipo del artista cabal, vive y ha vido siempre, sin reservas ni efugios de ningún género, unica y exclusivamente para su obra. Agradezcámoselo; aun cuando el halle en la rara virtualidad de ininterrumpida resurrección que lo asiste la compensación adecuada al perenne sacrificio. Porque, en efecto, si es verdad que Juan Ramón vivo única y exclusivamente para su obra, no es menos exacto que su obra, toda su obra, la de ayer y la de hoy, la de siempre, vive asimismo en virtud de esa dedicación absoluta de Me quedo con Miró y con Juan Ramón Jiménez, entre los prosistas de ahora. En otro sentido distinto, Valle Inclán, Azorín, Concha Espina, Menéndez Pidal.
Me sondearon los motivos de la selección y yo no supe qué contestarles. Era una hora indiscreta. Un lugar indeseable. Paseando por una calle muerta, al ocaso, quizá hubiera soñado las razones. El desgrane de sones campaniles¡aquella espadaña tan rítmica y tan angustiada de sol. me hubiera ayudado.
Sí, después de la nueva, encalmada lectura de Platero y yo, se afirma la afirmación. Más que lectura ha sido un perfume: una aspiración tenue de blanveladura. Es la prosa nueva de hoy. y de siempre, aunque hasta hoy no se hizo. No se hizo porque los poetas de antes no escribieron más que en verso. Cuando trazaron sus prosas se ponían la careta del prosista: gacetillero, orador, novelista, crítico, comediógrafo. Hubo tanta escasez de poetas! través de Platero y yo hay una lágrima que se prolonga, se prolonga. Y unas estrellitas del cielo han bajado a rociarse en ella. ca. Pasa a la página 331. 1) Poesía en prosa y verso (1902 1932. de Juan Ramón Jiménez, escogida para los niños por Zenobia Camprubí Aymar. Signo. Madrid. 1932.
Epístola apasionatta Amigo: Quise huir esta tarde de la vida. Pero no podemos llamar vida a este entrecru Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica