Cheka

67 REPERTORIO AMERICANO Cura da arronjaba todo el pelo sobre las rodillas, hundía la cara en los muslos y se ponía a llorar. De Patria. San Salvador. Envio de Adolfo Ortega Díaz Don Melecio pegó los labios al oido de la señá Josefa, se puso la mano de mampara y lo soltó por fin aquel secreto redondito que todos los días traiba como moneda choca que se quiere hacer pasar. Ta curada. Avemaríasantísima, por qué dice eso. Yo sé lo que le digo. Ta curada, y si no la atiende se le enloca. Dios me guarde. Lo mejor que puede hacer es consultar a la negra Domitila. la negra Domitila. Jesús, soy pecadora, pero no a tal recurso. Pues ella sabe sacar males desta clase. Aura. Yo no me meto, pero como amigo, la alvierto.
LOAD sagen Venera La negra Domitila era posesa del carveel bunclo saltón, del sapo caliente, de la culebra sobadora, de la piegra del zope, del huishte del buen parir, del ojuemono tuerto y de la pasandinga. Hacía herver lagua sin juego;. cambiaba la canela en ocote; prensaba lenguas de vaca obera; enfrescaba los güdvos güeros con sólo tentarlos, y vendía, desde el bebedizo del amor pasionero, hasta las zoguillas de huesito e rana para la tos de los chuchos. Le ayudaban la Mercedes Cornejo, la carnicera. y la india Vicenta que a la vez le servía de Dibujo de Salazar Herrera.
criada y consejera.
Cuando don Melecio llegó con la seAmanecía siempre al sol, como los mascaba las madejas de pelo, quizá pa. na Tosefa la María Helena. estaban pájaros. Era alegre de pura salud. Cuan ra quitarse la ñevosera.
Jas tres viejas brujas detrás del rancho, do el dichosofuí contaba su historia de Llegada la fiesta de la virgen, con junto a los saites, entretenidas en prodos palabras desde la rama de los bam permiso y con dinero del coronel, puso har con la lenoua el potente de unos bujes ya la María Helena estaba pepe una venta en la plaza del pueblo. Temorros Aquellos que estaban dentra; nando nances, cortando margaritas o ría fresquería con minuta al gusto. Pe da los ponían aparte.
clavelones. Se había bañado ya y lle ro la resquería era ella. Con su vesti Denmen cinco desos para ponerlos vaba el pelo mojado sobre la espalda. do rosado salmón debajo del entoldado Neha in desta jícara ordenó la negra La peineta se le escapaba siempre a de lona iba y venía sonriendo almirada Domitila quer. Llevaba siempre bien hechita a por los clientes; contestando los piroLa señá Tosefa ohedeció sin chistar, corbata del delantar, por la cintura.
pos como quien no se deja. Carpinte Aura, aue la niña agarre este, bati.
Sus ojos relumbraban de puro cholotona ra de la frescura cepillaba sudorosa la dor y que se siente allí en el cuero. quera.
Detrás del escote de cambrai tabla fina y trasparente de la marque ustades se adistancian tantito.
se advertía que la fruta taba madura y ta. Al serrín le echaba sangre.
Como sonámbula sa sentó la María jugosa. Cuando hablaba se oiban como Helena en el cuero olisen de huey accampanas de corazón, campanas de to Un tristor bárbaro le bia entrado en cidentado y cogió el batidor. La seña dos los amores que se destiñen. Cuando el alma a la María Helena, Pasaba ho Tosefa don Melecio se retiraron debapasaba güelía empuerca a limpiedad de ras y horas en la ventana, mirando el jo de un amate y esperaron, corpulencia, incitando mordiscos en los carago. No comía. La seña Josefa ta La negra miró fiio a la muchacha.
dientes mangueros.
ba aflegida. Dccíme, joven hermosa: joven ado Qué cipota más purarriata, don. Qué tenés paludís, oyó.
lecente; criatura del templo: jlor del Melecio. No mamita. Es que.
cordero; posol de oro; vidrio de cris Galana la endisuela, igual que su. Puerca, vos, no tiabrás inamoratal; agua serenada de serín serenaca; tía Ernestina. se le parece en la fren do dialguno. pers ión del pocuyo, de la oración te, en la boca, en la nuca y hasta en la A, iní mama, tan. ia la cama, de la cama a lalba, de lalba alzada.
Cada cuarto diora, como los relojes, a la noche, hasta que ronca la chancha. Veya que sí. cuspiraba escandalosamente y se dodel sucunun sucunado, cachudo morado.
La casita tenía corredor; el corredor blaba la punta del delantar. ratos se bolzón de chicha, tarrón de máiz, del. canastas; las canastas hermosas colas estaba cortándose las uñas con las tije checa, chaca, del churri, churri, que te de gallo, parásitas, geranios, y unos ma ras: cliats, cliats, cliats, cliats.
mordió. quién es el bebedero, quién es gueyes inanos que bía mercado el coro. Ya me tenés agilada con esas tus el cipe certero que te curó?
nel en la ciuda.
tijeras, muchacha. Te vas a dejar solo Dijo esta jerigonza con voz profunPor una ventanita se asomaba a ra los ironcones!
da de exorcismo, mientras la curada entos, entre las cortinas cheles, Ponía los Cerraba los ojos mirando pararriba. traba en un temblor creciente que hacía codos y se horqueteaba los cachetes mi ratos se peinaba furiosamente con los derramar el agua contenida en el batirando pal cielo como si buscara otro diez dedos, paratrás, paratrás, echándo dor sobre un brasero humeante y chisángel que liciera companía. ratos se se la cabeza a la espalda. Después porrotero. Luego la bruja se levantó Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica