REPERTORIO AMERICANO 309 La poesia de Max Jiménez congeng (A propósito de su último libro: QUIJONGO. Envio del autor. Cornell University. EE. UU. Raúl Martin Tinoco mismo mínimo esfuerzo mental que se necesita para compenetrarse de la poe.
sía de un Julio Flores por ejemplo. Nada hay en las páginas de Sonaja o de Quijongo de esa sensibilidad superficial e inmediata que cautiva fácilmente la simpatía del público.
Un amigo mío estudiante colombiano de talento, como la mayoría de la juventud colombiana y, que conoce la obra del poeta costarricense a través de mi entusiasmo por ella, protestaba contra ciertas imágenes poéticas que se encuentran en Sonaja y en Quijongo.
Entre ellas, recuerdo estas dos: tiene el encanto de los instrumentos que solamente pueden ser tocados con el alma. Quijongo: Introducción. manos que usan alma. Sonaja: Viejo cacharro. KONDIALAR en Enrique Macaya Lahmann He seguido siempre con gran interés y simpatía el desarrollo de la personalidad literaria de Max Jiménez. Lleva. ya publicados tres libros de verscs este poeta costarricense: Gleba en el 1929, Sonaja en el 30, y este nuevo año que ahora se inicia, nos trae la agradable sorpresa de un tercer volumen: Quijongo. De Gleba me ocupé raíz de su publicación aquí mismo en el Repertorio.
Nada tengo que cambiar hoy a mi opi: nión de entonces. Lo dicho por mí, ha sido justificado por el tiempo que ha corrido desde esa fecha y creo haber adivinado con bastante exactitud las principales cualidades literarias del autor, perfeccionadas y desarrolladas con gran acierto en sus dos obras posteriores. Sobre Sonaja escribí un corto ensayo que por negligencia mía, no se llegó a publicar. En el que hoy me propongo redactar, juntaré ese viejo material inédito con algunas otras observaciones sugeridas por la reciente lectura del bagage poético contenido Quijongo. Lo dicho acerca de Sonaja, no lo he cambiado en nada, y en este nuevo texto me he limitado a agregar nuevas notas y comentarios a ese material inicial Al querer escribir sobre la última obra de Max Jiménez, pude haberme limitado hilvanar algunas cuantas lineas de apología, dispersas y fragmentarias: un mero artículo de cumplimiento en esa manera lírica y elocuente que es tan común entre nosotros; impresionismo de crítica puramente literaria y accidental. Pero estimo la producción poética del escritor costarricense. muy significativa y alentadora en la valorización de la literatura patria para poderme contentar con la fantasía elogiosa de unos cuantos renglones escritos al correr de la pluma. En momentos en que el mundo entero sufre las consecuencias de una severa crisis económica, y cuando los valores materiales y trágicamente positivos, tiemblan y deshacen a manera de castillos de naipes, creo que es alentador, y quizá hasta útil, el ocuparnos de nuestros valores espirituales. Quiera Dios que esto nos consuele un poco y nos traiga frescos alientos y una nueva esperanza. Recordemos que en estos momentos de desengaño, el universo entero se vuel ve a interesar por el cultivo de sus posibilidades espirituales y artísticas, ante el fracaso de las económicas.
El criterio dominante existente hoy día en Costa Rica y que ha existido siempre desde que Max Jiménez publicó sus primeros ensayos poéticos que el autor de Gleba es un poeta confuso, difícil de leer, que se complace premeditadamente en escribir de esta to.
manera, con el fin de aparecer como un escritor extraño de ideas muy avanzadas y modernas. Nada de más falso en el fondo. Nuestro principal objeto al escribir las presentes líneas, es probar que Jiménez es un escritor claro y perfectamente comprensible y de una sinceridad artística tan fresca y espontánea cómo no creemos exista en la obra de ningún otro poeta costarricense a excepción de nuestro gran Aquileo.
Si observamos cuidadosamente. y tratamos de penetrar hasta la esencia misma de la poesía del autor de Sonaja, llegaremos fácilmente a convencernos de que su aparente modernidad es sobre todo un aspecto exterior de su arte.
Lo avanzado en Max Jiménez es la forma, la realización literaria de sus libros, la construcción temática de las imágenes. Por el contrario, la concepción espiritual de su mundo lírico, es de una simpleza y de un vigor clásicos.
Lo difícil es abordar su poesía, descubrir en ella los artificios técnicos que nos impide su comprensión inmediata.
Una vez descubierto este ángulo de perspectiva, el velo nebuloso en que se envuelven sus versos, desaparece, como por mágico encanto, adquiriendo entonces todo la mayor simpleza y claridad.
Para entrar en el huerto lírico de este poeta, hay que proveerse de antemano de una llave que nos deje franca la puerta; para conseguirla, bastan unos cuantos minutos de reflexión y un poco de buena voluntad e interés en el ánimo del lector. Los versos de Jiménez no se pueden llegar a comprender con el Argumentaba mi amigo, que un instrumento nunca puede ser tocado con el alma, por ser ésta un concepto metafísico, intangible. Por la misma razón unas manos no pueden aposesionarse y hacer uso de la misma. No obstante, en la conversación corriente decimos frases como éstas: se:quieren con toda el alma. o bien, lo dije con toda el alma. y sin embargo, nunca se nos ocurre de tildar a quien las dice o las escribe, de escritor avanzado o modernista. Posiblemente que la primera vez que estas frases fueron usadas, sorprendieron por lo atrevido del concepSólo el tiempo y el empleo cotidiano han podido transformarlas en locu ciones vulgares de uso corriente. Los versos de Jiménez están llenos de imágenes parecidas a las dos que llamaron la atención de mi amigo colombiano.
Sorprenden a primera vista por su imposibilidad objetiva, pero si se toma ante ellas una actitud puramente emoti.
va, el concepto espiritual que encierran, llega a delinearse claramente en nuestra mente, y una repetida lectura de las mismas, arriesga a darnos un concepto de ellas que se acerca ya mucho de lo objetivo.
La oposición de las dos evocaciones o conceptos de que resultan las imágenes, no tiene en el arte de Max Jimé.
nez, el mismo procedimiento elemental que caracteriza la poesía, clásica o romántica por ejemplo. La historia de la evolución de la poesía, se puede restringir, como lo ha probado Emile Bouvier, a un mayor aguzamiento y una más vasta visión de la metáfora poétiEl autor de. Gleba, que está saturado de las más avanzadas teorías del arte, no pudo evitarse de escribir en el modo que le es tan familiar y característico de su siglo. En su obra, los elementos de la imagen, pertenecen. se ca. es Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica