REPERTORIO AMERICANO 11 tan dura se le hize su angustia que ella la sintió entre ambos. Niño!
Caminaron sin hablarse. Las cuadras iban pasando por debajo de los pies, desesperadamente largas.
Al llegar la casa el marido junto a la mujer le resultó otro novedad dolorosa. Ya no era aquel Julián que se reia a carcajadas. y manoteaba discutiendo con él: era un hom.
bre. Me ha acompañado durante la tarde con toda formalidad. Lo tengo loco a fuerza de tiendas.
dijérase que al soplo de su voz una huella de alondras evocara a Keats, el dulce ausente.
En la dorada Atenas de tardes voluptuosas veia junta al tedio una doncella muda que en el valle del ángelus deshojaba unas rosas. al hundirse en la suave blancura del ensueño que limitan las voces de la piedra desnuda, amortiguó la noche sú arrobador diseño.
casa, las miradas de siempre frente a su cara nueva. Una voz aguardentosa lo increpó. Entra, so bruto!
Sin darse cuenta pasó. Una pequeña habi.
tación con las paredes empapeladas de santos llenos de llagas y corazones sangran es y una ancha cama lo sorprendieron. Lo ba.
ñó una luz roja y chocante. Una mujer en pie, con el vestido largo y escotado que le cenia las carnes opulentas lo miraba y reia. Si es un recién nacido. gritó escan.
dalosamente. Mario los ojos cargados de carbón negro junto a las manchas rojas del colorete le fueron repulsivos. Un diente de oro le brillo cerca de su cara. Toda ella respiraba una baja y fogosa lujuria excitada. Es un niño de teta. vociferaba histé.
ricamente, borracha.
Ante los ojos empañados de Mario la boca grande y provocativa de la mujer se agrando uosamente hasta comerle, desaparecerle todo y no ver más que aquel inmen.
so agujero que lo otraia.
Se fué. Camino por las calles sin verlas, Atontado. La oscuridad huía de las luces como una inmensa mariposa asustada. Le da.
ñaba el bullicio y se escurrió por callejón mal oliente y estrecho. Le golpeaba den.
tro de la cabeza la palabra. Niño. Cómo le apretaba el pecho! en los ojos una humedad cochina le insistia. Niño! Cada vez más oscura se le estaba haciendo la noche. Tenía toda la cara mojada.
Cansado se sento en el quicio de una puer.
ta entreabierta. Le repugnaba la llegada a su En campos de Provensa Federico Mistral Ha venido de lejos dulce y triste la hermana vestida de holán blanco, y olorosa a jacinto; trae en los ojos húmedos el resplandor extinto de la noche en el pueblo de la fácil mañana, El sol dora en los huertos la piel de la manzana, y los gorriones urden con briznas su recinto en la copa del árbol. En el gris laberinto de las primeras sombras se hunde la ventana.
Aqui, bajo la soda rumorosa del techo de la parra, adivino la canción de su vida.
Para tanta dulzura el mundo será estrecho.
En la hebra de plata del lucero naciente escala el infinito la lumbre de mi egida y la mies del crepúsculo se recoge en mi frente.
Por el callejón, de regreso, Mario alzaba la cabeza con orgulloso gesto despectivo.
Había perdido su alma de quince años.
Nuevos sonetos de. Viene de la pag 8)
Anhrlo tus manzanas, tu sol, tu pipa, el vaso Toda la miel del campo gustaré en un durazno que recoge en el fondo la lumbre del ocaso, y nacerá en mis ojos una lágrima inerte la mesa en donde aún tu puesto está vacío, cuando cifre la dócil mansedumbre del asno. si en la tarde mistica sobre los campos llueve, conversar con la abeja, con la flor, con la nieve y acordar con los cefiros el sollozo del río.
Habrá un rumor humilde tras de mi oscura estela y en paz con el abismo nocturno de la muerte al arribar al puerto no cambiaré de vela.
Estela de Francis Jammes Como tú, Francis Jammes, yo cantaré las cosas sencillas: la palmera, la grulla, la monzana: me prestará sug linos azules la mañana y alabaré en silencio la bondad de las rosas.
Antifona José Asunción Silva Amaba él en las flautas el ritmo decadente, et instante del alba que conoce la estrella y el leve arrobo lírico de la vida que sella el coire de los sucños bajo la luz muriente.
En alabanza de Keats Muerto en Roma, 1821 En opóleo de rosas tu canción se perfuma, oh flautista de Jonia que restauras mi anhelo!
Tu voz de ritmos puros exalta mi desvelo fugado, en áureo giro, de tu ciudad de bruma, Llegue hasta ti, dorada, de mi canción la espuma cual la ola de trinos que se mueve en el chelo.
Bajo el azul de plomo de tu cansado cielo en tu siringa Atenas su leve canto suma, Suspende el sol sus llamas y en cálices dormidos el agua de la sombra discurre gemebunda para calmar la fiebre que exalta tus sentidos.
Breve temblor de alas en el espacio asoma y erigen siete montes en la tarde profunda tus huesos que iluminan el corazón de Roma.
Escucharé en el campo las flautas misteriosas del viento y de la abeja; la voz dulce y lejana del grillo. en las noches al abrir la ventana contaré los luceros y las sendas borrosas.
Remota lumbre en oro bruñiale la frente como esa llama antigua que en los bronces drstella; JOHN KEITII CO.
SAN JOSE, COSTA RICA AGENTES REPRESENTANTES DE CASAS EXTRANJERAS Cajas Registradoras NATIONAL (The National Cash Regisrer Co. Máquinas de escribir ROYAL (Royal Tipewriter Co. Inc. Muebles de acero y equipo para oficinas (Globe Wernicke Co. Implementos de goma (United States Rubber Co. Máquinas de contabilidad MONROE Refrigeradoras Eléctricas GRUNOW Plantas eléctricas portátiles ONAN Frasqueria en general (Owens Illinois Glass Company. Conservas DEL MONTE (California Packing Corporation. Equipos KARD EX (Remington Rand International. Maquinaria en General (James Muntley, New York. Etc. Etc.
Elogio sacro Oliberto Garrido Lumbre de plata virgen quema tu sien. Fulgura el ojo gris de buitre. Hacia el espacio el cuello para cantar levantas como el senil camello que oye la voz errante de la cisterna pura.
Oso del verso invicto! Ya treparás la altura, ardido en las caniculas el erizado vello; en la pupila inmóvil refulgirá el destello que coronó de llamas tu recia vestidura.
Cuando se doble al hacha del tiempo tu cabeza, en el silente mármol aún el torso erguido, devolverá a tus sueños su brillo la Belleza.
En el contin remoto clavado el ojo ciego verás iluminado en tu sombra el olvido como en su trompa de oro lo vió el divino griego.
JOHN KEITH, SOCIO GERENTE.
RAMON RAMIREZ, SOCIO GERENTE.