REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXIV San José, Costa Rica 1932 Sábado de Junio Núm. 20 Año XIII. No. 588 Goethe ol libertador Sigoibicación de Goethe.
La nacionalización del arte de la pantalla El Fragmento de Roncesvalles Fragmento de Roncesvalles Bibliografia titular Carta Juan Marinello Juan Marinello Vidaurreta.
SUMARIO José Ortega y Gasset Una página alentadora do Giner de los Ríos Leopoldo Lugones Una maestra. Sanin Cano Tú la imposible. Brenes Mesén Los humoristas. Les humoradas y el humorismo Internacional El canto de lo duda Sánchez La prisión de Haya do la Torre Alberto Sánchez Veloso Marti y nuestros niños.
Juan del Camino Max Jiménez Samuel Glusberg, Adolfo Ortega Díaz Félix Lizaso Goethe el libertador De Luz, Madrid no Goethe es un caso de conciencia para el europeo de nuestro tiempo. Si en una hora de áspera sinceridad consigo mismo se pregunta qué es, en definitiva, Goethe para él, se encuentra sorprendido con que lo ignora. No tiene con respecm to a Gocthe la conciencia limpia.
Entonces se irrita contra esos cien años de abundosa filologia goethiana que le sirve para tan poco. Al punto esta irritación abandona el caso singular que la ha provocado y dilatándose sobre toda una enorme provincia de la ciencia filologia, historia literaria, biografía adquiere un sentido representativo. Qué ciencia es esa que después de tan gigantescos trabajos, de tanto dinerode tanta atención humana gastados en ella no nos deja nada suficiente entre las manos. Es que se puede dilapidar en esa forma la maravillosa fuerza cósmica que es la atención humana. La historia del hombre es la historia de las migraciones de su atención. Dime a lo que atiendes y te cs falsificar su vida. Es simplemente anularla; practicar suicidio blanco.
En cambio, el que hace algo, el que hace mucho, pero no precisamente lo que hay que hacer, ése sí falsifica su vida. Este es el vicio de la laboriosidad. El hombre que trabaja en cualquier cosa sobozha su conciencia vital, la cual le susurra que no es cualquier cosa lo que debería hacer, sino algo muy determinado. Una vez que se ha consagrado con el nombre de ciencia cierta clase de ocupaciones rituales, muchos hombres se dedican a ella como al opio para acallar la inquietud radical de su vida que, sotlo voce la voz de la vocación. les exigiría un quehacer más intenso y dramático. No: ciencia no es cualquier cosa; es espumar del universo esencialidades (Wesentlichkeiten. Nuestra existencia necesita de éstas: por eso tiene que hacer ciencia. es posible que ésta requiera acumular datos, reunir informaciones, coleccionar documestos, etc. etc. pero, bien entendido, toda esa labor sólo está jusGoethe Cuadro de Stieler diré quién eres. Los pueblos germánicos Significación de Goethe tificada en la medida rigurosa que contienen en esta orden una máxima res De La Vida Literaria. Buenos Aires ponsabilidad porque les corresponde también la máxima gloria. Necesitan vigilar Hay en la bistoria, como en la geologia, su prodigiosa laboriosidad, no vaya a épocas de gigartes; y consistiendo la expreresultar que es un vicio. La vida es quesión humana de la vitalidad extremada así, en la belleza y el dominio, los hombres de hacer. No se trata de que la vida se enesa talla moral suelen ser guerreros y artiscuentre con quehaceres, sino que, no tas. Es lo que se vé, por ejemplo, desde que consiste en otra cosa que en quehacer. la civilización cristiana llega a la plenitud, en La vida es lo que hay que hacer. Quien los siglos xiii, xvi y xix.
intenta eludir esta condición sustancial La potencia vital es en el hombre creación de la vida, recibe de ella el más horri y conquista. Asi, respectivamente, desde el ble castigo: al querer no hacer nada se engendro del hijo hasta la obra de arte, y aburre, y entonces queda condenado al desde la presa del cazador hasta la gloria del triunfo. Manifestación de amor es el armás cruel de los trabajos forzados, a te, por la doble razón de que sólo amando hacer tiempo. El fainéant es el que se crea, y de que únicamente la vida engendra hace la nada. un horrendo suplicio dan vida. por qué llamamos creación a la obra tesco. Hasta tal punto es ineludible en de arte? Pues, porque realiza la belleza, cosa la vida su imperativo de quehacer! Pe.
viviente sin mctivo, como no sea el inismo ro, al fin y al cabo, el ocioso no falsi de vivir, a diferencia de la certidumbre y de fica su vida: él no hará lo que tiene la verdad, que teniendo por fin la satisfación de la inteligencia, son resultados y no creaque hacer, pero no lo suplanta con ninciones: vale decir demostración de postulados, gún otro quehacer positivo. Fabrica con coordinación de fenómenos y conformidad de los angustiosus sudores de su aburri la mente con el conocimiento. en otros miento el vacío de todo quehacer. Esto (Pasa a la página 310)
Cuando la desproporción entre el trabajo empleado y este resultado, el único que justifica la ciencia, es excesiva como pasa en la filología goethianaentramos en la sospecha de que la ciencia es un vicio y nada más. me ocurre pensar que es más honda y seriamente humano sentarse a tomar el delicioso sol de enero, fumando cigarrillos y canturreando vagas canciones como hace el hombre de Sevilla. Tal vez Goethe me diera la razón en alguna de sus horas: en otras no, porque Goethe mismo, que sinceramente sólo estimaba lo que fomenta a la vida. cuando no estaba contento de sí mismo intentaba tranquilizarse con la idea de la mera actividad, como si el trabajo por sí y no el sentido o dirección del trabajo fuese lo decisivo.
Como el teólogo analiza su Gotesbewusstsein, deberíamos hacer con nuestra Goethesbewusstsein. Entonces adverti. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica