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67 REPERTORIO AMERICANO mismos. Nace así el sentimiento de so chos de antaño por la posición impenelidaridad humana, que culmina en el ma trable, resguardada y misteriosa de un rino, cuyos viajes, así como el espectácudios indú.
15 del mar, crea un espíritu abierto, luEn Latinoamérica, este tipo de caudiminoso y amplio. El caudillo es el monllo o de caudillejo, tiende a desaparecer.
tañés de este distingo.
Sin embargo, el caudillaje juega todavía Todas estas condiciones se encuenun papel preponderante. El caciquismo tran acentuadas unas y disminuidas otras parece perdurar todavía, convertido en en el político, que debe ser idealista y organismo partidario, sistema proselipráctico, doctrinario y de acción, estutista y medio de encumbración política.
dioso y humano. El político, para ser En algunas partes, el caudillo con ambital, encerrará la sinceridad del profeta, ciones políticas debió entregarse de l! ela comprensión idealista del líder la no a la charlatanería demagógica. Lepracticidad psicológica del caudillo.
guía y Siles, de la demagogia pasaron a Todo lo que tiende a la conquista de un la dictadura. El caudillo sudamericano, mayor bienestar material y espirftual como un principio de adaptación a la joes idealismo. Marx es, así, idealista, ven democracia nuestra, acepta a ésta pese al materialismo que forma el ejemagogia. Irigoyen, tampoco aquí, en entrando por su puerta trasera: la dede su doctrina. Sin embargo, cabe una distinción entre el idealista imaginatiAmérica, tiene tipos que se le parezcan.
vo, frondoso, que versifica con el porveEl caudillismo en Irigoyen es producto nir de la Humanidad, como sería don de una elaboración particular, callada y Quijote, y el idealista genuino que es lenta; la falta de condiciones oratorias el que sustenta ideales, es decir, concepy de actitudes callejeras y el medio re ciones doctrinarias concretas, limitadas, gularmente culto en que Irigoyen interrealizables, prácticas, extraídas de la vino no salió de la Capital hiciéronle vida misma. Por no entender las cosas encaminarse hacia ese otro recurso de suasí, suele caerse todavía en diferencias gestión colectiva tan poderoso como el excluyentes y absurdas: El individuo mismo verbo y heroísmo: el mutismo.
de acción habla despectivamente del El primero y gran caudillo de la Unión idealista y éste lo hace en igual forma Cívica Radical es Leandro Alem, el del hombre práctico. El ideal, sin la hombre mito para Julio Barcos, realidad, ni la acción, es utopía román quien lo pinta así: idealista, lírico, rotica; la acción, sin el ideal, madurado mántico, de pose tribunicia, de gesto gaen doctrina, es el mayor desperdicio que llardo y arriesgado, señorial, honesto y puede hacerse de nuestras energias.
noble; es el héroe del civismo, mas no El profeta es Jesús y Lenín es el polítodavía el conductor de un pueblo.
tico. En nuestro país, el líder es More El conductor sería su sobrino Hipólito no, el caudillo es Urquiza y el político es. Irigoyen, el táctico. observador de Sarmiento.
los hechos y los hombres, destinado a acCaudillo, cacique e idolo tuar como contra figura suya de Alem en el teatro de la vida pública. Irigoyen fué, en realidad, un caudi Irigoyen, desde el 90, se va adueñanllo? Irigoyen, que no llegó a la catego do de la dirección política de su parti.
ría de líder, que demostró no ser estadis do. Desaparecido Alem, por el suicidio, ta, que actuó de acuerdo a un llamado él sería, en adelante, su jefe indiscutible.
de la hora, aunque con un poco de re Irigoyen desde ya, echa a rodar su nomtraso, que encerróse en la estrechez de bre por todo el país y todo el país le ressu espíritu local, no pudo ser otra cosa ponde alistándose, atento, a sus órdenes que un caudillo. Pero, Irigoyen debía y caprichos. Dudamos que aparte de las ser un caudillo sui géneris, con los ras sectas religiosas, haya existido jamás gos inconfundibles del cacique, del cau hombre alguno que fuera actor de semedillo y del ídolo.
jante espectáculo social.
Mando a los hombres de su partido La simpatía personal, su bondad apacomo el cacique a su tribu, arrastró a la rente o real, la firmeza expresiva de sus masa como el caudillo conduce a su gen rasgos, debían influir favorablemente en te y fué objeto de veneración como el Irigoyen. Casi todos los oue, argentiídolo lo es por las multitudes. Irigoyen nos o extranjeros, habían llegado hasta no evoca en ningún momento a los cau él, confesaron la atracción espiritual del dillos de nuestra independencia y albor caudillo, base de la adhesión fervorosa político. Enmudeció como consigna in que más tarde tributaríanle como radiviolable; gobernó a las multitudes des cales. La generosidad de Irigoyen se de su conocido aislamiento; su gesto, propalaba a todos los vientos: el sueldo siempre el mismo la mano levantada en presidencial era donado a las institucioalto y su palabra, solamente oída por ncs de beneficencia: él repartía los pueslos hombres a quienes permitió acercar tos administrativos, hasta los más insig.
se, pues no habló jamás al pueblo, hízo nificantes; prestaha oídos a los reclalos cotizar al precio de la rígida obe mos de los postulantes; personalmente, diencia. Los caudillos de nuestra edad a las niñas que se lo solicitaban, unas vemedia y aún los que vinieron después, ces con título y otras no, entregaba nompor el contrario, viviendo con sus mon bramientos de maestra.
toneras y jugándose la vida con ellas, no Trabajaba sin descanso. Concurría a usaban medias palabras sino el gesto va su despacho presidencial en las primeronil de un brazo armado, fuerte y deci ras horas de la tarde, hasta los domindido; el acatamiento que exigían a la gos; los expedientes, pese a ello se acutropa merecíanlo por su valor y lo gana mulaban. La Casa de Gobierno era una ban por su coraje. Irigoyen, dentro de oficina de colocaciones; había mucho su condición de caudillo, cambió esa ac movimiento, pero la paralización admititud resuelta y pública de nuestros gau nistrativa era absoluta.
Su vestir y tus costumbres eran en extremo sencillas. Vestía con el mismo corte de los años de su juventud. No concurría a banquetes; eliminó el protocolo ceremonioso de los reconocimientos di.
plomáticos; no usó, por lo menos en su segunda presidencia, la carroza de gala; no perteneció, ni quiso pertenecer a la gran sociedad. nunca concurrió al hipódromo, suprimiendo las corridas de los jueves. En el Jockey club tienen cita, en la Argentina y en todo el mundo, los hombres más acaudalados y aristócratas. Irigoyen no podía mezclarse con ellos. El Jockey club, como otras instituciones similares, sería uno de los focos de la revolución setembrina.
La casa habitada por Irigoyen en la calle Brasilera bien modesta, lo mismo que su moblaje. El día de su derrocamiento, se descubriría en ella el desor den y abandono reinantes. El caudillo había caído tan bajo, que, física y moralmente, era un paquete de andrajos. Sus últimas apariciones en público eran ridículas y movían a risa: los pantalones sueltos y acordonados dejaban ver, por debajo del chaleco, la camisa con su imprudente presilla. Reían los periódicos y el público. La censura y la crítica unánimes, la burla mordaz, sarcasmo sangriento y la carcajada sostenida, resonando en todos los ámbitos del pais, debían perseguir al caudillo enfermo y derrotado hasta en sueños. Era el ocaso del esplendor y el poderío. El pueblo, la salud, las fuerzas y la inteligencia misma le abandonaban en el lecho pobre de su misteriosa cueva de peludo!
El fracaso de Irigoyen. Juzgamos a Irigoyen con el interés que nos sugieren los gestos y comportamientos de las multitudes, con las cuales estuvo ligado en toda su vida pública.
Sólo nos importa su persona como la figura más significativa de los últimos tiempos. No hemos de reivindicarlo ante la opinión pública por el fracaso de su desastrosa política ni pretendemos atacarlo más de lo que ya lo hemos hecho. Políticamente muerto intentar su resurgimiento, por parte de los radica.
les, sería ponerse a tono con el debilitamiento senil de sus facultades mentales Irigoyen será obieto, por, muchas generaciones, de estudios y de análisis.
Al lado de Rosas, con quien Sánchez Viamonte compara en algunas de sus actitudes localismo, temores y recelos a Europa y lo extranjero. Irigoyen es, desde el punto de vista psicológico, el tipo más atrayente de nuestra historia.
Como los hombres públicos no se forman ni llegan a las posiciones más destacadas de la sociedad por su solo deseo o ambición, comprender a Irigoyen es penetrar en la intimidad del período histórico que estamos viviendo. Irigoyen, como presidente, le estaba reservado el fracaso por su afán de hacerlo todo sin la previa y sólida preparación económico social indispensable.
Como el extraordinario personalismo partidario había hecho confundir al caudillo con el partido radical, éste, auc triunfa con Irigoyen, con Irigoyen debía derrumbarse. Los radicales, que acompañaron a Irigoyen en el éxito, padecieron, sin una protesta, sin una rectifica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica