REPERTORIO AMERICANO 155 De La vida de San Adefesio. Colaboración directa. San José de Costa Rica (Véanse las entregas y del tomo en curso. Aquí se canta. Pobrecitos generales!
Déjenme echar una lágrima que brille en punta de sable.
Equilibrando la panza Viven en paso de danza, por haber alabanza Hasta arriesgan el pellejo: Cuando se acuestan, no saben si antes de cantar el gallo no madrugará el compadre: Tan orondos que desfilan, con bigctes que horripilan, y a lo mejor. los fusilan en cualquier lance pendejo!
En cambio, lcs abogados viven cómodos y holgados: Duermen en catres dorados hasta que está el desayuno: Nunca se les ve azorados, de todos son bien tratados, y hasta les dicen honrados por más que, honrado, ninguno!
Aquí se dice, se cuenta, se relata: Los generales creen que gobiernan en la cristiandad americana, porque se rompen la crisma por agarrar el mando y porque a veces llegan a presidente de República. Los que mandan de veras, porque marejan a los generales como a chanchos capones que se engorda para fiesta, son los abogados. Esos sí que andan despiertos, y calzan botines de cabritilla suave, de costados elásticos, de los que hace Isaac Saavedra! Los generales, en cambio, se hacen callos con zapatos de becerro tachuelados, de los de Quintana, o más baratos.
Abogados y generales pueblan la historia de León, hasta que lleguen los banqueros, punto y raya más duchos que los abogados, como que caminan con las enormes patas metidas en calzado extranjero que no rechina ni para consolar a un moribundo. Entre tanto, por cada general que hace pisto. quién no puede señalar a diez abogados ricachones. Pobres los generales! Cómo luchan, cómo se esfuerzan, cómo se retuercen los bigotes y empinan los hombros y pandean el espinazo y echan barriga! Todo para caer en garras de abogado, al igual que los finqueros, al igual que los tenderos, hasta que los banqueros lleguen.
Digo la verdad, señores: Quien hace la ley, ése la deshace. iAy de quien la deshace sin poderia volver a hacer!
Tontería de Moisés, la de quebrar las tablas de los tremendos mandamientos.
No supo considerar a los coleccionado.
res de incunables. si de sabio hemos de alabarlo, será porque se puso a picar piedra y a escribir otra vez la ley eterna.
En León hay Sinaí a cada dos cuadras, y Dios no se da abasto haciendo sonar truenos y relucir relámpagos. No hay abogados como los leoneses: Todos tre leía su propio artículo impreso en periódico de la capital. Una limojnita por vida del Señor. volvió a decir, en voz más alta, la andrajosa pedigüeña, sin moverse de su lugar.
El abogado ilustre apartó los ojos del papel y puso la mirada en la pordiosera. Pedro. Fedro. gritó el abogado ilustre con voz chillona, llamando a criado que le llevara la limosna a la pobre. Dónde carajo estará ese muchacho. exclamó entadado. Doctor, dijo la vieja, con voz oportuna, si quiere chavalo que le reparta los centavitos de Dios, aquí le traigo uno. Dónde. preguntó el abogado ilustre.
La vieja empujó al santito. El abogado ilustre miró al esperpento que tenía delante. Este niño es un adefesio. Este Tocolote niño es un adefesio. exclamó el aboMadera por Laporte gado ilustre. Así será, doctor. dijo la vieja. cómo se llama el adefesio?, son sabios: Todos son graves: Uno ha preguntó el abogado ilustre.
escrito la historia: Uno hace los mejo Su merced dice que Adefesio, res discursos: Uno ha redactado el respondió la vieja, y así será, doctor.
código: Uno ha inventado fórmula ad Al abogado ilustre le hizo gracia la mirable para monopolizarlo todo. El geingenuidad de la pobre mujer, y se neral tirano, que llegó a presidente, echó a reír con tal gana que soltó pedo creyó aprovechar el invento: Murió, a volar, y el pedo le hizo redoblar la risa.
mendigo casi, en Nueva York. Los abogados que le rodearon les dejaron ca. Adefesio, vení, dijo el abogado ilustre cuando se hubo calmado.
pital fuerte a sus hijos. Hay ricos La horrible criatura se adelantó haen León, Los generales no saben inventar 1acia él con las manos juntas, llenas de humildad. Parecía untado finamente del da y en lo que se meten lo echan a barro más pobre, del barro de. que se perder. Cuando escriben, lo hacen mal.
hacen los ladrillos baratos, las tejas que Cuando hablan, da vergüenza que sean de León. Si no están en el poder, le se rajan.
deben al sastre cuenta atrasada más de Adefesio. dijo el abogado ilustre, un año, le deben al zapatero, le deben dale a la pobre su centavo.
Así lo hizo el muchacho cara de ídoa la cantina de la esquina y a veinte lo indio. La vieja se fue andando, anestancos más: Le deben al dueño de la casa: Sus mujeres andan en trapillo y dando, andando. El abogado ilustre volvió a comenzar la lectura interrumpida envejecen prematuramente.
Cuando, pues, india vieja, harapienta, de su artículo publicado en periódico de con pelos en la barba como cerdas, rela capital. Adefesio, encargado de recorrió calles de León pidiendo limosna partir limosna, oyó desfilar el cielo, de boca de mendigos.
de sábado y buscando casa donde entenar al niño monstruoso que humilde. San Miguel te ampare con su ejpacomo perro la seguía, sabia mendiga al da de fuego!
fin supo esquivar las casas de los. San José te dé el nardo de su vara. generales, buscando sólo las de los. Que la Virgen te prejte a cargar abogados.
el Niño!
Andando, andando, andando, dete. Dioj te lo pague y te haga santo!
niéndose a veces a descansar al alber La Sangre de Crijto te purifique. gue de zaguán fresco del huate fresco iAngelej te acompañen el día!
almacenado allí, llegó al fin a casa del. La palma de los mártirej te cubra!
abogado más ilustre de León, señor de. San Pedro te abra sin preguntaraños, consumido de carnes, pequeño y te nada!
doblegado de cuerpo, con algo, en su. La Santísima Trinidad te acoja en prestancia, de aguilucho desplumado.
Su regaso. Una limojna por amor de Dioj. Nadie sabe, ni le importa a nadie, gimió la anciana a la puerta del despa qué es de los pordioseros toda la semacho del abogado ilustre.
na hasta que llega el sábado. El sábado El abogado Ilustre estaba hecho un salen. La ciudad zumba de jaculatorias.
número ocho en taburete de asiento de La tristeza del mundo está en esos ojos, cuero de vaca sin curtir. El abogado ilus y la dulzura de Jesús brota de esos la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica