REPERTORIO AMERICANO 101 recoa todo blindaje y toda impedimenta cul nebroso; al paso que, por agudo contras pesadumbre, quién sabe si nos desvaturales, a la posesión de sus ocultas en te, nos parece aludir amonestadoramen neceríamos lentamente para no señanzas, al influjo sutil de su clima, a te a la fugacidad irrefrenable de la vida brarnos nunca más.
la sugestiva virtud de su silencio. el lampo que hace cada gota al separar Considerando la extrañeza de esta case trémula, apenas nacida, del nutricio mara nos ocurren los problemáticos pai¿Cómo expresar la rotunda delicia de tronco maternal para anegar su ser en sajes lunares. No lo sabemos con cerla inmersión en el frescor diamantino de los azules abismales.
teza, pero sentimos que el aire que aquí esta límpida linfa. Cómo narrar la inaucircula y que entubado por el túnel dita aventura de deslizarnos errabundos Antes de ganar el obscuro túnel que pasa luego a la primera gruta, va carpor un mundo de degradadas transpaa la mano derecha perfora esta primera gado de algún letal efluvio que pasma y.
rencias? cómo evocar la experien gruta, si ya no es mera ilusión de un es suspende la vida, insensiblementa. De cia fabulosa de penetrar, émulos de las pejismo, juraríamos que vemos exten permanecer largo tiempo al abrigo de moléculas luminosas, hasta el yerto coderse allende su tiniebla, entre insólita esta cueva, su atmósfera no tardaría en razón de calcedonias y amatistas, de zareverberación de resplandores pálidos, instilar en nuestro ánimo no sabemos firos y esmeraldas, de aguamarinas y un acantilado polar todo cuajado de ca qué somnífero nepente, y quizá amodocrisoberilos?
rámbanos informes. En realidad, según rridos por su letárgico influjo, y arreciCorroborados por el baño, tras nueva luego comprobamos, no es sino un amdos de humedad y de quietud, nos anoaudaz zambullida en locas brazadas es plísimo departamento de irregulares connadaríamos en un blanco olvido del.
guazamos el área de la poza por su eje creciones edificado, en las que no tarda mundo.
mayor, observando la topografía de su mos en descubrir las más peregrinas fi Sobre el suelo a par que bajo el techo, seno a medida que con los ojos abiertos guraciones bañadas en un mistico am con infinita paciencia, siglo tras siglo avanzamos bajo el agua. Tanto como lo biente de vislumbres sobrenaturales. hiñe el agua alongados hitos concurrenpermite la penumbra que a toda hora se la mano izquierda nace y se extien tes que en torno a su propia sepultura de agazapa en esta gruta, el rocoso fondo por un regular espacio, allí donde tera un tiempo quelga y erige porque la se nos manifiesta transflorado con sor mina esta sala indescriptible, una charca denoten como dobles y duraderas señaprendente precisión merced a la diafani pantanosa de aguas pluviales estanca les. Las filtraciones que sin tregua caen dad casi absoluta del, agua y a la ausendas, acumuladas a cielo descubierto en de lo alto ruedan sin ruido entre los priecia de toda lama y todo légamo. La desel hondón de otra hoya de origen seme tos muñones calcáreos a hundirse en la treza de un pescador de margaritas sejante, a lo que parece, al de la antepoza que cruzamos anteriormente, desría menester, juzgamos, para llegar has rior. Su profundidad alcanza unos ochen embocando en ella bajo el fosco túnel ta el lecho, y como no nos reconocemos ta pies, nos han dicho. Defiende su acpor donde hubimos de introducirnos aptitudes de buzo, renunciamos mal que ceso un cieno aleve y homicida, en el tientas hasta este postrer sótano. Plata nos pese, a intentar su exploración. El que han perecido sin poderse valer no acuñada en líquidos maravedises, como sondeo arroja aquí unos cuarenta pies. pocos incautos, entre el verdor falaz de sunisas a un destino que supieran inexoEnigmática nos parece la infertilidad encubridores y cómplices helecho3. rable, ellas mismas se recaudan en las de circuito tan saciado por el continuo Surcando el agua turbia y verdosa de arcas profundas de la cueva; soterrado destilar de la bóveda. La esterilización la laguna, hirviente de gérmenes y lar tesoro que avaras custodian, ya que no padecida por el agua al atravesar la roca vas bajo el intenso estímulo solar, cerca hirsutos enanos saltarines, densas somque clarificada la trasuda. ocasionará de la opuesta margen nadan, como en bras silenciarias.
que el caudal de esta poza sea igualmenlas acuarelas japonesas, parejas de es Traspuesto de nuevo el recodo que te adverso a la vida animal y a la vida quivas gallaretas; mientras encima evo forma la garganta o corredor antes tranvegetal? Con la deletérea pureza del luciona una escuadrilla de nerviosas li sitado, reiterase nuestro asombro cuanagua, icolaborarán imperceptibles ema bélulas atisbadas con envidia, desde el do, de vuelta a la orilla de la poza, tornaciones mefíticas a desterrar de esta lodo ceniciente de que él mismo es un namos a ponderar la amplitud desmedigruta toda actividad orgánica? pues coágulo animado, por un cangrejote reu da de la primera gruta y el desarrollo de to que la escasa evaporación no puede mático y obeso. Al revés de la inhabita su bóveda, belfo de piedra que en un compensar la afluencia incesante, ces da da poza y desierta gruta precedentes, bostezo inacabable se dilata hacia el éter ble concluir que de nuevo estas aguas, en los aledaños de la prolífica charca pu como si, golosa, la espelunca anhelara que nunca rebasan su nivel habitual, tor lulan, no menos que dentro de ella, in pacer las tiernas nubecillas de los pranan a filtrarse, oprimidas por su propia númeras sabandijas y criaturas palus dos celestes. En verdad, tal es su encr.
gravedad, hacia capas inferiores?
tres.
midad, que percibimos aminoradas las Lo cierto es que nada parece alentar Reverberada por la próxima laguna, dimensiones reales de los peñascos amonen estos antiguos socavones, fuera de la luz se arrastra y sube por debajo de tonados en titánico desorden a sus pies.
nosotros, intrusos momentáneos, a una especie de alero roqueño, más bajo Pero ya es tiempo de abandonar esta pe.
ser los inquietos vampiros, los cuales que el suelo común de la sala, y se di numbrosa gruta y, sin hacer más cala y por su afición a la soledad y a las som funde al cabo hasta los últimos nichos y cata en ella, desandar parte de lo anbras, se avienen a habitar las grietas me cavidades del techo. Alguno que otro dado si aun hemos de contemplar les nos húmedas. Ahora mismo, con su que haz de estalactitas se ha soldado aquí, otros ojos o pozas que completan la líbrado vuelo turbaron algunos, omino en robusta pilastra, con su correlato haz. quida constelación alojada en las nocsos, la calma secular que nos rodea; cal de estalagmitas. un lado, en un ele. turnales sombras de esta cueva.
ma en que la leve percusión de las gotas vado relleno cuyo suelo enarena Camino del cielo remontamos la essobre el sordo parche de la poza desgra moho terroso pero infértil puesto que carpa hasta alcanzar otra vez, con el na breves notas frágiles, ya concomi nada en él germina, pudo tal vez asen quebrado suelo de la hoya, el crudo y tantes, ya alternadas en síncopas discre tarse el trono de alguna deidad terrible pleno día exterior. Desechamos ahora tas, articulando su monótono tañido una y misteriosa, moradora de este mítico la pasarela para trasladarnos a una grumúsica de extrahumanas inflexiones que escondrijo.
ta opuesta, en la que se abriga otra poza, jumbrosas, ingenua y delicada.
La desmesurada expansión espacial, la segunda en tamaño y aquella en cuya En apartadas épocas, ile habrá servi la inverosímil iluminación indirecta, las linfa titilan los añiles y cobaltos más do esta ancha poza de agonal piscina a sombrías covachuelas que abren a este hermosos, los más deslumbradoramente la juventud isleña. Habrá sido líquida apartado rincón, y mayormente el on fríos de cuantos en esta cueva pleden palestra este contenido caudal de garzos gustioso silencio del paraje, que a su admirarse. Con propósito de registrarla y violáceos visos? Uno como orín de la desolado aspecto presta un carácter aun también, hacia ella enderezamos nuesroca, criado por el humor que la pene más aflictivo, todo aquí conspira a opri tros pasos.
tra o que ella embebe, pone manchas ya mirnos y acuitarnos. Sesteáramos aquí, Trepando aquí y descolgándonos allí, leonadas, ya cetrinas y parduzcas, en el y la quietud ambiente, depositándose insinuándonos de soslayo por entre los rugoso cielo de la bóveda.
copo a copo sobre nuestra voluntad, se bajucos y las zarzas que medran en los Dilatadísima fábrica del Tiempo, nos asentaría en ella en manera que iríamos intersticios de los desmoronados poliperememora su duración infinita la ma quedando reducidos a innoble fijeza; ros, y tal vez esquivando con rápido csravillosa estructura de este recinto te hasta que, vencidos de su imponderable guince el urente contacto de alguna rama no un Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica