REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXIV San José, Costa Rica. 1932 Sábado 30 de Enero Núm. Año XIII. No. 572 Gabriela Mistral, José Martí Ponsamos en El Salvador.
Bibliografla titular.
Nuevo humanismo amoricano Poesias La misión de América SUMARIO. Juan Marinello La unidad de la cultura Juan del Camino Un cuento do Quiroga.
El solitarlo.
Una encrucijada de la civilización y V: Calverton La tragedia de Tchitcherin.
Emma Gamboa Babel. América.
Alberto Masferrer Blanca Luz Brum Gabriela Mistral Guillermo Estrella Horacio Quiroga Sanin Cano Marcelino Valencia Arturo Zapata Marta Vergara Gabriela Mistral y José Martí De Sur. Buenos Aires Todos los ojos se tocan ahora en la frente de esta mujer ancha y alta que tiene el paso meditativo de los que llegan sin saber por donde.
KE Se acerca a la pequeña esa azul con un gesto de vencida o de maestra. Pone en orden unos papeles rebeldes poblados de letra grande y fuerte. comienza una lectura que cada espectador recibe como si sólo a él fuese enviada. Es una lectura monótona, queda, para no ahuyentar con ruido de palabras el caldo de entraña que corre por las letras gruesas. La luz, demasiado vecina, da ahora a la cara de esta mujer calidad de máscara. Las líneas de sombra violenta dibujan un rostro de biseles limpios, en que nada se quedó a medio hacer. El rostro está separado de la carne, pero no lejos de ella. La lectura tiene pausas breves, para que la voz se arregle los bríos apasionados que se le van desbridando.
Por las pausas tocamos el reverso de la máscara iluminada, los hilos que tiran apasionadamente de la boca teresiana. Por las hendijas de José Marti pausa, por los resquicios que franquean las palabras calientes, vemos cómo la mujer ancha y alta está disolviendo la carga de su nombre y la de su América se lo dará el cubano en llama que le atraviesa el alma y el cuer su lamento viril y dulce y la llamará po en una sonrisa india que retiene to desde ayer a la faena de hallarle vías das las respuestas. Esta mujer está apre de salvación al indio y al hijo del estando el dolor de su gente americana: pañol. Esta mujer, que tiene oídos milael dolor que está en verle a todo la caí grosos, dará la mano al Libertador en da final y en no poder echarse a un una sombra cargada de porvenir y se lado en la carrera hasta el término vaestremecerá en el lamento deshecho.
cío. veces, la mano carnosa y larga va Pero vendrá después la lucha con su hasta el marco de la frente varonil y lo sexo. Porque esta mujer espíritu es acaricia desmayadamente, dándolo todo también carne sexuada. Su visión podepor perdido. En el momento en que los rosa saldrá a veces empañada de sangre ojos se llenan de la pregunta inédita, le maternal. Con ojos maternos mirará al jos de la boca amarga. Hay entonces en manojo de pueblos desentendidos de su esta mujer un temblor de lengua con sed y con hartura de aguas que despeinecesidad, maestros en querellas lugareñas, sordos, ciegos y sin tacto en sus na un poco la cabellera leonada.
siestas perennes: indiferentes a su destiLa mujer llega esta noche a sus oyen no. Su palabra se volverá entonces seca tes de la mano de José Martí, gran guia y pelada como la leña de hacer fuego.
dor, José Martí tiene en esta mujer una Regañará como madre de aldea, la mano resonancia de limpia autenticidad, de implacable como la boca. ocasiones, son cercano y distinto. El dolor agónico el espectáculo de hermanos que se niegan le sacará palabras lloradas de desesperanza. La gangrena de unos cuantos la creerá de todos y sobre todos vendrá el doméstico caldero de aguas escaldadoras. Pedırá, a punta de grito maternal, justicia para sus pobres tierras desorientadas y mirará los lunares de los que quieren traérsela rápida y cabal.
En Martí esta mujer lo ha dicho se hizo el milagro de la femineidad en carne de hombre. En él anduvieron ternezas, blanduras, rendimientos, silbos de la más neta mujereidad. Con gesto de mujer se acercó al niño, al desvalido, al tímido, al enfermo, al pecador remordido y al pecador naturalizado en su rencor. Con ojo femenino advirtió el detalle humilde y la artería que le rondaba a toda hora la decisión generosa. cuando tuvo que mirar a sus pueblos, a su continente, a su mundo. patria es la porción de mundo que nos ha tocado contemplar más de cerca dijo. se guardó los ojos de mujer, que acercan demasiado las cosas, y se puso los de hombre que miden la distancia subterránea y señorean el privilegio de totalidad. Por qué la gran voz que suena viva en esta mujer se enreda a momentos con la amargura de la boca teresiana. Por qué no vuelve en ella otra vez aquel milagro: el maridaje de maravilla entre la gran temperatura y el gran salto?
Ahora habla la mujer de lo tropical en Martí y le viene a las manos el resplandor húmedo de su vallecito chileno enjoyado de plátanos. Tropicalismo, mala palabra de América. Lentejuela que chilla su endeblez por la garganta de la luz. Parla borracha de sol y de calenturas adormecedoras. Brillo de charca en lo político. Brillo de vejigas prestadas en lo literario. Pero la mujer defiende al trópico. En él adivina hay lujo ostensible y ostentoso, pero el lujo viste a la sustancia, es su medida, su forma: su expresión. El trópico, como todo lo gigantesco, lo desmesurado, precisa dominadores egregios, tocados de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica